Jornada Internacional de intercesión por la paz en Tierra Santa: profunda gratitud
del Patriarca latino de Jerusalén
(RV).- (Con audio) Llega a su sexta edición
la Jornada de oración que, desde el monte Calvario, a las 7 de la mañana en Jerusalén,
unirá a más de cinco mil ciudades de todo el mundo y en la que millares de personas
rezarán veinticuatro horas por la paz y la reconciliación en la Tierra de Jesús. En
un mensaje con motivo de esta iniciativa, que se celebra el último domingo de enero,
y que nació de la voluntad de algunas asociaciones juveniles católicas, Su Beatitud
Fouad Twal expresa su «profunda gratitud por el anhelo de tantos jóvenes de perseverar
en la oración para elevar al Señor un sincero e intenso ruego por el don de la paz,
que tanto necesita Tierra Santa y todo Oriente Medio, para que calle el fragor de
las armas, de la injusticia y de la opresión». El Patriarca latino de Jerusalén recuerda
la Vigilia de ayuno y de oración por la paz en Siria, Oriente Medio y en todo el mundo,
que convocó el Papa Francisco, el pasado mes de septiembre. «¡Cómo quisiera que por
un momento todos los hombres y las mujeres de buena voluntad mirasen la Cruz!», deseó
en su homilía el Obispo de Roma, haciendo hincapié en que en la Cruz «se puede leer
la respuesta de Dios: allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la
muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte. En el silencio de la Cruz
calla el fragor de las armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón,
del diálogo, de la paz. Quisiera pedir al Señor, - añadía el Papa Bergoglio - que
nosotros cristianos y los hermanos de las otras religiones, todos los hombres y mujeres
de buena voluntad gritasen con fuerza: ¡La violencia y la guerra nunca son el camino
para la paz!»
Los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa recuerdan que
la palabra 'paz' atraviesa todo el Evangelio: eterna novedad de vida para los hombres
de todos los tiempos. La paz constituye el hilo conductor que, partiendo del anuncio
del nacimiento de Jesucristo, desvela el don para la humanidad amada por Dios: Gloria
a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Don real, concreto,
fruto de una justicia que tiene su raíz en el reconocimiento y respeto de los derechos
del hombre. En la oración depositamos la esperanza de que el Señor de la Paz dirija
su mirada a este mundo, tan inquieto y afligido.