REFLEXIONES EN FRONTERA jesuita Guillermo Ortiz -RV
RV.- (Audio)
Le regaló
una rosa muy hermosa, que resulta pequeñita en relación a todo el amor que le profesa
él, con tantos otros de la familia.
Al pié del cerro Tepeyac, en Méjico, se
reunieron más de 600 personas de todo el continente americano, para compartir, evaluar,
considerar un tema prioritario. Y Francisco –que en su mensaje habla de las ganas
de estar ahí presente-, envió esta rosa y también un video con un mensaje a los participantes.
Más
allá de las conclusiones; de las ponencias magistrales, acertadas, y de los distintos
aportes, que de uno u otro modo recogen la historia viva de la evangelización en el
continente y el espíritu de la gran propulsora de la Misión que es la V Conferencia
del Episcopado en Aparecida, me parece que lo más importante es que la convocatoria
se hiciera a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe, porque ella, como madre de Jesús
y nuestra es la evangelizadora de América por excelencia, con su encuentro con el
indio Juan Diego y el milagro de las rosas de castilla en invierno, que es solo un
detalle de su inmensa ternura con los pequeños y los pobres del continente, en una
visita que continúa con tantos frutos de fe.
La Virgen María de Nazaret dijo
a Juan Diego que quería una casita para derramar allí su ternura con sus hijos. Por
eso el Santuario de Guadalupe es casa de familia en América. Y como si simplemente
contemplando a la Virgen Francisco conceptualizara la acción evangelizadora de María
que siempre nos muestra a Jesús, el Papa dijo en su mensaje:
“La intimidad
de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, supone un salir de sí, un caminar
y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá”, “el objetivo de toda actividad pastoral
siempre está orientado por el impulso misionero de llegar a todos, sin excluir a nadie
y teniendo muy en cuenta la circunstancias de cada uno. Se ha de llegar a todos y
compartir la alegría de haberse encontrado con Cristo”.
Para tu Radio, Reflexiones
en Frontera, jesuita Guillermo Ortiz