Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar
En el Espíritu de Aparecida, con el P. Antonio Grande
(RV).- (con audio)
La Iglesia
es guiada por el Espíritu de Jesús, el primer y más grande evangelizador. Su acción
evangelizadora es rica y compleja, la desarrollan los diversos miembros del Pueblo
de Dios observando la realidad del pueblo civil en que se inserta.
Esta acción
es un dinamismo que adquiere la forma de un camino evangelizador que acompaña la búsqueda
de vida plena del Pueblo de Dios en su caminar peregrino. Acompaña toda la vida de
quienes responden, e inventa modos para acercarse a quienes en algún momento se alejaron
de la Iglesia, o todavía no se encontraron con el Señor.
El Documento de Aparecida
advirtió que, la gente sincera que se aparta de nuestra Iglesia, no siempre lo hace
por lo que descubre en otros grupos religiosos, sino porque no encuentra respuestas
a sus inquietudes en nuestras comunidades (cf. DA 225). Promueve cuatro ejes para
la renovación de las comunidades cristianas: la experiencia religiosa desde un renovado
anuncio de Cristo y el testimonio de los evangelizadores; la vivencia de ser parte
de la comunidad eclesial y responsable de su acción; la formación bíblico-doctrinal
que profundiza el trato con la Palabra de Dios y los contenidos de la fe; y el compromiso
misionero de todos hacia los alejados (cf. DA 226).
Ahora, el Papa Francisco
en El gozo del Evangelio advierte el gran riesgo que genera la oferta de consumo y
de placeres superficiales, que engendran la tristeza individualista en un corazón
cómodo y avaro (GS 2). Llama a los cristianos a renovar su encuentro con Jesús para
que la Iglesia emprenda con una nueva etapa evangelizadora. Destaco cómo èl describe
a la Iglesia en un renovado servicio para la venida del Reino de Dios entre los hombres.
Usa cinco verbos que mueven a la acción concreta.
“La Iglesia en salida es
la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan,
que fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La comunidad
evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el
amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo,
salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para
invitar a los excluidos” (EG 24).
Animada por la actitud misericordiosa de
su Maestro, la Iglesia se involucrará con espíritu solidario en el servicio de sus
hermanos abajándose cuanto sea necesario. Así, podrá acompañarlos en sus procesos
de dignificación con renovada paciencia, por más duros que sean. Este estilo pastoral
con “olor a oveja” permite ser reconocido y aceptado, podrá fructificar encontrando
la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida
nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados.
Continúa enseñando
el Papa: “Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar».
Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización.
La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia
diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la
belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora
y fuente de un renovado impulso donativo” (EG 24).