Injertados en la relación de Jesús con el Padre por el Bautismo en el Espíritu
(RV).- (con audio) “Por el Bautismo
nos sumergimos en la fuente inagotable de vida, que proviene de la muerte de Jesús.
Así podemos vivir una vida nueva, de comunión con Dios y con los hermanos”, enseña
Papa Francisco en su catequesis del 8 de enero de 2014
“¿Quién de ustedes conoce
la fecha del Bautismo? – Preguntó Francisco en italiano- ¡Levante la mano! Son pocos.
¡Pero es importante conocer qué día fui inmerso en la corriente de salvación de Jesús!
Y me permito darles un consejo, un trabajo. Pregunten en casa la fecha de su bautismo.
¿Lo harán? ¡Sí, porque es conocer una fecha feliz!
La fiesta del Bautismo de
Jesús por Juan Bautista en el Jordán coincide con el inicio de las catequesis sobre
los Sacramentos de la Iglesia, por los que Dios se hace presente y actúa en nuestra
vida. Los Sacramentos prolongan la acción de Cristo con la fuerza del Espíritu, como
explicó el Obispo de Roma. Esta acción salvadora y vivificante de Cristo que afecta
en profundidad nuestra existencia, comienza con el Bautismo, con el cual somos sumergidos
en la fuente inagotable de la vida, que proviene de la muerte de Jesús, afirmó el
Vicario de Cristo.
Pero ¿es verdaderamente necesario el Bautismo para vivir
como cristianos y seguir a Jesús? ¿No es en el fondo un simple rito, un acto formal
de la Iglesia para dar el nombre al niño o a la niña? se preguntó el Sucesor de Pedro
en italiano. Y ha respondido que por la fuerza del Bautismo, liberados del pecado
original somos injertados en la relación de Jesús con Dios Padre, para ser portadores
de una nueva esperanza que nada ni ninguno puede apagar, que nos hace capaces de perdonar
y de amar también a quien nos ofende y nos hace mal y logramos reconocer en los últimos
y en los pobres el rostro del Señor que nos visita y se hace cercano.
¿Una
persona puede bautizarse a sí mismo? Preguntó el Papa a la multitud y concluyó en
italiano afirmando que como necesitamos alguno que nos confiera el Bautismo, la Iglesia
como una madre continúa generando nuevos hijos en Cristo, con la fecundidad del Espíritu.
jesuita
Guillermo Ortiz - RV
Síntesis de la catequesis del Papa en español
Queridos
hermanos y hermanas: Hoy comenzamos una serie de catequesis sobre los sacramentos,
que son el centro de la fe cristiana, por los que Dios comunica su gracia, se hace
presente y actúa en nuestra vida. Los siete sacramentos de la Iglesia prolongan en
la historia la acción salvífica y vivificante de Cristo, con la fuerza del Espíritu
Santo. El Bautismo es el sacramento sobre el que se fundamenta nuestra fe
y nos hace miembros vivos de Cristo y de su Iglesia. No es un simple rito o un hecho
formal, es un acto que afecta en profundidad la existencia. Por él, nos sumergimos
en la fuente inagotable de vida, que proviene de la muerte de Jesús. Así podemos vivir
una vida nueva, de comunión con Dios y con los hermanos. Aunque muchos no tenemos
el mínimo recuerdo de la celebración de este sacramento, estamos llamados a vivir
cada día aspirando a la vocación que en él recibimos. Si seguimos a Jesús
y permanecemos en la Iglesia, con nuestros límites y fragilidades, es gracias a los
sacramentos por los que nos convertimos en nuevas creaturas y somos revestidos de
Cristo.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a
los grupos provenientes de España, Argentina, Bolivia, Venezuela, México y los demás
países latinoamericanos. Invito a todos a experimentar en la vida de cada día la gracia
que recibimos en el Bautismo, siendo verdaderos hermanos y hermanas de Cristo y verdaderos
miembros de la Iglesia. Feliz año a todos. Muchas gracias.
Texto
completo de la Catequesis del Papa en italiano traducida al español:
Queridos hermanos
y hermanas:
Hoy iniciamos una serie de Catequesis sobre los Sacramentos, y
la primera es acerca del Bautismo. Por una feliz coincidencia, el próximo domingo
es justamente la fiesta del Bautismo del Señor.
1. El Bautismo es el sacramento
sobre el cual se funda nuestra misma fe y que nos injerta como miembros vivos en Cristo
y en su Iglesia. Junto a la Eucaristía y a la Confirmación, forma la así llamada “Iniciación
cristiana”, la cual constituye como un único, gran evento sacramental que nos configura
al Señor y hace de nosotros un signo vivo de su presencia y de su amor.
Puede
nacer en nosotros una pregunta: ¿pero es de verdad necesario el Bautismo para vivir
como cristianos y seguir a Jesús? ¿No es en el fondo un simple rito, un acto formal
de la Iglesia para dar el nombre al niño o a la niña? ¿Es una pregunta que puede venir,
no? Y a tal propósito, es iluminante lo que escribe el apóstol Pablo: “¿No saben que
quienes hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte?
