2013-07-23 11:31:59

Palabra del Papa en la JMJ


Papa Francisco: «¡fue un viaje hermoso, me hizo mucho bien espiritualmente!»

(RV).- RealAudioMP3 En el vuelo de regreso a Roma, el Santo Padre conversó con los periodistas y respondió con su característica y serena sencillez y profundidad, sobre varios temas. «¡Fue un viaje hermoso, me hizo mucho bien espiritualmente!», manifestando visiblemente su gran alegría por la intensa experiencia vivida con los jóvenes de la JMJ en Brasil y, refiriéndose a las medidas de seguridad, reiteró su anhelo de estar cerca de la gente:

«No hubo ningún incidente en todo Río de Janeiro, en estos días y todo fue espontáneo. Con menos medidas de seguridad, tuve la oportunidad de estar con la gente, abrazarla, saludarla, sin coches blindados ... Es la seguridad de la confiar en un pueblo. Es verdad, que siempre hay peligro de que haya un loco ... eh, sí, un loco que haga algo, pero también está el Señor, ¿eh? Aunque crear un espacio en el blindaje que distancia al obispo de la gente sea una locura, yo prefiero esta locura».

El Papa Francisco agradeció a los organizadores y a los que trabajan en los medios de información por la valiosa contribución al contar las vivencias de esta XXVIII JMJ. «La bondad y el sufrimiento del pueblo brasileño», dijo, son los aspectos que particularmente lo han impactado en este viaje, refiriéndose también a su conmovedora visita a la favela de Varginha, en contacto con la pobreza extrema y el dolor de tantas familias:

«La bondad, el corazón del pueblo brasileño es tan grande, de verdad, es un pueblo tan amable, un pueblo que ama la fiesta, que incluso en el sufrimiento siempre encuentra una manera buscar el bien en todas partes. Y eso hace bien: es un pueblo alegre y un pueblo que ha sufrido mucho».

Quedó gratamente sorprendido también ante la participación de más de tres millones de jóvenes de 178 países en la Misa de clausura en Copacabana, así como por la oración, que fue – dijo - el hilo conductor de esta Jornada mundial de la Juventud, como el día de su visita al Santuario de Nuestra Señora de Aparecida. «Aparecida, para mí, es una experiencia religiosa fuerte», aseguró, recordando lo que este lugar, tan querido para los brasileños, significa para el Papa Bergoglio y para la Iglesia en América Latina, habiendo sido la sede de la V Conferencia del CELAM, en mayo de 2007.

Entre los temas muy importantes abordados por el Papa Francisco, en su diálogo con los periodistas, también el de la próxima canonización de los dos Papas Juan XXIII y el Papa Juan Pablo II: serán proclamados santos en la misma celebración, cuya fecha se está estudiando aún para favorecer la llegada de los numerosos fieles que anhelan llegar a Roma participar.
Sobre su opción de vivir de una manera sencilla en Santa Marta, respondió:

«¡No puedo vivir solo o con un grupo pequeño! Necesito gente, encontrar gente, hablar con la gente ... Cada uno tiene que vivir como el Señor le pida vivir. Sin embargo, la austeridad - una austeridad general - creo que es necesaria para todos los que trabajamos al servicio de la Iglesia».

Luego, con la característica ironía y sencillez del Papa Bergoglio quedó resuelto también, el gran "misterio" del maletín negro, que llevó personalmente en su viaje a Brasil:

«¡No tenía la llave de la bomba atómica! Sino que lo llevaba porque yo siempre lo hice ... Y ¿qué había dentro? Bueno lo necesario para afeitarse, el breviario, la agenda, un libro para leer – me traje uno sobre Santa Teresita de la que soy muy devoto... Yo siempre llevé mi maletín cuando viajo: es normal. Y debemos que ser normales».

Hablando también de temas más delicados, como la reforma del IOR, respondió que no sabe qué será del Instituto, si un banco o un fondo de ayuda, pero "la transparencia y la honestidad" deben ser siempre los criterios que inspiren el organismo. El problema del IOR es "cómo reformarlo, cómo sanar lo que hay que sanar, y qué se necesita para sanar." Expresó su pesar por el escándalo creado por un monseñor que recientemente terminó en la cárcel. Sin embargo, "hay santos en la Curia - añadió – y aunque haya alguien que no es tan santo, estos son los que hacen más ruido: como ustedes saben hace más ruido un árbol cae que en un bosque que crece.
En lo que respecta a cuestiones éticas como el aborto y el matrimonio gay, el Papa dijo que no se trataba de cuestiones sobre las que era necesario hablar en Río, porque la posición de la Iglesia es muy clara. Sobre monseñor. Ricca, respondiendo a una pregunta sobre un presunto lobby gay en el Vaticano, dijo:

«Bueno ... se escribe tanto del lobby gay. Todavía no he encontrado a alguien que me dé su carnet de identidad que digan 'gay'. Dicen que hay alguno. Yo creo que cuando uno se encuentra con una persona gay, hay que distinguir el hecho de que sea una persona gay, con el que se haga un lobby gay, porque todos los lobbies no son buenos. Eso es lo malo. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?».

