(RV).-
(Con audio) Jamás acomodarse
en la comodidad y olvidar a Dios poniéndonos a nosotros mismos en el centro de la
vida. Retomando las palabras del profeta Amós, el Papa se dirigió a los catequistas
procedentes de todo el mundo, y recordó en la homilía de la misa dominical del pasado
29 de septiembre, que si perdemos la memoria de Dios, también nosotros mismos perdemos
consistencia, también nosotros nos vaciamos, perdemos nuestro rostro como el rico
del Evangelio. Si vamos detrás de los valores efímeros, nosotros mismo nos volvemos
vacíos. Tarea fundamental del catequista es hacer crecer en la fe. El catequista –
notó Francisco – es un cristiano que pone la memoria de Cristo al servicio del anuncio;
no para hacerse ver, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor,
de su fidelidad.
Al término de la ceremonia en la Plaza de San Pedro Francisco
rezó el ángelus con los numerosos fieles procedentes de diversas partes del mundo.
En particular el Papa saludó a Su Beatitud Youhanna X, Patriarca greco ortodoxo de
Antioquía y de todo el Oriente. Su presencia – dijo – nos invita a rezar una vez más
por la paz en Siria y en Oriente Medio. En fin, recordó que ayer en Croacia, fue proclamado
Beato Miroslav Bulešić, sacerdote diocesano, muerto mártir en 1947. Alabemos al Señor,
dijo, que dona a los inermes la fuerza del testimonio extremo.
Aceptar a los
pecadores, apuntar a la santidad. Lo dijo el Papa en su catequesis de la audiencia
general del 2 de octubre celebrada en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles y
peregrinos. La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores; al contrario los
acoge, también está abierta a los más alejados, llama a todos a dejarse envolver por
la misericordia, la ternura y el perdón del Padre, que ofrece a todos la posibilidad
de encontrarlo, de caminar hacia la santidad. En la Iglesia, el Dios que encontramos
no es un juez despiadado, sino que es como el Padre de la parábola evangélica. Puedes
ser como el hijo que ha dejado la casa, que ha tocado el fondo de la lejanía de Dios.
Cuando tienes la fuerza de decir: quiero volver a casa, encontrarás la puerta abierta,
Dios sale a tu encuentro porque te espera siempre, te abraza, te besa y hace fiesta.
El Señor quiere que seamos parte de una Iglesia que sabe abrir los brazos para acoger
a todos, que no es la casa de pocos, sino la casa de todos, donde todos pueden ser
renovados, transformados, santificados por su amor, los más fuertes y los más débiles,
los pecadores, los indiferentes, aquellos que se sienten desanimados y perdidos. La
Iglesia ofrece a todos la posibilidad de recorrer el camino de la santidad, que es
el camino del cristiano: nos hace encontrar a Jesucristo en los Sacramentos, especialmente
en la Confesión y en la Eucaristía; nos comunica la Palabra de Dios, nos hace vivir
en la caridad, en el amor de Dios. La Iglesia tiene el deber de acoger y todos nosotros
los cristianos debemos apuntar a lo alto, a la santidad.
Producción de María
Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la semana”,
se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20
UTC.