En el espíritu de Aparecida, con el P. Antonio Grande
(RV).- (Con audio)
El Documento de
Aparecida madura la reflexión pastoral latinoamericana que dialoga con los hombres
de nuestros pueblos y sus inquietudes de justicia y dignidad, y se replantea el modo
de realizar el servicio evangelizador. Discierne a la luz de la Palabra de Dios y
la guía del Espíritu Santo la necesidad de un cambio de estilo pastoral. Se trata
de pasar de un modo en el que el pastor de la comunidad espera que los fieles vengan
a buscarlo, es decir, de un “administrar” los frutos de la evangelización ya realizada,
a un estilo misionero de salir al encuentro de sus ovejas acompañando sus búsquedas
y desafíos. Presenta el párroco, como el animador de una comunidad de discípulos misioneros.
“La
renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes
que están al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico
discípulo de Jesucristo… al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive
el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración”
(DA 201).
Y, en la Conclusión, invita a los obispos a asumir el desafío
de realizar la Misión Continental, ejercitando los medios necesarios para animar en
sus iglesias particulares un estado permanente de misión.
“Este despertar
misionero, en forma de una Misión Continental requerirá la decidida colaboración de
las Conferencias Episcopales y de cada diócesis en particular. Buscará poner a la
Iglesia en estado permanente de misión. Llevemos nuestras naves mar adentro, con el
soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia
de Dios nos deparará grandes sorpresas” (A 551).
El Papa Francisco en
El gozo del Evangelio, su proyecto programático motivador y orientador de un tiempo
nuevo de acción evangelizadora, llama a una conversión pastoral y misionera. Observa
que el servicio pastoral no debe quedarse encerrada en un modo de evangelizar que
se usó en el pasado, sino despertar e ir al encuentro de las inquietudes de los pueblos
y sus culturas, establecer con ellos un diálogo. “No ignoro que hoy los documentos
no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados. No
obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático
y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios
necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no
puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una «simple administración»” (Documento
de Aparecida, 201). Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un «estado
permanente de misión» (Aparecida, 551) (EG 25).
Francisco fue
actor y es testigo de la experiencia de renovación misionera emprendido por la Iglesia
en Latinoamérica y El Caribe. Usa las expresiones de ese documento porque está convencido
de la fuerza transformadora de la fe que se confía a las mociones del Espíritu de
Jesús y sale, se abre al encuentro y al diálogo con sus hermanos y su lucha en la
vida cotidiana. Esta conversión pastoral posibilitará engendrar un estilo adecuado
de renovado influjo evangelizador.