(RV).- Mi corazón se llena
de alegría… Río se convierte en el centro de la Iglesia. La fe como revolución copernicana
que nos quita del centro…
Con varias horas de anticipación para el primer gran
encuentro del Papa Francisco con los jóvenes del mundo en la fiesta de acogida en
forma de Celebración de la Palabra, un río de muchachos y muchachas con sus mochilas
y banderas multicolores se volcó por las calles de Copacabana al son de diversas estrofas,
entre las cuales la conocida “ésta es la juventud del Papa” en nuestro idioma.
Los
primeros en llegar fueron los anfitriones, los brasileños, que naturalmente son la
amplia mayoría, seguidos por los argentinos, literalmente, “enamorados de su Pastor”.
Un
Papa que no deja de sorprender con sus gestos que, aunque ya conocidos, resultan siempre
nuevos, porque fruto de su espontaneidad y alegría…
Como cuando abre los ojos
y sonríe con la actitud de quien reconoce a un viejo amigo entre la multitud; cuando
se lleva la mano a los labios para tirar un beso; cuando “da el OK” con el pulgar
de su mano derecha en signo de aprobación; cuando además de bendecir y besar a un
bebé, acaricia juguetonamente su cabecita, o le indica paternalmente a su mamá -
tal como lo hemos visto en esta ocasión - que se la cubra y lo resguarde del frío
y la lluvia.
Esta vez también lo hemos visto detener el papamóvil ¡para aceptar
un mate!, la bebida tradicional de los argentinos, y de otros sudamericanos.
Un
Papa que se pone de pie al paso de los jóvenes con las banderas de los ya 175 países
de procedencia… Un Padre que invita a un instante de silencio y oración por la joven
francesa fallecida en días pasados, Sophie Morinière, y por sus jóvenes compañeros
que resultaron heridos en el trágico accidente en la Guyana francesa...
Un
Papa que recuerda la intuición del Beato Juan Pablo II que instituyó esta Jornada
Mundial, y que invita a un aplauso por Benedicto XVI, que nos ha convocado aquí, y
con quien conversó antes de emprender este viaje pidiéndole que lo acompañara con
su oración por lo que recuerda a los jóvenes que los está siguiendo por televisión.
Al final, y tal como se presumía, el Comité Organizador de la Jornada Mundial
de la Juventud confirmó que la Vigilia y la Misa Conclusiva de esta JMJ tendrán lugar
en la playa de Copacabana, donde se realizó esta fiesta de acogida y no en la explanada
de Guaratiba. Se trata de una decisión que debió tomarse a causa de la ininterrumpida
lluvia de estos días en esta “Ciudad Maravillosa” que causó inundaciones en el área
destinada originariamente conocida como “Campus Fidei”.
En principio y según
las previsiones meteorológicas se esperaba que la situación mejorara, pero el mal
tiempo ha hecho que se retrasaran los trabajos, mientras buena parte de la explanada
se ha convertido en un mar de fango... Por tanto, se ha tenido que renunciar al palco
de Guaratiba, obra del arquitecto Joao Uchoa, que se inspira en las grandes catedrales
góticas.
La espléndida playa de Copacabana, de cuatro km de longitud, acogerá
entonces al millón y medio de jóvenes que se esperan según las últimas previsiones,
lo que comportará algunos problemas logísticos para la distribución del agua y la
comida, así como para el transporte y el estacionamiento de los miles de autobuses
necesarios, sin olvidar las pantallas gigantes de televisión.
Desde Río de
Janeiro, María Fernanda Bernasconi, RV.