Llevar al mundo la luz de Cristo, ‘en’ y ‘con’ la Iglesia, amándola como madre, alienta
Papa Francisco
(RV).- (actualizado con audio) También hoy pudimos ver a miles de personas de tantas
partes del mundo en la Plaza de San Pedro, para escuchar las palabras del Papa y recibir
su bendición. Y también hoy, antes de comenzar la Audiencia General, el Papa Francisco
pasó cerca de los peregrinos, dando y recibiendo sonrisas, caricias y gestos de intensa
cercanía. Reanudando sus catequesis sobre la Iglesia en este Año de la Fe, el Santo
Padre hizo hincapié en la imagen de ‘Madre’, que destaca el Concilio Vaticano II.
Como la Virgen María, por obra del Espíritu Santo la Iglesia nos genera en la fe,
enfatizó el Obispo de Roma, exhortando a invocar «juntos al Espíritu Santo, para que
conceda fecundidad a la Iglesia, no le permita que se cierre en sí misma, y salga
a llevar la luz de Cristo hasta los confines de la tierra».
Poniendo de relieve
que la Iglesia es nuestra madre en la fe. Es la madre que genera y acompaña a sus
hijos, compartiendo con ellos las alegrías y los dolores, los fracasos y los éxitos,
las caídas y las victorias. Sabe corregir, perdonar y comprender, el Papa Bergoglio
recordó que gracias al Bautismo, nacemos como hijos de Dios. Y todos estamos llamados
a colaborar, ‘en’ y ‘con’ la Iglesia, como se ama a una madre, sabiendo comprender
también sus defectos, ayudándola a ser más bella y auténtica, en el seguimiento del
Señor. Sin olvidar la importancia de participar en la vida de la Iglesia, como parte
de ella, en una relación vital y no meramente formal.
Éstas son las palabras
del Santo Padre en nuestro idioma, resumiendo su catequesis y saludando a los peregrinos
de lengua española. Al final escucharemos al Papa que respondiendo agradecido a un
grupo de peregrinos argentinos de Salta que le ofreció un canto, los exhortó a buscar
al Señor: Palabras del
Santo Padre en español: Queridos hermanos y hermanas: Retomamos
hoy las catequesis sobre el misterio de la Iglesia, en este Año de la fe, con la imagen
de la “Madre”. El Concilio Vaticano II dice que la Iglesia es nuestra madre en la
fe, en la vida sobrenatural. Ante todo, la Iglesia es madre porque engendra
nuevos cristianos. Por el Bautismo, los hace nacer a la vida divina y establece con
ellos un vínculo vital, interior, como el de una madre con sus hijos. Además,
como buena madre, los ayuda a crecer y a ser responsables, los alimenta, los educa,
los cuida con ternura a lo largo de su vida. Así, la Iglesia nos anuncia la Palabra
de Dios como luz para el camino, nos nutre con la Eucaristía, nos procura el perdón
divino, nos sostiene en los momentos de sufrimiento y dificultad. Y, finalmente,
como todos formamos la Iglesia, su maternidad incluye también la solicitud de los
unos por los otros. Todos, pastores y fieles, estamos llamados a colaborar en la transmisión
de la fe, en el anuncio del Evangelio, en la atención a los necesitados… para hacer
fecunda a la Iglesia. Preguntémonos: ¿Honro a la Iglesia como madre? ¿Participo
en los sacramentos, escucho la Palabra de Dios en comunidad? Y sobre todo, ¿comparto
su cuidado maternal por mis hermanos? ******** Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España,
México, El Salvador, Venezuela, Paraguay, Colombia, Argentina y los demás países latinoamericanos.
Invoquemos juntos al Espíritu Santo, para que conceda fecundidad a la Iglesia, no
le permita que se cierre en sí misma, y salga a llevar la luz de Cristo hasta los
confines de la tierra. Muchas gracias. ¡No se olviden del Señor, con su
amor busca al pueblo! ¡Busquen al Señor con su amor! El amor del Señor al pueblo salteño,
devuélvanlo con el amor con que Él buscó al pueblo salteño!»