Sobre el problema de la Comunión de los divorciados vueltos a casar, explicó que se trata de un problema "complejo" sobre el cual hablará también el Consejo de los 8 cardenales en octubre, y recordó asimismo lo que decía el cardenal Quarracino, que pensaba que la mitad de los matrimonios eran nulos por falta de madurez. En respuesta a un periodista sobre el papel de la mujer en la Iglesia dijo que cree «que hay que seguir adelante explicitando el papel y el carisma de la mujer» en la Iglesia, y que «todavía no hemos hecho una profunda teología de la mujer en la Iglesia». Luego habló de los movimientos eclesiales «son necesarios ... Son una gracia del Espíritu» y de la espiritualidad oriental: «Necesitamos ... de este aire fresco de Oriente, de esta luz de Oriente». Sobre la presencia de Benedicto XVI en el Vaticano respondió:

«Es como tener en casa al abuelo, pero el abuelo sabio. Cuando en una familia el abuelo es venerado, amado, escuchado. Él es un hombre de gran prudencia, que no se inmiscuye. Le dije muchas veces: «Pero, santidad, usted reciba, haga su vida, venga con nosotros .... Vino para la inauguración y bendición de la estatua de San Miguel ... Para mí, es como tener al abuelo en casa: a mi papá. Si tuviera una dificultad o una cosa que yo no entendiera, lo llamaría por teléfono: para que me diga qué puedo hacer. Y cuando fui a hablar sobre el gran problema de Vatileaks, me dijo con una sencillez ‘al servicio’».

(CdM – RV)


Papa Francisco regresó a Roma
(RV).- «He regresado a casa, y les aseguro que mi alegría es más grande que mi cansancio», anuncia el mismo Papa Francisco en su tweet de hoy, tras su llegada al aeropuerto romano de Ciampino, este lunes por la mañana, proveniente de Río de Janeiro donde culminó con éxito rotundo la JMJ 2013. Una intensa semana de la juventud del mundo, que abrazó al Santo Padre, recibiendo su bendición, sus sonrisas, sus oraciones, su esperanza y su aliento de Pastor de la Iglesia universal a ser dichosos y fervientes discípulos y misioneros de Cristo.
Sonriendo, el Santo Padre bajó del avión en el que aterrizó a las 11. 25 de la mañana, hora de Roma, para luego trasladarse en automóvil hasta el Vaticano, pasando primero en acción de gracias ante la imagen de la Madre de Dios, María Salus Populi Romani, que está en la Basílica papal de Santa María la Mayor

(CdM - RV)


¡Misión cumplida, Santo Padre!
(RV).- En la tarde del domingo 28 de julio, Papa Francisco se despidió del Brasil pronunciando un “hasta pronto”, y recapitulando los intensos momentos vividos en esta semana de la juventud: “días de estupenda celebración de nuestra fecunda y gozosa fe en Jesucristo”. Los felices recuerdos de estos días se convertirán en oración, aseguró el Santo Padre saludando a la Presidenta Rousseff y a las autoridades civiles y eclesiásticas que fueron a despedir al Obispo de Roma al Aeropuerto do Galeao de Río de Janeiro. Implorando para todos la recompensa de Dios, “como sólo Él sabe hacer”, Francisco pidió que no se olviden de rezar por él. “El Papa necesita la oración de todos ustedes. Un abrazo a todos. Que Dios les bendiga.”
¡Misión cumplida Santo Padre!



