La liturgia es tiempo de Dios y espacio de Dios, y nosotros debemos entrar allí, y
no mirar el reloj, el Papa el lunes
(RV).- (Audio y video) Redescubrir el sentido
de lo sagrado, el misterio de la presencia real de Dios en la Misa: fue la invitación
del Papa Francisco durante la celebración eucarística presidida el lunes por la mañana
en la Casa de Santa Marta.
La primera Lectura del día habla de una teofanía
de Dios en tiempos del rey Salomón. El Señor desciende como una nube sobre el Templo,
que viene colmado por la gloria de Dios. El Señor – comentó el Santo Padre – habla
a su Pueblo de muchas formas: a través de los profetas, los sacerdotes, la Sagrada
Escritura. Pero con las teofanías habla de otra manera, “diferente de la Palabra:
es otra presencia, más cercana, sin mediación, cercana. Es Su presencia”. “Esto –
explicó - ocurre en la celebración litúrgica. La celebración litúrgica no es un acto
social, un buen acto social; no es una reunión de los creyentes para rezar juntos.
Es otra cosa. En la liturgia, Dios está presente”, pero es una presencia más cercana.
En la Misa, de hecho, “la presencia del Señor es real, justamente real”
“Cuando
nosotros celebramos la Misa, no hacemos una representación de la Última Cena: no,
no es una representación. Es otra cosa: es justamente la Última Cena. Es justamente
vivir de nuevo la Pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor
se hace presente sobre el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo.
Nosotros escuchamos o decimos: ‘Pero, yo no puedo, ahora, debo ir a la Misa, debo
ir a escuchar Misa’. La Misa no se ‘escucha’, se participa, y se participa en esta
teofanía, en este misterio de la presencia del Señor entre nosotros”.
El pesebre,
el Vía Crucis, son representaciones – explicó Francisco – la Misa, en cambio, “es
una conmemoración real, o sea es una teofanía: Dios se acerca y está con nosotros,
y nosotros participamos del misterio de la Redención”. Lamentablemente –subrayó –
tantas veces en la Misa miramos el reloj, “contamos los minutos”: “no es precisamente
la actitud que nos pide la liturgia: la liturgia es tiempo de Dios y espacio de Dios,
y nosotros debemos entrar allí, en el tiempo de Dios, en el espacio de Dios y no mirar
el reloj”:
“La liturgia es precisamente entrar en el misterio de Dios, dejarse
llevar al misterio y estar en el misterio. Por ejemplo, estoy seguro que todos ustedes
vienen aquí para entrar en el misterio; pero, quizás alguno dice: ‘Ah, debo ir a la
Misa en Santa Marta porque en la excursión turística de Roma se incluye ir a visitar
al Papa en Santa Marta, todas las mañanas: es un lugar turístico, ¿no?’. Todos ustedes
vienen aquí, nosotros nos reunimos aquí para entrar en el misterio: esta es la liturgia.
Es el tiempo de Dios, es el espacio de Dios, es la nube de Dios que nos envuelve a
todos”.
El Obispo de Roma recordó que, de niño, durante la preparación para
la Primera Comunión, había un canto que indicaba que el altar estuviese custodiado
por los ángeles para dar “el sentido de la gloria de Dios, del espacio de Dios, del
tiempo de Dios”. Y cuando, durante las pruebas, se llevaban las ostias, se decía a
los niños: “¡Miren que éstas no son aquellas que recibirán: éstas no valen nada, porque
les falta la consagración!”. De esta forma, “celebrar la liturgia es tener esta disponibilidad
a entrar en el misterio de Dios”, en su espacio, en su tiempo, y confiarse “en este
misterio”:
“Hoy nos hará bien pedir al Señor que dé a todos nosotros este ‘sentido
de lo sagrado’, este sentido que nos hace entender que una cosa es rezar en casa,
rezar en la iglesia, rezar el Rosario, rezar tantas oraciones hermosas, hacer el Vía
Crucis, muchas cosas bellas, leer la Biblia … y otra cosa es la celebración eucarística.
En la celebración entramos en el misterio de Dios, en aquel camino que nosotros no
podemos controlar: solamente Él es el Único, Él la gloria, Él es el poder, Él es
todo. Pidamos esta gracia: que el Señor nos enseñe a entrar en el misterio de Dios”.
(RC-RV)