El Papa Francisco a las comunidades de clausura: “María es la mujer de la espera y
de la esperanza que nunca flaquea”
(RV).- (Con audio) “María es la madre
de la esperanza y de ella nació la enseñanza de mirar al futuro con esperanza”. Este
fue el mensaje que el Papa Francisco entregó este jueves por la tarde a las monjas
benedictinas camaldulenses del Aventino de Roma, en ocasión de su visita al monasterio
de San Antonio Abad, en la Jornada de las Claustrales, dedicada a todas las comunidades
de clausura. Dio la bienvenida al Santo Padre la abadesa, Sor Michela Porcellato,
luego el Pontífice celebró con la Comunidad las Vísperas.
Francisco, dirigiéndose
a las religiosas, celebró a la Virgen María, imagen de la esperanza cristiana, que
conocía y amaba a Jesús como ninguna otra criatura, y con quien estableció un vínculo
de parentesco, incluso antes de dar a luz:
“Se convierte en discípula y madre
de su Hijo en el momento que acoge las palabras del Ángel y dice: "He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí según tu palabra". Este "hágase en mí" no es sólo aceptación,
sino también apertura al futuro: ¡es esperanza! ¡Este "hágase en mí" es esperanza!”
María
es la Madre de la esperanza. A las monjas que le escuchan, y a la abadesa, el Papa
recuerda todos los “sí” de la vida de María, desde la Anunciación, que son, de hecho,
"el icono más expresivo de la esperanza cristiana":
“María no sabía cómo podía
ser madre, pero se confió totalmente al misterio que iba a cumplirse, y se ha convertido
en la mujer de la espera y de la esperanza”.
El Papa da cuenta de la María
de Belén para el nacimiento de Jesús; la María, en Jerusalén para la presentación
en el templo. María es consciente de cómo la misión y la identidad de aquel Hijo,
que se hizo Maestro y Mesías, supera su ser madre y al mismo tiempo puede generar
temor, así como las palabras de Simeón y su profecía de dolor. "Y sin embargo - dijo
el Papa - ante todas estas dificultades y sorpresas del plan de Dios, la esperanza
de la Virgen nunca flaquea".
“Esto nos dice que la esperanza se nutre de la
escucha, la contemplación, la paciencia, para que los tiempos del Señor maduren”.
Incluso
cuando María se convierte en la dolorosa al pie de la cruz, afirmó Francisco, su esperanza
no cede, sino que la sostiene en la "espera vigilante de un misterio, mayor del dolor
que está por cumplirse".
“Todo parece realmente acabado; cualquier esperanza
podría decirse apagada. También ella, en ese momento, podría haber dicho, si no hubiera
recordado las promesas de la Anunciación: "¡Esto no es cierto! ¡He sido engañada!".
Y no lo hizo”.
María creyó. Su fe le ha hecho esperar con esperanza en el futuro
de Dios. Una esperanza, que según el Santo Padre, hoy el hombre no logra tener.
“Muchas
veces pienso: "¿Sabemos esperar el mañana de Dios, o queremos el hoy, el hoy, el hoy?".
El futuro de Dios es para ella el amanecer de aquel día, el primero de la semana.
Nos hará bien pensar en la contemplación, en el abrazo del hijo con la madre”.
En
conclusión, observando aquella "lámpara encendida en el sepulcro de Jesús", que "es
la esperanza de la madre", y en ese momento también "la esperanza de la humanidad",
el Papa preguntó:
“¿... en los monasterios esta lámpara todavía está encendida?
¿En los monasterios se espera en el futuro de Dios?”
“María es, pues, el testimonio
sólido de la esperanza -dijo el Obispo de Roma-, presente en cada momento de la historia
de la salvación:
“Ella, la madre de la esperanza, nos sostiene en los momentos
de oscuridad, de dificultad, de desaliento, de derrota aparente, en las verdaderas
derrotas humanas. Que María, nuestra esperanza, nos ayude a hacer de nuestra vida
una ofrenda grata al Padre Celestial, un regalo alegre para nuestros hermanos, una
actitud que siempre mire hacia el futuro”.