Tata Vasco, el obispo de la utopía:justiciero protector de los indígenas en México
América de Nuestra Esperanza (RV).- (Con audio) Con el padre Pablo
Arce Gargollo capellán de la Universidad Panamericana en Cd. de México, escritor,
filósofo, abogado e historiador especializado en el estudio de “Tata Vasco”, nos adentramos
en la apasionante historia que se remonta de cinco siglos para conocer el ánimo de
un jurista español que llega como laico letrado a la Nueva España – y que se note
bien- cuando está “en pleno” el apogeo de destrucción y saqueo de la entonces ciudad
azteca de Tenochtitlán. Se llama Vasco de Quiroga Lleva una encomienda por parte de
la corona española: aplicar la ley y verificar los atropellos. Es un hombre solo,
es laico, y también un hijo de su tiempo y cultura. Don Vasco Vázquez de Quiroga y
Alonso de la Cárcel (1488 – 1565), es conocido como “el Obispo de la Utopía”. En el
Audio que acompaña este texto de presentación nuestro profesor amigo Pablo Arce Gargollo
nos explica el porqué.
Producción de Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui
– Radio Vaticano 30 de septiembre 2013
Más datos sobre la gran obra
de Tata Vasco, el primer Obispo de Michoacán, México Tomó posesión de su diócesis
en Tzintzuntzan el 6 de agosto de 1538 exclamando: "Me arrancaron de la magistratura
y me pusieron en el timón del sacerdocio por mérito de mis pecados. A mí, inútil y
enteramente inhábil para la ejecución de tan grande empresa; a mí, que no sabía manejar
el remo, me eligieron primer Obispo de Michoacán". Para la formación cristiana
de sus fieles hizo editar un catecismo que dejó impreso y que era ya usado en la diócesis
de Jaén, donde había una iglesia que tenía una cofradía para la enseñanza de la Doctrina
Cristiana. Este catecismo es una maravilla como manual para la formación integral,
en él se atendía tanto a la parte de la fe, como la moral y la formación cultural
de las gentes. En vida dejó sólida fama de sus virtudes, a pesar de haber sido
hombre que defendió sus derechos en contra de sus colegas obispos, de los religiosos,
de los españoles y de los mismos indígenas, cuando creyó que tenía razón y justicia.
En 1530 el Rey Carlos V lo nombró Oidor de la Segunda Audiencia juntamente con
Sebastián Ramírez de Fuenleal, Arzobispo de Santo Domingo, Alonso Maldonado, Francisco
Ceynos y Juan Salmerón. Llegó a México a principios de 1531. El cambio que logró
en los indígenas purépechas fue asombroso. Los catequizó y les mostró su grande amor.
Por ese motivo los indígenas lo llamaron cariñosamente "Tata Vasco", que en lengua
purépecha significa: papá. Fundó el Hospital de Santa Fe de la Laguna para su promoción
y observancia. Regresó a México en 1535 y, en un arranque de sincero deseo por
darse a los indígenas, expresó en una carta dirigida al Consejo de Indias: "Yo
me ofrezco, con la ayuda de Dios, a poner y plantar un género de cristianos a las
derechas, como primitiva Iglesia, pues poderoso es Dios, tanto ahora como entonces,
para hacer y cumplir todo aquello que sea servido y fuese conforme a su voluntad."
Consiguió clérigos para fundar el Cabildo Catedral y proveer de ministros dignos
las parroquias. Dispuso que todas las parroquias y pueblos de regular importancia
tuvieran uno o varios hospitales para la promoción integral de las comunidades; dio
una organización comunal a los pueblos y les enseñó artes y oficios. Trabajó incansablemente
por el mejoramiento económico de las poblaciones de su obispado, organizando los mercados
de intercambio para que se beneficiaran unos pueblos con otros, complementándose con
sus distintas artesanías y productos. Se dedicó a impartir justicia a los indígenas
y fundó, para su promoción humana y cristiana, el Hospital de Santa Fe de México,
porque, como dice en su Información en Derecho: "Hay tantos indios, que son como
las estrellas del cielo y las arenas del mar y su manera de vivir es un caos y confusión,
que no se les puede instruir, ni moralizar, ni estorbarles sus borracheras e idolatrías
por no estar reducidos a pueblos." En 1533 la fama de don Vasco era tal que fue
enviado por la Segunda Audiencia como Visitador a Michoacán a pacificar a los purépechas,
que se habían revelado al dominio español por los desmanes que Nuño de Guzmán cometió
contra el Cazonci y su pueblo. Ahora se ha introducido su causa de beatificación.
Los restos mortales del Siervo de Dios don Vasco de Quiroga descansan en la ciudad
de Pátzcuaro, Michoacán, en donde se les ha erigido un mausoleo a la entrada de la
Basílica de Nuestra Señora de la Salud, aunque toda ella es una monumento a su fundador.
Murió en Pátzcuaro el 14 de marzo de 1565, a la edad de 77 años y no a los 95,
como se ha dicho tradicionalmente, habiendo dejado su diócesis bien organizada y con
59 parroquias: 34 administradas por el clero secular, 14 por frailes franciscanos
y 11 por frailes agustinos. Fuente: Encuentra.com