(RV).- (Con audio) Respondiendo a un
deseo del Papa Francisco, las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias
Sociales junto a la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos,
organizaron un seminario los días 2 y 3 de noviembre en la Casina Pío IV para abordar
el tema de la trata de personas y la esclavitud moderna a fin de establecer el real
estado de la situación y una agenda para combatir este horrible crimen.
Por
ejemplo, hoy la ciencia puede proveer contra esta nueva forma de esclavitud instrumentos
antes desconocidos, tales como un registro informático del ADN para cotejar tanto
los datos genéticos de los niños desaparecidos (incluso por adopciones ilegales)
como los de los familiares que los reclaman.
A nadie se le ocurre negar hoy
que “la trata de personas constituye un crimen escandaloso contra la dignidad humana
y una violación grave de los derechos humanos fundamentales”, además de ser un evidente
acelerador de lucro criminal en nuestra centuria.
Ya el Concilio Ecuménico
Vaticano II establecía, perentoriamente, que “la esclavitud, la prostitución, la
trata de blancas y de jóvenes, así como las condiciones laborales degradantes, que
reducen al trabajador al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad
y a la responsabilidad de la persona humana” son “infamantes” y “degradan la civilización
humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias
al honor debido al Creador”.
En uno de los pocos documentos del Magisterio
Papal sobre este crimen, el Beato Juan Pablo II afrimaba que “tales situaciones son
una afrenta a los fundamentales valores comunes a todas las culturas y pueblos, valores
enraizados en la naturaleza íntima de la persona humana”. El horrible incremento
de este crimen – concluía el Beato Papa – es un nuevo desafío para las ciencias sociales
y naturales en el contexto de la actual globalización: “el alarmante crecimiento
en la trata de seres humanos es uno de los problemas políticos, sociales y económicos
más apremiantes asociados con el proceso de la globalización; que representa una
amenaza seria a la seguridad de las naciones individuales y una cuestión de justicia
internacional que no puede ser diferida”.
Según el reciente informe de las
Naciones Unidas se comenzó a tomar seria consideración este creciente crimen sólo
a partir del año 2000, junto con los efectos negativos consecuentes a la globalización.
Y más recientemente establecieron un Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar
la trata de personas, especialmente de mujeres y niños, firmado ya por 117 Estados
partes, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional.
Según el citado informe de 2012, entre 2002 y 2010
la Organización Internacional del Trabajo estima que “globalmente, veinte millones
novecientas mil personas fueron víctimas de trabajo forzado. Esta estadística incluye
también a las víctimas de la trata de personas para la explotación laboral y sexual”.
Cada año se estima que alrededor de dos millones de personas son víctimas
del tráfico sexual, de las cuales el sesenta por ciento son niñas. El tráfico de
órganos de seres humanos es casi el 1% de esta cifra. Luego afecta a unas veinte mil
personas a las que con diferentes formas de engaño se les extraen órganos de forma
ilegal, no sin la complicidad de médicos, enfermeros y demás personal, comprometidos
mediante un juramento, en lugar de seguir el principio de Hipócrates: Primum non nocere,
es decir, “lo primero es no dañar”.
Estas escalofriantes estadísticas “representan
sólo la punta de un iceberg, ya que los criminales generalmente todo lo posible para
ocultar la detección de sus actividades”. Algunos observadores sostienen que, en
pocos años, la trata de personas superará el tráfico de drogas y de armas, y se
convertirá así en la actividad criminal más lucrativa del planeta.
Más
aún, las recientes tendencias sitúan la trata alcanzando ya el primer lugar, por
lo que lejos de ser un crimen social en retirada, tiene una presencia cada vez más
amenazante.
Somos deudores al Papa Francisco que ha sabido identificar uno
de los más dramáticos desafíos sociales de nuestra época y nos lo ha confiado,
demostrando el aprecio que tiene por las instituciones católicas que organizan el
seminario. Como él ha dicho durante la reciente canonización de la Santa mexicana
Guadalupe García Zavala “esto se llama ‘tocar la carne de Cristo’. Los pobres, los
abandonados, los enfermos, los marginados son la carne de Cristo. Y Madre Lupita tocaba
la carne de Cristo y nos enseñaba esta conducta: no avergonzarnos, no tener miedo,
no tener repugnancia a tocar la carne de Cristo. Madre Lupita había entendido qué
significa eso de ‘tocar la carne de Cristo’”.
Estas palabras del Papa Francisco
son la clara reacción desde el mensaje de Cristo a esta nueva forma de esclavitud
contemporánea, que constituye una violación aberrante de la dignidad y de los derechos
de las personas.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El
espacio “Actividades de la Santa Sede”, se transmite los martes en las emisiones informativas
de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC