“Episcopado es servicio, no honor”: Francisco ordenó en la Basílica de san Pedro a
dos obispos
(RV).-(audio) “Amen a los presbíteros
y a los diáconos, a los pobres y a los indefensos y velen con amor por todo el rebaño”.
Son algunas de las exhortaciones dirigidas por el Papa Francisco durante la Santa
Misa este jueves en la Basílica de San Pedro, durante la Ordenación Episcopal de Mons.
Giampiero Gloder, Presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica y de Mons. Jean
Marie Speich, Nuncio Apostólico en Ghana. El Santo Padre leyó el texto de la Homilía
ritual, prevista en el Pontifical Romano para el rito de la ordenación episcopal,
agregando espontáneamente algunas integraciones. Papa: “Quieren predicar, con
fidelidad y perseverancia, el Evangelio de Cristo? Los elegidos: “Sí, lo
quiero”. Papa: “Quieren custodiar puro e integral el depósito de la fe? Los
elegidos: “Sí, lo quiero”. Éstas y otras preguntas, dirigidas por el Obispo
de Roma, en base a la antigua tradición de los santos padres, a los dos obispos ordenandos,
fueron precedidas por la homilía. Los obispos, “custodios y dispensadores de los
ministerios de Cristo” -dijo el Papa- son llamados a seguir el ejemplo del Buen Pastor
y a servir al pueblo de Dios. Al obispo -dijo- “compete más el servir que el dominar”. “Episcopado
efectivamente es el nombre de un servicio, no de un honor. Siempre en servicio, siempre
el servicio”. Después de haber exhortado a anunciar la Palabra en toda ocasión,
oportuna y no oportuna, el Papa Francisco recordó la centralidad de la oración: “Un
obispo que no reza es un obispo a mitad de camino. Y si no reza, el Señor termina
en la mundanidad”. El servicio alimentado por la palabra -agregó el Papa- debe
ser orientado por el amor: “Amen con amor de padre y de hermano a todos los
que Dios les confía. Sobre todo amen a los presbíteros y a los diáconos. Son sus colaboradores,
son los más cercanos de los cercanos para ustedes. Nunca hagan esperar a un presbítero,
denles audiencia, respóndanles enseguida. Estén cercanos a ellos. Pero también amen
a los pobres, a los indefensos y a todos aquellos que tienen necesidad de acogida
y de ayuda. Presten particular atención a quienes no pertenecen al único redil de
Cristo, porque ellos también les han sido confiados por el Señor. Recen mucho por
ellos”. Además de servir y de amar -concluyó el Santo Padre- los obispos están
llamados a velar “por todo el rebaño”, en el nombre del Padre, de su Hijo Jesucristo
y del Espíritu Santo que da vida a la Iglesia. ER RV