El Papa un domingo más en sus parroquias con los más pobres
(RV).- (audio) Una invitación a confiar
en Jesús, el único que nunca decepciona y que vino para quitar todos los pecados del
mundo. Éste fue el tema de fondo de la alegre y cálida visita que el Papa Francisco
realizó ayer por la tarde a la parroquia romana del Sagrado Corazón en Castro Pretorio
dirigida por los salesianos, cerca de la estación Termini. Casi cuatro horas estuvo
el Obispo de Roma con sus parroquianos en un ambiente familiar, marcados por muchos
momentos memorables: la reunión con los refugiados, con las personas sin hogar, con
los niños, los recién casados y con toda la comunidad religiosa. Una gran hospitalidad
y un clima afable abrazaron al Papa desde su llegada.
Francisco desarrolló
la homilía de la Misa en torno a la imagen del Evangelio dominical: Juan el Bautista
da testimonio de Jesús, "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". ¿Cómo
un cordero en su debilidad puede quitar todos los pecados y males del mundo? "Con
mansedumbre y amor ", fue la respuesta del Papa:
"Tan débil Jesús: como
un cordero. Pero ha tenido la fuerza para tomar sobre sí todos nuestros pecados: todos.
"Pero, Padre, usted no sabe de mi vida: tengo uno que... ni siquiera puedo llevarlo
con un camión...". Muchas veces, cuando nos fijamos en nuestra conciencia, nos encontramos
con algunos que son grandes, ¿eh? Pero Él puede con todos".
Jesús perdona
todo, erradica el pecado, prosiguió el Papa. Y Juan el Bautista invita a cada persona
a crecer en su fe en Jesús "La fe en el Señor - dijo el Papa - es la clave del éxito
en la vida":
"Y esa es una apuesta que debemos hacer: confiarse a Él y
Él nunca decepciona. Nunca, ¿eh? ¡Nunca! Oíd bien, chicos y chicas, que ahora empezáis
vuestra vida: Jesús nunca decepciona. Nunca".
El Papa ayudó a los fieles,
que llenaban la iglesia, a "encontrar" a Jesús en el río Jordán, allí donde hace dos
mil años lo encontró Juan:
"Y ahora les invito a hacer una cosa: cerremos
los ojos; imagínense aquella escena, allí, en la orilla del río, y Juan bautizando
a Jesús que pasa. Y escuchemos la voz de Juan: "He aquí el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo". Miremos a Jesús y en silencio, cada uno de nosotros, diga alguna
cosa a Jesús desde su corazón, en silencio. Que el Señor Jesús, que es manso, que
es bueno - es un cordero - que vino a quitar los pecados, nos guíe en el camino de
nuestra vida. Así sea".
La del Sagrado Corazón de Jesús, en Castro Pretorio,
fue la cuarta parroquia visitada por el Papa Francisco. La primera en el centro de
Roma, confiada a los salesianos que aquí llevan adelante una realidad de "periferia
existencial".
El que Papa llegó bajo la lluvia, que definió como "una bendición",
se reunió primero con unas 60 personas sin hogar, luego con un centenar de jóvenes
refugiados, algunos de ellos llegados de Lampedusa; luego fue el turno de los niños
recién bautizados y de cónyuges recién casados. El Papa hizo un llamamiento a compartir
los bienes materiales y espirituales, incluso entre personas de diferentes religiones,
porque "Dios - dijo - es uno solo y siempre el mismo".
Un momento vivido con
intensidad espiritual fue el de la confesión dada por el Papa a cinco personas. Una
canción en español durante la misa, el mate ofrecido por la comunidad religiosa y
la imagen de la Virgen de Luján, patrona de Argentina, en el presbiterio, fueron signos
de calor y el afecto de la parroquia al Santo Padre que le invitó a sentirse como
en casa", en familia ":
Me siento como en casa, entre ustedes. Gracias.
Porque uno puede ir a hacer una visita y encontrar mucha educación, todo el protocolo,
pero sin calor humano. Entre vosotros he encontrado el calor de la acogida, como en
una familia. Y hoy he entrado yo, y me siento como en casa, como en familia. Muchas
gracias. " (ER RV)