(RV).- (Con audio y video) La alegría de Dios
es encontrar a la oveja perdida, porque tiene una “debilidad de amor” por todos los
que se han extraviado: lo que dijo el Papa Francisco durante la misa en la Casa de
Santa Marta.
Al comentar las parábolas de la oveja perdida y la moneda perdida
, el Obispo de Roma explicó la actitud de los escribas y fariseos que se escandalizaron
por las cosas que Jesús hacía y murmuraban contra Él : “Este hombre es un peligro,
come con publicanos y pecadores.” Jesús – afirmó el Santo Padre -, dice que ésta “es
la música de la hipocresía” y que “a ésta hipocresía de los murmullos responde con
una parábola”:
“Él responde a la murmuración con un parábola alegre. En
este pequeño relato aparece cuatro veces la palabra alegría. ‘Y ustedes - como si
dijese – y ustedes se escandalizan por esto, pero mi Padre se alegra’. Ese es el
mensaje más profundo: la alegría de Dios que es un Dios que no le gusta perder, no
es un buen perdedor, y por eso, para no perder, sale de sí y va, busca. Es un Dios
que busca: busca a todos aquellos que están lejos de Él, como el pastor, que va en
busca de la oveja perdida.”
El trabajo de Dios – subrayó Francisco - es
“ir a buscar” para “invitar a todos a la fiesta, a los buenos y los malos”:
“Él
no tolera perder a uno de los suyos. Ésta será también la oración de Jesús, el Jueves
Santo: ‘Padre, que no pierda a ninguno de los que me has dado’. Es un Dios que camina
buscándonos y tiene una cierta debilidad de amor por los que están más alejados, que
se han perdido ...va y los busca ¿y cómo busca? Busca hasta el final, como ese pastor
que va en la oscuridad, buscando hasta que encuentra a la oveja; o como la mujer,
que cuando pierde aquella moneda enciende la lámpara, barre la casa y la busca con
cuidado. Así busca Dios. ‘¡Este hijo no lo pierdo, es mío! No quiero perderlo’. Este
es nuestro Padre: siempre nos busca.”
Luego, “cuando ha encontrado a la
oveja” y la ha traído al redil poniéndola junto a las demás, explicó el Pontífice,
ninguna debe decir: “tú estabas perdida”, sino “tú eres una de nosotras”, porque le
vuelve a dar toda la dignidad. “No hay diferencia” porque Dios “cura a todos aquellos
que ha encontrado. Y cuando hace esto es un Dios que se alegra”:
“El gozo
de Dios no es la muerte del pecador, sino su vida: es la alegría. ¡Tan lejos estaba
esa gente que murmuraba contra Jesús, tan lejos del corazón de Dios! No lo conocían.
Creían que ser religiosos, que ser personas buenas significase estar siempre bien,
ser educados y tantas veces aparentar ser educados, ¿no? Esta es la hipocresía de
la murmuración. En cambio, la alegría del Padre, Dios, es aquella del amor: nos ama.
‘¡Pero, yo soy un pecador, he hecho esto, esto, esto!’... ‘Yo te amo lo mismo y voy
a buscarte y te traigo de regreso a casa’. Este es nuestro Padre. Pensemos.”
(RC-RV)