(RV).- (Con audio) «Dios está siempre
presente para suscitar hombres nuevos y purificar el mundo del pecado que lo envejece
y corrompe». Lo dijo el Papa Francisco al rezar el Ángelus del pasado 5 de enero,
segundo domingo después de Navidad: «Por cuanto la historia humana y personal de cada
uno esté marcada por dificultades y debilidades, la fe en la Encarnación nos dice
que Dios es solidario con el hombre y su historia». La luz del amor de Dios «que se
hizo plenamente Dios-con nosotros» es una estrella que brilla aún hoy, un don que
«no tiene ocaso». Es manantial de entusiasmo y esperanza de los cristianos: aun en
nuestra pobreza, «sabemos que Dios nos ama, nos visita, nos acompaña. Ayer y hoy el
hombre tantas veces prefiere la cerrazón de sus errores y la angustia de sus pecados,
pero «Jesús no se da por vencido, nunca deja de ofrecerse a sí mismo y su gracia que
nos salva».
En el clima de alegría, típico de este tiempo de Navidad, deseo
anunciar que del 24 al 26 del próximo mes de mayo, si Dios quiere, voy a realizar
una peregrinación a Tierra Santa. El propósito principal es para conmemorar el histórico
encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que tuvo lugar exactamente
el 5 de enero, como hoy, de hace 50 años. Las tres etapas serán: Amman, Belén y Jerusalén.
Tres días. En el Santo Sepulcro celebraremos un Encuentro Ecuménico con todos los
representantes de las Iglesias cristianas de Jerusalén, junto con el Patriarca Bartolomé
de Constantinopla. A partir de ahora les pido que oren por esta peregrinación, que
será una peregrinación de oración.
El 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía
del Señor, el Papa Francisco celebró la Santa Misa en la Basílica de San Pedro. En
su homilía, el Santo Padre recordó que el recorrido de los Magos de Oriente, que siguiendo
una luz, buscaban a la verdadera Luz, simboliza el destino de cada ser humano: para
todos la vida es un camino iluminado por las luces que aclaran el camino, en busca
de la verdad y del amor que nosotros, los cristianos, reconocemos en Jesús, Luz del
mundo. En este camino nuestro, recordó el Papa, nos ayuda a no caer en las insidias
del mal la santa “astucia”, la sagacidad espiritual que los Magos supieron usar cuando,
al regreso de Belén, no volvieron a lo de Herodes, sino que regresaron a sus casas
por otro camino. El ejemplo de los Magos, dijo Francisco, nos enseña a mirar hacia
arriba, hacia la estrella de los auténticos deseos del corazón, y a no contentarnos
con la mediocridad y la apariencia. Y concluyó diciendo: “Es necesario ir más allá,
más allá de la oscuridad, más allá de la fascinación de las Sirenas, más allá de la
mundanidad, más allá de las tantas modernidades que hay hoy, ir hacia Belén, allá
donde, en la sencillez de una casa de periferia, entre una mamá y un papá llenos de
amor y de fe, resplandece el Sol nacido de lo alto, el Rey del universo. Siguiendo
el ejemplo de los Magos, con nuestras pequeñas luces, busquemos la Luz y custodiemos
la fe. ¡Así sea!”.
Una muchedumbre de fieles rezó el Ángelus con el Papa Francisco
en la Plaza de San Pedro el 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor. Antes
de la oración mariana, el Santo Padre explicó que la Epifanía pone de manifiesto la
apertura universal de la Salvación traída por Jesús. Y dijo que esta fiesta nos hace
ver un dúplice movimiento: por una parte el movimiento de Dios hacia el mundo, hacia
la humanidad, y, por otra, el movimiento de los hombres hacia Dios. Pero la iniciativa,
recordó el Papa, es de Dios. Y añadió: “¡El amor de Dios viene siempre antes que el
nuestro! Él siempre toma la iniciativa. Él nos espera, Él nos invita, la iniciativa
es siempre suya. Jesús es Dios que se ha hecho hombre, se ha encarnado, ha nacido
por nosotros. La nueva estrella que apareció a los Sabios era el signo del nacimiento
de Cristo. Si no hubieran visto la estrella, aquellos hombres no habrían partido.
La luz nos precede, la verdad nos precede, la belleza nos precede. Dios nos precede.
El profeta Isaías decía que Dios es como la flor del almendro. Porque en aquella tierra
el almendro es el primero que florece. Y Dios siempre precede, siempre es el primero
en buscarnos, Él da el primer paso. Dios nos precede siempre. Su gracia nos precede.
Y esta gracia ha aparecido en Jesús. Él es la epifanía. Él, Jesucristo, es la manifestación
del amor de Dios”.
El 8 de enero el Papa celebró su primera audiencia general
del 2014, en la Plaza de San Pedro. En esta ocasión Francisco comenzó una nueva serie
de catequesis sobre los Sacramentos, iniciando por el Bautismo, a pocos días de la
fiesta del Bautismo del Señor. El Bautismo es el sacramento sobre el que se funda
nuestra fe y que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia. Junto
a la Eucaristía y a la Confirmación, forma la llamada “Iniciación cristiana”, que
constituye como un único gran evento sacramental que nos configura al Señor y hace
de nosotros un signo vivo de su presencia y de su amor. Y es necesario, no es un acto
formal, toca en profundidad la existencia cristiana, siguiendo el ejemplo de Jesús.
El Papa insistió mucho sobre la idea de que el Bautismo, recibido normalmente de recién
nacidos, no es un evento del pasado que se produjo sólo por voluntad de los padres.
En efecto, en virtud del Bautismo, liberados del pecado original, somos injertados
en la relación de Jesús con Dios Padre; somos portadores de una esperanza nueva, que
nada ni nadie puede extinguir; somos capaces de perdonar y de amar también a quien
nos ofende y a quien nos hace el mal; logramos reconocer en los últimos y en los pobres
el rostro del Señor que nos visita y se hacer cercano. En fin el Papa destacó que
Bautismo es un evento eclesial, porque es la Iglesia la que sigue generando nuevos
hijos en Cristo, en la fecundidad del Espíritu Santo.
Producción de María
Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la
semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45
y 03,20 UTC.