JMJ: Con Cristo, acogida, fiesta y misión, por un mundo mejor, alienta Papa Francisco
(RV).- (actualizado con video, voz del Papa y texto de su catequesis en español) «La Jornada Mundial
de la Juventud nos recuerda la gran noticia de la historia: que somos amados por Dios,
que es nuestro Padre, y que Jesús ha venido a salvarnos», destacó el Papa, reanudando
sus audiencias generales, después de la tradicional pausa del verano romano. Recibido
con grandes muestras de cariño en la Plaza de San Pedro, dio comienzo a su encuentro
semanal con miles de fieles romanos y peregrinos, que acudieron para recibir su bendición
y escuchar su catequesis. Catequesis que el Santo Padre dedicó a la Jornada Mundial
de la Juventud de Río de Janeiro. En esta audiencia general, la número 15 de su pontificado
– la última fue la del 26 de junio pasado – el Obispo de Roma hizo hincapié en la
importancia de la JMJ, con su profunda gratitud a Dios y a Nuestra Señora Aparecida,
por haberlo acompañado en esta peregrinación y primer viaje apostólico internacional.
Poniendo de relieve también la importancia de la Virgen conocida con esta advocación,
para la Iglesia en Brasil y en América Latina, y evocando el viaje que realizó su
amado predecesor Benedicto XVI. «Vayan y hagan discípulos de todas las naciones»,
con el lema de este gran evento de fe, que nos recuerda la gran noticia del amor de
Dios, que nos envió a su Hijo Jesús, el Santo Padre alentó a llevar la luz de Cristo
a las periferias de la existencia. Para resumir la bellísima experiencia de Río de
Janeiro, el Papa propuso tres palabras: acogida, fiesta y misión.
(CdM – RV)
Texto completo de las palabras en español del Papa:
«Queridos
hermanos y hermanas: Aunque ya ha pasado más de un mes, quisiera recordar en la
catequesis de hoy la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. En primer
lugar, doy gracias a Dios y a Nuestra Señora de la Aparecida por las gracias alcanzadas.
También quiero agradecer a los brasileños, a sus autoridades, a sus parroquias y a
las familias, su fraternal acogida. Para resumir esta experiencia, les propongo tres
palabras: La primera es acogida, que crea vínculos de amistad, que perduran sobre
todo en la oración. La segunda es fiesta, fiesta con los hermanos, pero, sobre todo,
fiesta con el Señor: Juntos hemos rezado, adorado; ha sido una fiesta de la fe. Y,
finalmente la tercera: misión. Jesús envía a los discípulos: «Vayan», salgan de ustedes
mismos, y lleven la luz y el amor a las periferias de la existencia. Y añade: «Yo
estaré con ustedes». Sin Él no podemos hacer nada; con Él, cualquier joven puede ser
una esperanza para Dios, y para los demás: ¿Quieren ser esa esperanza? ¿Se atreven
a transformar el mundo, a hacerlo más justo y más hermoso? La Jornada Mundial de la
Juventud nos recuerda la gran noticia de la historia: que somos amados por Dios y
Jesús ha venido a salvarnos. ******************** Saludo cordialmente a los
peregrinos de lengua española, en particular al grupo de oficiales venidos desde Colombia,
así como a los fieles provenientes de España, Argentina, México y los demás países
latinoamericanos. Invito a todos a que la acogida, la fiesta y la misión vividas en
Brasil no sean un mero recuerdo, sino el alma de nuestras vidas y comunidades. Gracias.»
Traducción
completa del texto de la catequesis del Papa en italiano
Reanudamos
el camino de las catequesis, después de las vacaciones de agosto, pero hoy quiero
contarles acerca de mi viaje a Brasil, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
Ha pasado más de un mes, pero creo que es importante volver sobre este evento, pues
la distancia de tiempo permite captar mejor el sentido.
En primer lugar quiero
dar las gracias al Señor, porque Él lo guió todo con su providencia. ¡Para mí, viniendo
de las Américas, fue un bonito regalo! Y por ello agradezco también a Nuestra Señora
de Aparecida, que acompañó todo este viaje: hice la peregrinación al gran santuario
nacional de Brasil, y su venerada imagen estaba siempre presente en el escenario de
la JMJ. Estaba muy feliz por eso, porque Nuestra Señora de Aparecida es muy importante
para la historia de la Iglesia en Brasil, pero también para toda América Latina; los
Obispos latino-americanos y del Caribe en Aparecida vivimos una Asamblea General,
con el Papa Benedicto: una etapa muy importante del camino pastoral en aquella parte
del mundo en la que vive la mayor parte de la Iglesia católica.
Aunque ya lo
he hecho, quiero renovar mi agradecimiento a todas las autoridades civiles y eclesiásticas,
a los voluntarios, a la seguridad, a las comunidades parroquiales de Rio de Janeiro
y de otras ciudades en Brasil, donde los peregrinos fueron recibidos con gran fraternidad.
