(RV).- (Con
audio) Los dos millones de
personas en Roma fueron solo parte de la visibilidad que alcanzó la vida y a unidad
de la Iglesia con la beatificación de Juan Pablo II el 1 de mayo de 2011. Una porción
importante de la familia católica del mundo vibró con el mismo rostro multiplicado
en carteles, frecuencias de Radio, pantallas de video y de TV. Las estampas con la
imagen de un hombre conocido y amado universalmente, revivieron experiencias personales
fuertes de encuentro con algo del mismo Dios en la persona y el testimonio de Karol
Wojtyla. El sentir popular; ese “sensus fidelium” que se manifestó en el grito: “santo
ya” de su funeral, vibró finalmente en la voz de Benedicto XVI cuando exclamó en su
beatificación: “El día ha llegado, Juan Pablo II es beato”.
“Abran de par en
par las puertas a Cristo” repitió incansablemente JPII en sus 27 años de pontificado.
Benedicto dijo en su beatificación, que “Juan Pablo II hizo primero él mismo lo que
nos pedía”. “No tengan miedo” agregaba siempre Wojtyla en su clamoroso pedido de abrir
las puertas a Cristo. Y Benedicto indicó en su beatificación, que su predecesor “nos
enseño a no tener miedo de ser cristianos”. Por esto, una pregunta interesante para
el examen personal de conciencia es ciertamente sobre nuestro propio miedo: ¿Qué miedo
me impide abrir de par en par las puertas a Cristo en mi vida?
Abandonarme
confiadamente en manos del Señor; darle la vida entera en sacrificio de amor y como
servicio a los hermanos, es algo que naturalmente puede atemorizar. Juan Pablo II
venció en sí mismo ese miedo y con la ayuda del Señor se entregó completamente a Dios
y a la gente. ¿Y yo?
Un ruego esencial a Dios, por intercesión del querido
Juan Pablo II, es que esa vibración honda y vivificante que experimentamos con la
beatificación, se convierta en una respuesta generosa al llamado de Jesús a entrar
en nuestra vida.
Si Juan Pablo II abrió las puertas a Cristo y el Señor hizo
en él maravillas, también lo puede hacer con nosotros y por su intercesión. ¡Beato
Juan Pablo II, ruega por nosotros!