(RV).- (Con audio) Dejémonos llamar por
nuestro nombre por Jesús, pidió el Papa al dirigirse a los fieles en la Plaza de San
Pedro antes de la oración del ángelus del 3 de noviembre. Francisco comentó el Evangelio
del día que relata el episodio de la conversión de Zaqueo, trepado a un árbol para
ver a Jesús. No hay profesión o condición social, no hay pecado o crimen de ningún
tipo que pueda borrar de la memoria y del corazón de Dios a uno solo de sus hijos.
“Dios recuerda”, no se olvida de ninguno de los que ha creado; Él es Padre, siempre
en espera, vigilante y amorosa, de ver renacer en el corazón del hijo el deseo del
regreso a casa. Y cuando reconoce ese deseo, incluso sencillamente insinuado, inmediatamente
Él le está a su lado, y con su perdón le vuelve más leve el camino de la conversión
y del regreso. Jesús, dijo el Papa, puede cambiarnos, puede liberarnos del egoísmo
y hacer de nuestra vida un don de amor.
Todo está en las manos de Dios. Lo
reafirmó el Papa en su homilía de la Misa celebrada el 4 de noviembre por los Cardenales
y Obispos fallecidos en el curso del año. La mano es signo de acogida y de protección,
es signo de una relación personal de respeto y de fidelidad: dar la mano, estrechar
la mano. Estos pastores acérrimos que dedicaron su vida al servicio de Dios y de los
hermanos, están en las manos de Dios – dijo Francisco –. Todo de ellos está bien custodiado
y no será corroído por la muerte. Están en las manos de Dios todos sus días entramados
de alegrías y de sufrimientos, de esperanzas y de fatigas, de fidelidad al Evangelio
y de pasión por la salvación espiritual y material de la grey que se les había encomendado.
Dios busca siempre la humanidad, también en el pecado. Y la esperanza – concluyó el
Papa – es la perspectiva de quien se encomienda a la misericordia divina.
Los
Sacramentos hacen crecer a la Iglesia. En la Audiencia General del pasado 6 de noviembre
el Pontífice prosiguió su catequesis sobre la Iglesia, hablando de la comunión en
los bienes espirituales. Miles de personas se unieron al Obispo de Roma en oración
por la pequeña Noemí, enferma. Pidiendo un momento de silencio orante, una vez más,
el Papa Bergoglio logró que los miles de fieles, que llenaban la Plaza de San Pedro,
elevaran al cielo una oración en sus corazones, junto con él.
Producción de
María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la
semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45
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