(CdM - RV)
Texto completo de la catequesis del Papa en italiano:
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy retomamos la catequesis sobre
la Iglesia en este " Año de la Fe ". Entre las imágenes que el Concilio Vaticano II
ha elegido para hacernos comprender mejor la naturaleza de la Iglesia, está la de
la "madre ": la Iglesia es nuestra madre en la fe, en la vida sobrenatural ( cfr.
Constitución dogmática Lumen gentium, 6.14.15.41.42 ). Es una de las imágenes usadas
por los Padres de la Iglesia en los primeros siglos y creo que también podría ser
útil para nosotros. ¡Para mí es una de las más bellas imágenes de la Iglesia. La Iglesia
Madre! ¿De qué forma y de qué manera la Iglesia es madre? Empecemos con la realidad
humana de la maternidad: ¿qué hace una mamá?
1. En primer lugar,
una mamá genera la vida, lleva en su seno durante nueve meses a su hijo y luego lo
abre a la vida, generándolo. Así es la Iglesia: nos engendra en la fe, a través de
la obra del Espíritu Santo que la hace fecunda, como la Virgen María. La Iglesia y
la Virgen María son madres, las dos, y lo que se puede decir de la Iglesia, se puede
decir de la Virgen, y lo que se puede decir de la Virgen, se puede decir de la Iglesia.
Ciertamente, la fe es un acto personal : "Yo creo" , yo personalmente respondo a Dios,
que se revela y quiere entrar en amistad conmigo (cfr. Enc lumen fidei, n 39) .
Pero
la fe la recibo de los demás, en una familia, en una comunidad que me enseña a decir
"yo creo", "creemos ".¡Un cristiano no es una isla! No llegamos a ser cristianos en
un laboratorio. No podemos ser cristianos solos, y con nuestras propias fuerzas, sino
que la fe es un don de Dios, que se nos da ‘en’ la Iglesia y ‘por’ la Iglesia. Es
el momento en que nos hace nacer como hijos de Dios, el momento en que nos dona la
vida de Dios, nos genera como madre. Si van al Baptisterio de San Juan de Letrán,
la catedral del Papa, en el interior hay una inscripción en latín que dice algo así
como: "Aquí nace un pueblo de linaje divino, generado por el Espíritu Santo que fecunda
estas aguas, la Iglesia Madre da a luz a sus hijos en estas olas". Es bello ¿eh? Esto
nos dice algo importante: nuestro ser parte de la Iglesia no es algo exterior, formal,
no es llenar un papel que nos dan y después... No, no, no es esto. Es un acto interior
y vital, no se pertenece a la Iglesia como se pertenece a una empresa, a un partido
o a cualquier otra organización. Los lazos son vitales, así como los que se tienen
con nuestra propia mamá. "La Iglesia es verdaderamente la madre de los cristianos"
(De moribus Ecclesiae, 1,30,62 - 63: PL 32,1336). Preguntémonos ahora: ¿cómo veo yo
a la Iglesia? ¿Me siento agradecido a mis padres porque ellos me dieron la vida, me
siento agradecido a la Iglesia porque me ha generado en la fe mediante el Bautismo?
Pero ¿cuántos cristianos recuerdan la fecha de su bautismo? Me gustaría preguntarles
a ustedes aquí - pero cada uno responda en su corazón - ¿cuántos recuerdan la fecha
de su bautismo? Algunos levantan la mano, pero ¿cuántos no la recuerdan, eh? Piensan:
creo que fue en Pascua, o en Navidad... Pero la fecha del bautismo es la fecha de
nuestro nacimiento en la Iglesia, la fecha en que la Iglesia, nuestra madre nos dio
a luz. ¡Qué lindo! Y ahora, les dejo una tarea para hacer en casa: cuando regresen
a casa, vayan a buscar cuál es la fecha de su bautismo. Para celebrarlo, para dar
gracias al Señor por este don. ¿Lo harán? (la gente responde al Papa: sí!!!)
¿Amamos
a la Iglesia como se ama a nuestra propia mamá, sabiendo incluso comprender sus defectos?
