(RV).- (audio) Como los miércoles
anteriores durante el verano, el Santo Padre Francisco no celebró esta mañana la tradicional
Audiencia General. Sin embargo, prosigue su actividad pastoral durante todo el mes
de agosto. Esta tarde a las cuatro, en el Altar de la cátedra de la Basílica Vaticana,
el Obispo de Roma recibirá a medio millar de jóvenes en peregrinación desde la diócesis
italiana de Piancenza Bobbio.
Y a las seis de la tarde el Papa se trasladará
a la basílica de san Agustín, en Campo Marzio de Roma, para presidir, en la memoria
litúrgica de este santo doctor de la Iglesia, la celebración de la Santa Misa de modo
privado, con ocasión de la apertura del 184º Capítulo General de la Orden de los agustinos,
hasta mediados de septiembre.
Recordamos que la Orden de San Agustín tiene
como padre espiritual al Santo Obispo de Hipona, fallecido en el año 430, mientras
la Orden fue fundada en 1244 para vivir y promover el espíritu comunitario tal como
se lo vivía en las primeras comunidades cristianas.
Fue Inocencio IV, en el
siglo XIII, quien dio el primer impulso a las diferentes comunidades eremíticas para
que se reunieran en una orden religiosa con las reglas y el estilo de la vida de San
Agustín.
Nuestra emisora ha entrevistado al 96.mo Prior General de la Orden
de San Agustín, el padre Robert Prevost, que lleva ya en el cargo 12 años y que está
a punto de terminar su segundo mandato.
- Han sido 12 años positivos en lo
que se refiere a la vida de la Orden, gracias a algunas cosas concretas y la apertura
a nuevas misiones. El elemento de diálogo y la colaboración entre los distintos distritos
de la orden han crecido mucho.
- ¿Cómo ha vivido la Orden de San Agustín el
inicio del pontificado de Francisco, un Papa cuya pasión evangélica, su predicación
sugestiva, su carga humana, el deseo de encontrar a todos especialmente a los pecadores
tiene tantos rasgos en común con san Agustín?
- Vemos este nuevo Papa como
un gran don para la Iglesia, de la misma manera en que vivimos el don del pontificado
del Papa emérito Benedicto, que ha dado a la Iglesia la enseñanza de San Agustín y
lo hizo de una manera insigne e importante. El nuevo Papa toma algunos elementos del
pontificado de Benedicto XVI con un estilo y un enfoque diferentes y se acerca al
pueblo de Dios siempre con el mensaje del Evangelio. Vive, pues, con su humanidad,
con su proximidad, con su gran amor, esta compasión, esta misericordia que tantas
veces menciona y hace que el Evangelio sea un mensaje vivo para la gente, para el
pueblo. Para nosotros es un regalo, un don, pero también un gran reto, este nuevo
Papa y todo su mensaje.
- En la memoria litúrgica de San Agustín, se abre el
Capítulo General. ¿De qué manera afronta la Orden este momento?
– Elegimos
la fecha de la fiesta de San Agustín para abrir el Capítulo, precisamente por la importancia
que San Agustín tiene para la vida de la Orden y para la vida de la Iglesia. San Agustín
es una figura que hoy aún tiene mucho que decir a los cristianos, a la gente y a todos.
Y este mensaje es algo que también debe guiar y acompañar la reflexión y el trabajo
del Capítulo. Agustín es realmente una figura, como pastor y como teólogo, que tiene
mucho que decir a la Iglesia de hoy.
- Capítulo General, que también está acompañado
por las oraciones del Papa...
- Por supuesto. Hemos recibido varias señales
de su proximidad con nosotros. Hace unas semanas recibimos del cardenal Bertone, y
de la Secretaría de Estado, un mensaje en el que se indicaba este deseo del Papa de
acompañarnos durante el Capítulo General, reconociendo la importancia del Capítulo
para la vida de la Orden, dentro de la Iglesia. Un Capítulo, pues, en este sentido,
que es un acontecimiento eclesial, no sólo para nuestra Orden. Y estamos agradecidos,
nos complace saber que existe este apoyo, esta cercanía del Santo Padre para con nosotros.
Hoy,
memoria litúrgica de san Agustín, pero ayer memoria litúrgica de Santa Mónica, madre
de san Agustín. ¿Hay también la intercesión de Santa Mónica en este Capítulo y en
estas jornadas?
- Santa Mónica se puede decir que es también nuestra madre:
la figura de Mónica, que con sus oraciones fue capaz de realizar la conversión de
Agustín, siempre a través de la gracia de Dios. Podemos decir que nosotros, como Orden,
queremos ser parte de la vida de la Iglesia y por tanto Mónica, con su oración, con
su amor, con su intercesión acompaña a la Orden en este sentido.