(RV).- (Audio) El padre Antonio Grande,
de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio de
rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando
de la nueva Evangelización.
El obispo, pastor del Pueblo de
Dios en la Misión Continental
El obispo, en comunión con el
episcopado y con el Santo Padre, es el primer animador pastoral en su diócesis. Los
sacerdotes somos sus colaboradores, junto a los consagrados y los laicos. Nuestros
obispos expresaron en Aparecida, con detenimiento y belleza la conciencia del don
y de la responsabilidad recibidos del Señor y de la Iglesia. (cf. A 186-190). Han
de ser testigos cercanos y gozosos de Jesucristo, Buen Pastor en medio de
su pueblo (A 187; cf. Juan 10,1-18).
“Los obispos, como pastores y
guías espirituales de las comunidades a nosotros encomendadas, estamos llamados a
`hacer de la Iglesia una casa y escuela de comunión´. Como animadores de la comunión,
tenemos la misión de acoger, discernir y animar carismas, ministerios y servicios
en la Iglesia. Como padres y centro de la unidad, nos esforzamos por presentar al
mundo un rostro de la Iglesia en la cual todos se sientan acogidos como en su propia
casa. Para todo el Pueblo de Dios, en especial para los presbíteros, buscamos ser
padres, amigos y hermanos, siempre abiertos al diálogo” (A 188).
El Papa Francisco,
en Brasil, presentó su visión de cómo los obispos, en el horizonte propuesto por Aparecida,
tienen que ejercer su misión evangelizadora.
“Quien conduce la pastoral,
la Misión Continental (sea programática como paradigmática), es el Obispo… Los Obispos
han de ser Pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre;
pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior
como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad
de vida. … Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado
y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención
sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza:
que haya sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia
los pasos de Dios en su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar con su pueblo
es triple: o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar
los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y
fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos
caminos”.
Luego, incluyéndose él entre ellos, los anima a seguir realizando
un discernimiento espiritual y pastoral que les permita asumir mejor el servicio que
se les ha encomendado.
“No quisiera abundar en más detalles sobre la persona
del Obispo, sino simplemente añadir, incluyéndome en esta afirmación, que estamos
un poquito retrasados en lo que a Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos
ayudemos un poco más a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este “hoy”
de América Latina y El Caribe. Y sería bueno comenzar por aquí”.
Expresemos
nuestro afecto filial a nuestro obispo diocesano y al Santo Padre, recemos por sus
intenciones, ofrezcamos nuestra entrega cotidiana como aporte a su gran responsabilidad
para el crecimiento de la fe del Pueblo de Dios.