“Menos desigualdades, más diferencias”. Tema del Tercer Festival de la Doctrina Social
de la Iglesia de Verona a cuyos participantes el Papa envió un videomensaje
(RV).- (Con audio) Del 21 al 24 de este
mes de noviembre se celebra en la ciudad italiana de Verona el Tercer Festival de
la Doctrina Social de la Iglesia. Por esta razón anoche, a las 20,30 el Papa Francisco
envió un videomensaje en el que saluda a todos los participantes reunidos bajo el
tema “Menos desigualdades, más diferencias”. De modo particular, el Santo Padre saluda
a su Obispo, Monseñor Zenti junto al Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga que
abrió los trabajos de esta iniciativa, sin olvidar al Padre Vincenzi quien desde hace
años coordina este Festival.
“Menos desigualdades, más diferencias” es
un título que evidencia la riqueza plural de las personas como expresión de los talentos
personales y toma las distancias de la homologación que mortifica y vuelve desiguales.
Quisiera traducir el título en una imagen: la esfera y el poliedro. La esfera puede
representar la homologación, como una especie de globalización: es lisa, sin facetas,
igual a sí misma en todas sus partes. El poliedro tiene una forma similar a la esfera,
pero está compuesta por muchas caras. Me gusta imaginar la humanidad como un poliedro,
en el que las formas múltiples, expresándose, constituyen los elementos que componen,
en la pluralidad, a la única familia humana. Y esta sí es una verdadera globalización.
La otra globalización – la de la esfera – es una homologación.
El Papa
Francisco también dirigió su pensamiento a los jóvenes y ancianos:
El reconocimiento
de las diferencias valoriza a las personas a diferencia de la homologación, que es
el riesgo de descartarlas porque no son capaces de comprender el significado. Hoy
los jóvenes y los viejos son considerados descartables porque no responden a las lógicas
productivas en una visión funcionalista de la sociedad, no responden a ningún criterio
útil de inversión. Se dice son “pasivos”, no producen, en la economía del mercado
no son sujetos de producción. Pero no debemos olvidar que los jóvenes los viejos
llevan, cada uno, una gran riqueza: ambos son el futuro de un pueblo.
Tras
recordar que los jóvenes son la fuerza para ir adelante mientras los ancianos son
la memoria del pueblo y la sabiduría Francisco afirma que no puede existir un desarrollo
auténtico, ni un crecimiento armonioso si se niega la fuerza de los jóvenes y la memoria
de los viejos. Porque un pueblo que no se ocupa de los jóvenes ni de los ancianos
no tiene futuro. Por esta razón, dice, “debemos hacer todo lo posible para evitar
que nuestra sociedad produzca un descarte social y debemos empeñarnos todos para mantener
viva la memoria, con la mirada dirigida hacia el futuro.
Después de destacar
que el porcentaje de los jóvenes sin trabajo en este momento en algunos países llega
a superar el 40 por ciento, el Papa afirma que se trata de una “hipoteca”, una “hipoteca
para el futuro”, y que si esto no se resuelve pronto, podemos tener la seguridad de
que el futuro será demasiado débil e incluso inexistente.
Un pensamiento
va también a la Doctrina Social de la Iglesia: el Magisterio social es un gran punto
de referencia. Representa una orientación fruto de reflexión y de una operatividad
virtuosa. Es muy útil para no perderse. Quien trabaja en la economía y en las finanzas
seguramente se siente atraído por el beneficio y si no está atento, se pone al servicio
del mismo beneficio. Así se vuelve esclavo del dinero. La Doctrina Social contiene
un patrimonio de reflexiones y de esperanzas que es capaz, también hoy, de orientar
a las personas y de conservarlas libres. Se necesita coraje, pensamiento y la fuerza
de la fe para estar dentro del mercado, para estar dentro del mercado, guiados por
una conciencia que ponga en el centro la dignidad de la persona, no el ídolo dinero.
Por último, y antes de despedirse, Francisco dirige un pensamiento a la
“cooperación”, teniendo en cuenta que ha tenido la oportunidad de encontrarse con
algunos representantes del mundo de las cooperativas.
Y antes de manifestar
su deseo de que puedan “revestir de novedad la continuidad”, a imitación del Señor,
que nos hace ir adelante con sorpresas, con novedades, el Papa también compartió
un recuerdo personal:
Yo recuerdo – era un muchacho – tenía 18 años, era
el 1954, y escuché a mi padre que hizo una conferencia sobre el cooperativismo cristiano,
y desde aquel tiempo me entusiasmé con esto, he visto que aquel era el camino. Es
precisamente el camino para una igualdad, pero no para la homogeneidad, una igualdad
en las diferencias. También económicamente es lenta. Recuerdo aún aquella reflexión
de mi papá: va adelante, lentamente, pero es segura. Cuando escucho algunas otras
teorías económicas, como la “del cobre” - no sé cómo se dice bien en italiano
[el Papa se refiere a las teorías sobre las materias primas que arrastran los ciclos
económicos] la experiencia nos dice que ese camino no va.