Por medio del Bautismo, entonces, hemos sido sepultados junto a Él en la muerte para
que, como Cristo fue resucitado entre los muertos por medio de la gloria del Padre,
así también nosotros podamos caminar en una vida nueva” (Rm 6, 3-4). Por lo
tanto ¡no es una formalidad! Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia.
No es lo mismo, un niño bautizado o un niño no bautizado: no es lo mismo. No es lo
mismo una persona bautizada o una persona no bautizada.
Nosotros, con el
Bautismo, somos sumergidos en aquella fuente inagotable de vida que es la muerte de
Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor, podemos
vivir una vida nueva, no más a la merced del mal, del pecado y de la muerte, sino
en la comunión con Dios y con los hermanos.
2. Muchos de nosotros no tenemos
el mínimo recuerdo de la celebración de este Sacramento y, es obvio, si hemos sido
bautizados poco después del nacimiento. Pero yo he hecho esta pregunta dos o tres
veces, aquí en la plaza: quién de ustedes conoce la fecha de su Bautismo, levante
la mano. ¿Quién la sabe? ¿Eh, pocos, eh? Pocos. Pero es importante, es importante
conocer cuál ha sido el día en el que yo he sido sumergido, puesto justamente en aquella
corriente de salvación de Jesús. Y me permito darles un consejo. Pero, más que un
consejo, una tarea para hoy. Hoy, en casa, busquen, pregunten la fecha del Bautismo
y así sabrán cuál ha sido el día tan bello del Bautismo. ¿Lo harán? (La gente responde:
¡sí!) No siento entusiasmo, ¿eh? ¿Lo harán? (La gente grita más fuerte: ¡sí!) ¡Eh,
sí! Porque es conocer una fecha feliz, aquella de nuestro Bautismo. El riesgo de
no saberlo es perder la memoria de aquello que el Señor ha hecho en nosotros, la
memoria del don que hemos recibido. Entonces terminamos por considerarlo sólo como
un evento que ha sucedido en el pasado – y ni siquiera por voluntad nuestra, sino
de nuestros padres – por lo tanto no tiene más ninguna incidencia en el presente.
Debemos despertar la memoria de nuestro Bautismo: despertar la memoria del Bautismo.
Estamos llamados a vivir nuestro Bautismo cada día, como realidad actual en nuestra
existencia. Si logramos seguir a Jesús y a quedarnos en la Iglesia, aún con nuestros
límites, con nuestras fragilidades y nuestros pecados, es justamente por el Sacramento
en el cual nos hemos transformado en nuevas criaturas y hemos sido revestidos de Cristo.
Es por la fuerza del Bautismo, de hecho que, liberados del pecado original, somos
injertados en la relación de Jesús con Dios Padre; que somos portadores de una esperanza
nueva, porque el Bautismo nos da esta esperanza nueva: la esperanza de andar en la
vía de la salvación, toda la vida. Y a esta esperanza nada y nadie la puede apagar,
porque la esperanza no defrauda. Recuerden: es verdad esto. La esperanza del Señor
no defrauda nunca. Gracias al Bautismo somos capaces de perdonar y de amar también
a quien nos ofende y nos hace mal; logramos reconocer en los últimos y en los pobres
el rostro del Señor que nos visita y se hace cercano. Y esto, el Bautismo, nos ayuda
a reconocer en el rostro de las personas necesitadas, en los sufrientes, también
de nuestro prójimo, el rostro de Jesús. Es gracias a esta fuerza del Bautismo.
3.
Y un último elemento, que es importante. Y hago una pregunta: ¿una persona puede bautizarse
a sí misma? (la gente responde: ¡no!) No escucho: (la gente grita más fuerte: ¡no!)
¿Están seguros? (La gente responde: ¡sí!) No se puede bautizar: ¡nadie puede bautizarse
a sí mismo! Nadie. Podemos pedirlo, desearlo, pero tenemos siempre necesidad de alguien
que nos confiera este Sacramento en el nombre del Señor. Porque el Bautismo es un
don que es otorgado en un contexto de solicitud y comunión fraternal. Siempre en la
historia, uno bautiza al otro, al otro, al otro... es una cadena. Una cadena de gracia.
Pero yo no puedo bautizarme solo: tengo que pedir a otro el Bautismo. Es un acto de
fraternidad, un acto de filiación a la Iglesia. En la celebración del Bautismo podemos
reconocer los lineamientos más genuinos de la Iglesia, la cual, como una madre, continúa
a generar nuevos hijos en Cristo, en la fecundidad del Espíritu Santo.
Pidamos
entonces de corazón al Señor que podamos experimentar siempre más, en la vida de cada
día, esta gracia que hemos recibido con el Bautismo. Encontrándonos, nuestros hermanos
puedan encontrar unos verdaderos hijos de Dios, verdaderos hermanos y hermanas de
Jesucristo, verdaderos miembros de la Iglesia. Y no se olviden la tarea de hoy ¿eh?,
que era: buscar, preguntar la fecha de mi Bautismo. Y como yo sé mi fecha de nacimiento,
así también debo conocer la fecha de mi Bautismo, porque es un día de fiesta. Gracias.
Traducción del italiano: Cecilia Mutual y jesuita Guillermo Ortiz.