Discurso del Papa (Audio) RealAudioMP3



Señora Presidenta de la República,
Distinguidas Autoridades nacionales, estatales y locales,
Querido Arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro,
Venerados Cardenales y Hermanos en el Episcopado,
Queridos amigos

En breves instantes dejaré su Patria para regresar a Roma. Marcho con el alma llena de recuerdos felices; y éstos –estoy seguro- se convertirán en oración. En este momento comienzo a sentir un inicio de saudade. Saudade de Brasil, este pueblo tan grande y de gran corazón; este pueblo tan amigable. Saudade de la sonrisa abierta y sincera que he visto en tantas personas, saudade del entusiasmo de los voluntarios. Saudade de la esperanza en los ojos de los jóvenes del Hospital San Francisco. Saudade de la fe y de la alegría en medio a la adversidad de los residentes en Varghina. Tengo la certeza de que Cristo vive y está realmente presente en el quehacer de innumerables jóvenes y de tantas personas con las que me he encontrado en esta semana inolvidable. Gracias por la acogida y la calidez de la amistad que me han demostrado. También de esto comienzo a sentir saudade.

Doy las gracias a la Señora Presidenta por haberse hecho intérprete de los sentimientos de todo el pueblo de Brasil hacia el Sucesor de Pedro. Agradezco cordialmente a mis hermanos Obispos y a sus numerosos colaboradores que hayan hecho de estos días una estupenda celebración de nuestra fecunda y gozosa fe en Jesucristo. Doy las gracias a todos los que han participado en las celebraciones de la eucaristía y en los demás actos, a quienes los han organizado, a cuantos han trabajo para difundirlos a través de los medios de comunicación. Doy gracias, en fin, a todas las personas que de un modo u otro han sabido responder a las exigencias de la acogida y organización de una inmensa multitud de jóvenes, y por último, pero no menos importante, a tantos que, muchas veces en silencio y con sencillez, han rezado para que esta Jornada Mundial de la Juventud fuese una verdadera experiencia de crecimiento en la fe. Que Dios recompense a todos, como sólo Él sabe hacer.

En este clima de agradecimiento y de saudade, pienso en los jóvenes, protagonistas de este gran encuentro: Dios los bendiga por este testimonio tan bello de participación viva, profunda y festiva en estos días. Muchos de ustedes han venido a esta peregrinación como discípulos; no tengo ninguna duda de que todos marchan como misioneros. Con su testimonio de alegría y de servicio, ustedes hacen florecer la civilización del amor. Demuestran con la vida que vale la pena gastarse por grandes ideales, valorar la dignidad de cada ser humano, y apostar por Cristo y su Evangelio. A Él es a quien hemos venido a buscar en estos días, porque Él nos ha buscado antes, nos ha enardecido el corazón para proclamar la Buena Noticia, en las grandes ciudades y en las pequeños poblaciones, en el campo y en todos los lugares de este vasto mundo nuestro. Yo seguiré alimentando una esperanza inmensa en los jóvenes de Brasil y del mundo entero: por medio de ellos, Cristo está preparando una nueva primavera en todo el mundo. Yo he visto los primeros resultados de esta siembra, otros gozarán con la abundante cosecha.

Mi último pensamiento, mi última expresión de saudade, se dirige a Nuestra Señora de Aparecida. En aquel amado Santuario me he arrodillado para pedir por la humanidad entera y en particular por todos los brasileños. He pedido a María que refuerce en ustedes la fe cristiana, que forma parte del alma noble de Brasil, como de tantos otros países, tesoro de su cultura, voluntad y fuerza para construir una nueva humanidad en la concordia y en la solidaridad.

El Papa se va, les dice “hasta pronto”, un “pronto” ya muy nostálgico (saudadoso) y les pide, por favor, que no se olviden de rezar por él. El Papa necesita la oración de todos ustedes. Un abrazo a todos. Que Dios les bendiga.

(RC-RV)


“Su servicio lo ha demostrado: hay más dicha en dar que en recibir”: el Papa saluda a los voluntarios de la JMJ


(RV).- Antes de retornar a Roma el Papa quiso reunirse con los miles de jóvenes que en estos días ofrecieron lo mejor de sí como voluntarios de la JMJ, manifestándoles sincero agradecimiento por su dedicación y empeño, que sin duda ha contribuido al rotundo éxito de esta “semana de los jóvenes” del mundo en Río. “Cada uno de ustedes, a su manera, les dijo, ha sido un medio que ha facilitado a miles jóvenes tener ‘preparado el camino’ para encontrar a Jesús. Y éste es el servicio más bonito que podemos realizar como discípulos misioneros: Preparar el camino para que todos puedan conocer, encontrar y amar al Señor. A ustedes, que en este período han respondido con tanta diligencia y solicitud a la llamada para ser voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud, les quisiera decir: Sean siempre generosos con Dios y con los otros. No se pierde nada, y en cambio, es grande la riqueza de vida que se recibe" (RC-RV)



Discurso del Papa



(Audio) RealAudioMP3 Queridos voluntarios

Buenas tardes.

