(RV).- (Audio) El padre Antonio Grande,
de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio de
rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando
de la nueva Evangelización.
Una pastoral de la comunicación social
Con
alegría y esperanza observo el gran servicio que los diversos medios de comunicación
social ofrecen a las personas de nuestro tiempo para enriquecer la comunicación entre
ellas, el intercambio de conocimientos y de experiencias. Ello pide que se hagan conscientes
los diversos peligros y la necesidad de un discernimiento de las propuestas que se
ofrecen. A los educadores en general les compete la formación de un sentido crítico
de las noticias o las opiniones que por ellos se presenta. Tarea sobre todo a favor
de los niños, los jóvenes y los más desprotegidos, para que puedan usar de estos medios
como de herramientas complementarias en su búsqueda de la verdad, del entendimiento
mutuo con los otros y de un sano esparcimiento.
“La revolución tecnológica
y los procesos de globalización conforman el mundo actual como una gran cultura mediática.
Esto implica una capacidad para reconocer los nuevos lenguajes, que pueden
ayudar a una mayor humanización global. Estos nuevos lenguajes configuran un elemento
articulador de los cambios de la sociedad” (A 484).
Aparecida invita a hacer
consciente esta realidad cultural mediática o mediatizada, a observar y elaborar
una comprensión de esos nuevos lenguajes que influyen con mucha fuerza en el modo
de pensar, de sentir, de relacionarse y de tomar decisiones de muchas personas. Convoca
a los bautizados a asumir el desafío de crecer en una vida más digna y plena
guiados por los valores del Evangelio con el uso de los nuevos medios de comunicación,
según las propias posibilidades.
“En nuestro siglo tan influenciado por los
medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento
de la fe, no pueden prescindir de esos medios. ‘Puestos al servicio del Evangelio,
ellos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de audición de
la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas. La Iglesia
se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia
humana perfecciona cada vez más. Con ellos la Iglesia proclama desde las azoteas
(cf. Mt 10,27; Lc 12,3) el mensaje del que es depositaria. En ellos encuentra una
versión moderna y eficaz del púlpito. Gracias a ellos puede hablar a las multitudes´”
(A 485; EN 45).
Evangelizar usando de estos poderosos medios de comunicación
entre los hombres es responsabilidad de todos los bautizados, es bueno decir que ya
son numerosos quienes lo vienen realizando y con buenos frutos. En su reciente viaje
a Brasil, en un breve mensaje desde la radio de la arquidiócesis de Río de Janeiro,
el Papa Francisco retomó la imagen que los medios de comunicación su un púlpito
abierto a la proclamación del Evangelio a muchos, ya usada por Pablo VI (EN 45), y
hecha propia por el documento de Aparecida.
“Yo diría, una radio, una radio
católica hoy, es el púlpito más cercano que tenemos. Es donde podemos anunciar
los valores humanos, los valores religiosos y sobre todo anunciar a Jesucristo, al
Señor, darle al Señor esa gracia de darle sitio en nuestras cosas… Que todos trabajemos
por esa palabra que hoy día no gusta: solidaridad. Es una palabra que tratan
de dejarla de lado siempre porque es molesta y que, sin embargo, es una palabra que
refleja los valores humanos y cristianos que hoy se nos piden para ir contra de la
cultura del descarte. Una cultura que deja siempre afuera a la gente. Deja afuera
a los niños, deja afuera a los jóvenes, deja afuera a los ancianos, deja afuera a
los que no sirven, a los que no producen. Y eso no puede ser. La solidaridad pone
a todos adentro. Seguir trabajando por esta cultura de la solidaridad y por el Evangelio”.
(RV).-
(Audio) El padre Antonio Grande,
de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio de
rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando
de la nueva Evangelización.
Una renovada pastoral urbana
para que la fe de nuestro pueblo revitalice su fe en Cristo
En la actualidad,
los centros urbanos se destacan como espacios generadores de grandes cambios
culturales que afectan la vida de las personas, incluyendo su religiosidad, y el cultivo
de los vínculos comunitarios. En nuestro tiempo esta influencia se extiende a las
poblaciones rurales.