Todas las mamás tienen defectos, todos tenemos defectos, pero cuando se habla de los
defectos de la mamá, los cubrimos, los amamos, así... Y la Iglesia también tiene sus
defectos. ¿la amo, así como a mamá? ¿la ayudo a ser más bella, más auténtica en el
seguimiento del Señor ? Les dejo estas preguntas. Pero no olviden las tareas ¿eh?
Buscar la fecha de su bautismo, para llevarla en el corazón y celebrarla.
2.
Una mamá no se limita a dar la vida, sino que con mucho cuidado ayuda a sus hijos
a crecer, les da la leche, los alimenta, les enseña el camino de la vida, los acompaña
siempre con sus atenciones, con su afecto y su amor, incluso cuando son grandes. Y
en ello, sabe también corregir, perdonar, comprender, sabe estar cerca en la enfermedad,
en el sufrimiento. En una palabra, una buena mamá ayuda a los hijos a salir de sí
mismos, a no quedarse cómodamente bajo las alas maternas, como una cría de pollitos
bajo las alas de la clueca. La Iglesia, como una buena madre hace lo mismo: acompaña
nuestro crecimiento transmitiendo la Palabra de Dios, que es una luz que nos muestra
el camino de la vida cristiana, administrando los Sacramentos. Nos alimenta con la
Eucaristía, nos brinda el perdón de Dios a través del Sacramento de la Penitencia,
nos sostiene en los momentos de enfermedad con la Unción de los Enfermos. La Iglesia
nos acompaña a lo largo de nuestra vida de fe, a lo largo de toda nuestra vida cristiana.
Entonces, podemos plantearnos alguna pregunta más: ¿cuál es la relación
que tengo con la Iglesia? ¿La siento como una madre que me ayuda a crecer como cristiano?
¿Participo en la vida de la Iglesia, me siento parte de ella? ¿Mi relación es una
relación formal o es vital?
3. Un tercer y breve pensamiento. En
los primeros siglos de la Iglesia, era muy clara una realidad: la Iglesia, al tiempo
que es madre de los cristianos y " hace " cristianos, está "hecha" por ellos. La Iglesia
no es algo diferente de nosotros mismos, sino que debe ser vista como la totalidad
de los creyentes, como el "nosotros" de los cristianos: yo, tú, todos somos parte
de la Iglesia. San Jerónimo escribió : "La Iglesia de Cristo no es otra cosa que las
almas de aquellos que creen en Cristo” (Tract. Sal 86: PL 26,1084 ). Entonces,
la maternidad de la Iglesia la vivimos todos, los pastores y fieles. A veces oigo:
"Yo creo en Dios, pero no en la Iglesia... he oído que la Iglesia dice... los sacerdotes
dicen...". Pero una cosa son los sacerdotes, pero la Iglesia no está formada sólo
por los sacerdotes, ¡la Iglesia somos todos! Y si tú dices que crees en Dios y no
crees en la Iglesia, estás diciendo que no crees en ti mismo, y esto es una contradicción.
¡La
Iglesia, somos todos nosotros! ¡Todos! A partir de ese niño recién bautizado que estaba
allí, hasta los obispos, el Papa: todos. Todos somos Iglesia y todos somos iguales
ante los ojos de Dios ¡todos! Y todos estamos llamados a colaborar en el nacimiento
de la fe de nuevos cristianos, estamos llamados a ser educadores en la fe, a anunciar
el Evangelio. Cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿qué hago yo para que otros
puedan compartir la fe cristiana? ¿Soy fecundo en mi fe o estoy encerrado en mí mismo?
Cuando repito que me encanta una Iglesia no está cerrada en su recinto, sino que es
capaz de salir, de moverse, incluso con algún riesgo, para llevar a Cristo a todos
¡pienso en mí, en ti, en todos los cristianos! ¡pienso en todos! Todos participamos
de la maternidad de la Iglesia, todos somos la Iglesia: todos, para que la luz de
Cristo llegue a los confines de la tierra. ¡Y viva la Santa Madre Iglesia! Todos:
¡Viva la Santa Madre Iglesia!