No podía regresar a Roma sin haberles dado las gracias personal y afectuosamente a cada uno de ustedes por el trabajo y la dedicación con que han acompañado, ayudado, servido a los miles de jóvenes peregrinos; por tantos pequeños gestos que han hecho de esta Jornada Mundial de la Juventud una experiencia inolvidable de fe. Con la sonrisa de cada uno de ustedes, con su amabilidad, con su disponibilidad para el servicio, han demostrado que “hay más dicha en dar que en recibir” (Hch 20,35).

El servicio que han prestado en estos días me ha recordado la misión de san Juan Bautista, que preparó el camino a Jesús. Cada uno de ustedes, a su manera, ha sido un medio que ha facilitado a miles jóvenes tener “preparado el camino” para encontrar a Jesús. Y éste es el servicio más bonito que podemos realizar como discípulos misioneros: Preparar el camino para que todos puedan conocer, encontrar y amar al Señor. A ustedes, que en este período han respondido con tanta diligencia y solicitud a la llamada para ser voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud, les quisiera decir: Sean siempre generosos con Dios y con los otros. No se pierde nada, y en cambio, es grande la riqueza de vida que se recibe.

Dios llama a opciones definitivas, tiene un proyecto para cada uno: descubrirlo, responder a la propia vocación, es caminar hacia la realización feliz de uno mismo. Dios nos llama a todos a la santidad, a vivir su vida, pero tiene un camino para cada uno. Algunos son llamados a santificarse construyendo una familia mediante el sacramento del matrimonio. Hay quien dice que hoy el matrimonio está “pasado de moda”; en la cultura de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es “disfrutar” el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas, “para siempre”, porque no se sabe lo que pasará mañana. Yo, en cambio, les pido que sean revolucionarios, que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, que no son capaces de amar verdaderamente. Yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes. Atrévanse a “ir contracorriente”. Atrévanse a ser felices.

El Señor llama a algunos al sacerdocio, a entregarse totalmente a Él, para amar a todos con el corazón del Buen Pastor. A otros los llama a servir a los demás en la vida religiosa: en los monasterios, dedicándose a la oración por el bien del mundo, en los diversos sectores del apostolado, gastándose por todos, especialmente por los más necesitados. Nunca olvidaré aquel 21 de septiembre –tenía 17 años- cuando, después de haber entrado en la iglesia de San José de Flores para confesarme, sentí por primera vez que Dios me llamaba. ¡No tengan miedo a lo que Dios pide! Vale la pena decir “sí” a Dios. ¡En Él está la alegría!

Queridos jóvenes, quizá alguno no tiene todavía claro qué hará con su vida. Pídanselo al Señor; Él les hará ver el camino. Como hizo el joven Samuel, que escuchó dentro de sí la voz insistente del Señor que lo llamaba pero no entendía, no sabía qué decir y, con la ayuda del sacerdote Elí, al final respondió a aquella voz: Habla, Señor, que yo te escucho (cf. 1 S 3,1-10). Pidan también al Señor: ¿Qué quieres que haga? ¿Qué camino he de seguir?

Queridos amigos, de nuevo les doy las gracias por lo que han hecho en estos días. No olviden lo que han vivido aquí. Cuenten siempre con mis oraciones y estoy seguro de que yo puedo contar con las de ustedes.



“La autoridad se ejercita y se muestra en la capacidad de servicio”: el Papa al CELAM
(RV).- (Con Audio) En el marco de la JMJ el Papa Francisco quiso encontrar a los Obispos responsables del Consejo Episcopal Latinoamericano (C.E.L.A.M.), presentes en Río con ocasión de la Reunión General de Coordinación, del 29 de julio al 2 de agosto.

Discurso del Papa (Audio) RealAudioMP3

1. Introducción

Agradezco al Señor esta oportunidad de poder hablar con ustedes, hermanos Obispos, responsables del CELAM en el cuatrienio 2011-2015. Hace 57 años que el CELAM sirve a las 22 Conferencias Episcopales de América Latina y El Caribe, colaborando solidaria y subsidiariamente para promover, impulsar y dinamizar la colegialidad episcopal y la comunión entre las Iglesias de esta Región y sus Pastores.
Como Ustedes, también yo soy testigo del fuerte impulso del Espíritu en la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe en Aparecida, en mayo de 2007, que sigue animando los trabajos del CELAM para la anhelada renovación de las iglesias particulares. Esta renovación, en buena parte de ellas, se encuentra ya en marcha. Quisiera centrar esta conversación en el patrimonio heredado de aquel encuentro fraterno y que todos hemos bautizado como Misión Continental.