La evangelización que participa de la vida cultural de
un pueblo debe elaborar una pastoralurbana que conozca bien esos desafíos,
y que discierna el oportuno modo de realizar el anuncio del Señor y su Evangelio,
las actitudes que los animarán interiormente y las formas evangelizadoras adecuadas
(cf. DA 509-519).
“La fe nos enseña que Dios vive en la ciudad, en
medio de sus alegrías, anhelos y esperanzas, como también de sus dolores y sufrimientos.
Las sombras que marcan lo cotidiano de las ciudades, como por ejemplo, la violencia,
pobreza, individualismo y exclusión, no pueden impedirnos que busquemos y contemplemos
al Dios de la vida también en los ambientes urbanos. Las ciudades son lugares de
libertad y oportunidad. En ellas las personas tienen la posibilidad de conocer
a más personas, interactuar y convivir con ellas. En las ciudades es posible experimentar
vínculos de fraternidad, solidaridad y universalidad. En ellas el ser humano es llamado
constantemente a caminar siempre más al encuentro del otro, convivir con el diferente,
aceptarlo y ser aceptado por él” (A 514).
Juan C. Scannone, aporta que la
conversión pastoral promovida por Aparecida, encuentra criterios válidos en la pastoral
urbana si se repiensa en clave de comunidad de comunidades tanto en sí misma,
como en su participación en la comunidad diocesana, y se abre a las iniciativas del
bien común de la sociedad en la que se inserta.
“Según mi opinión, lo hace
tanto al recomprender la parroquia como «comunidad de comunidades» y revalorizar la
«iglesia doméstica» como al apuntar a comunidades ambientales en el nivel supraparroquial,
diocesano y aun -en las grandes urbes del Continente- interdiocesano, según «un proyecto
común», «un plan orgánico y articulado», aun «interdiocesano» (DC 518 b, c), sin olvidar
«una mayor presencia en los centros de decisión de la ciudad tanto en las estructuras
administrativas como en las organizaciones comunitarias, profesionales y todo tipo
de asociación para velar por el bien común y promover los valores del Reino» (ibid.
j). Estimo que esos tres caracteres pastorales, a saber, las pequeñas comunidades
asociadas en comunidad, la atención a lo "inter" (interparroquial e interdiocesano)
y a los centros de decisión de los constructores de una sociedad pluralista, son clave
para una «nueva pastoral urbana» propia de la nuevos discípulos misioneros urbanos.
Y están en la línea de la deseada «conversión pastoral» de la Iglesia toda, «pasando
de un pasivo esperar [a los fieles] a un activo buscar y llegar a los que están lejos
con nuevas estrategias tales como visitar las casas, el uso de los nuevos medios de
comunicación social, y la constante cercanía a lo que constituye para cada persona
su cotidianidad» (DC 517 i)”.
El cardenal Jorge Bergoglio, en el primer congreso
de pastoral urbana en 2011, expresó: “Dios vive en la ciudad y la Iglesia vive
en la ciudad. La misión no se opone a tener que aprender de la ciudad –de sus culturas
y de sus cambios- al mismo tiempo que salimos a predicarle el Evangelio. Y esto es
fruto del Evangelio mismo, que interactúa con el terreno en el que cae como semilla.
No sólo la ciudad moderna es un desafío sino que lo ha sido, lo es y lo será toda
ciudad, toda cultura, toda mentalidad y todo corazón humano”
_______________________________________________ Scannone,
“Primeros ecos de la Conferencia de Aparecida. La recepción del acontecimiento y del
documento”, CIAS 568-569 (2007) 350-351. J. Bergoglio, “Palabras iniciales del
Sr. Arzobispo de Buenos Aires en el primer congreso regional de pastoral urbana. Dios
vive en la ciudad”, en Carlos M. Galli, Dios vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral
urbana a la luz de Aparecida, Agape, Buenos Aires, 2011, 388.