De hecho, la acogida de las familias brasileñas y de las parroquias fue una de las
características mas bonitas de esta JMJ. Buena gente estos brasileños. Tienen un corazón
muy grande. La peregrinación siempre implica inconvenientes, pero la acogida ayuda
a superarlos y, de hecho, los transforma en ocasiones para el conocimiento y la amistad.
Nacen lazos que luego, se mantienen, sobre todo en la oración. También así crece la
Iglesia en todo el mundo, como una red de verdaderos amigos en Jesucristo, una red
que te prende y a la vez te libera. Así pues, acogida, esta es la primera palabra
que surge de la experiencia del viaje a Brasil.
Otra palabra clave puede ser
fiesta. La JMJ es siempre una fiesta, porque cuando una ciudad está llena de chicos
y chicas que vagan por las calles con banderas de todo el mundo, saludándose, abrazándose,
esto es una verdadera fiesta. Es una señal para todos, no sólo para los creyentes.
Pero después está la fiesta más grande que es la fiesta de la fe, cuando alabamos
al Señor juntos, cantando, escuchando la Palabra de Dios, permaneciendo en silencio
de adoración: todo esto es la culminación de la JMJ, es el verdadero propósito de
esta peregrinación, y se vive de una manera particular en la gran Vigilia del sábado
por la noche y en la Misa final. Ésta es pues la gran fiesta, la fiesta de la fe y
de la fraternidad, que inicia en este mundo y que no tendrá fin. ¡Pero esto sólo es
posible con el Señor! Sin el amor de Dios no hay verdadera fiesta para el hombre!
Acogida,
fiesta. Pero no puede faltar un tercer elemento: la misión. Esta JMJ se caracterizó
por un tema misionero: "Vayan y hagan discípulos de todas las naciones”. Hemos oído
la palabra de Jesús: es la misión que nos ha dado a todos. Es el mandato de Cristo
resucitado a sus discípulos: ¡"Vayan”, salgan de si mismos, de toda cerrazón para
llevar la luz y el amor del Evangelio a todos, hasta las extremas periferias de la
existencia! Y fue precisamente ese mandato de Jesús que he confiado a los jóvenes
que llenaban la inmensa playa de Copacabana. Un lugar simbólico, la orilla del océano,
que parecía sugerir la orilla del lago de Galilea. Sí, porque aún hoy en día el Señor
repite: " Vayan... " y agrega: " Yo estoy con vosotros, todos los días ...". Esto
es fundamental !Sólo a través de Cristo podemos llevar el evangelio. Sin Él no podemos
hacer nada - nos lo ha dicho Él mismo ( cf. Jn 15,5). Con él, en cambio, unidos a
Él, podemos hacer mucho. Incluso un chico, una chica, que a los ojos del mundo cuenta
poco o nada, ante los ojos de Dios es un apóstol del Reino, ¡es una esperanza para
Dios! A todos los jóvenes quisiera preguntar con fuerza: ¿Quieren ser una esperanza
para Dios? ¿Quieren ser una esperanza para la Iglesia? Un joven corazón que acoge
el amor de Cristo, se convierte en esperanza para los otros, ¡es una fuerza inmensa!
¡Vosotros chicos y chicas, todos los jóvenes deben transformarse en esperanza! Abran
las puertas hacia un mundo nuevo de esperanza. Ésta es su misión ¿Quieren ser esperanza
para todos nosotros? Pensemos en lo que significa aquella multitud de jóvenes que
han encontrado a Cristo resucitado, en Río de Janeiro, y llevan su amor en la vida
de cada día, lo viven, lo comunican. No terminan en los periódicos, porque no cometen
actos violentos, no hacen escándalos, y por lo tanto no son noticia. Pero si permanecen
unidos a Jesús, construyen su Reino, construyen fraternidad, comparten obras de misericordia,
¡son una fuerza poderosa para que el mundo sea más justo y más hermoso, para transformarlo!
Pido ahora a los chicos y chicas: ¿tienen ustedes la valentía de asumir este reto?
¿Se animan para ser esta fuerza de amor y de misericordia que tiene el coraje de querer
cambiar el mundo?
Queridos amigos, la experiencia de la JMJ nos recuerda la
verdadera y gran noticia de la historia, la Buena Nueva, a pesar de que no aparece
en los periódicos y en la televisión: somos amados por Dios, que es nuestro Padre
y que envió a su Hijo Jesús para que estuviera cerca de cada uno de nosotros y nos
salve. A salvarnos y a perdonarnos todo, porque Él siempre perdona. Porque Él es bueno
y misericordiosos. Acordaos: acogida, fiesta, misión: tres palabras. Que estas palabras
no sean solo un recuerdo de lo que sucedió en Río, sino que sean el alma de nuestra
vida y la vida de nuestras comunidades. Gracias.