2. Características peculiares de Aparecida

Existen cuatro características que son propias de la V Conferencia. Son como cuatro columnas del desarrollo de Aparecida y que le dan su originalidad.

1) Inicio sin documento
Medellín, Puebla y Santo Domingo comenzaron sus trabajos con un camino recorrido de preparación que culminó en una especie de Instrumentum laboris, con el cual se desarrolló la discusión, reflexión y aprobación del documento final. En cambio, Aparecida promovió la participación de las Iglesias particulares como camino de preparación que culminó en un documento de síntesis. Este documento, si bien fue referencia durante la Quinta Conferencia General, no se asumió como documento de partida. El trabajo inicial consistió en poner en común las preocupaciones de los Pastores ante el cambio de época y la necesidad de recuperar la vida discipular y misionera con la que Cristo fundó la Iglesia.

2) Ambiente de oración con el Pueblo de Dios
Es importante recordar el ambiente de oración generado por el diario compartir la Eucaristía y otros momentos litúrgicos, donde siempre fuimos acompañados por el Pueblo de Dios. Por otro lado, puesto que los trabajos tenían lugar en el subsuelo del Santuario, la “música funcional” que los acompañaba fueron los cánticos y oraciones de los fieles.

3) Documento que se prolonga en compromiso, con la Misión Continental
En este contexto de oración y vivencia de fe surgió el deseo de un nuevo Pentecostés para la Iglesia y el compromiso de la Misión Continental. Aparecida no termina con un Documento sino que se prolonga en la Misión Continental.


4) La presencia de Nuestra Señora, Madre de América
Es la primera Conferencia del Episcopado Latinoamericano y El Caribe que se realiza en un Santuario mariano.

3. Dimensiones de la Misión Continental

La Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las estructuras eclesiales. El “cambio de estructuras” (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionariedad. De aquí la importancia de la misión paradigmática.
La Misión Continental, sea programática, sea paradigmática, exige generar la conciencia de una Iglesia que se organiza para servir a todos los bautizados y hombres de buena voluntad. El discípulo de Cristo no es una persona aislada en una espiritualidad intimista, sino una persona en comunidad, para darse a los demás. Misión Continental, por tanto, implica pertenencia eclesial.
Un planteo como éste, que comienza por el discipulado misionero e implica comprender la identidad del cristiano como pertenencia eclesial, pide que nos explicitemos cuáles son los desafíos vigentes de la misionariedad discipular. Señalaré solamente dos: la renovación interna de la Iglesia y el diálogo con el mundo actual.

Renovación interna de la Iglesia

Aparecida ha propuesto como necesaria la Conversión Pastoral. Esta conversión implica creer en la Buena Nueva, creer en Jesucristo portador del Reino de Dios, en su irrupción en el mundo, en su presencia victoriosa sobre el mal; creer en la asistencia y conducción del Espíritu Santo; creer en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y prolongadora del dinamismo de la Encarnación.
En este sentido, es necesario que, como Pastores, nos planteemos interrogantes que hacen a la marcha de las Iglesias que presidimos. Estas preguntas sirven de guía para examinar el estado de las diócesis en la asunción del espíritu de Aparecida y son preguntas que conviene nos hagamos frecuentemente como examen de conciencia.

1. ¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros Presbíteros sea más pastoral que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?
2. ¿Superamos la tentación de atender de manera reactiva los complejos problemas que surgen? ¿Creamos un hábito pro-activo? ¿Promovemos espacios y ocasiones para manifestar la misericordia de Dios? ¿Somos conscientes de la responsabilidad de replantear las actitudes pastorales y el funcionamiento de las estructuras eclesiales, buscando el bien de los fieles y de la sociedad?
3. En la práctica, ¿hacemos partícipes de la Misión a los fieles laicos? ¿Ofrecemos la Palabra de Dios y los Sacramentos con la clara conciencia y convicción de que el Espíritu se manifiesta en ellos?
4. ¿Es un criterio habitual el discernimiento pastoral, sirviéndonos de los Consejos Diocesanos? Estos Consejos y los Parroquiales de Pastoral y de Asuntos Económicos ¿son espacios reales para la participación laical en la consulta, organización y planificación pastoral? El buen funcionamiento de los Consejos es determinante. Creo que estamos muy atrasados en esto.
5. Los Pastores, Obispos y Presbíteros, ¿tenemos conciencia y convicción de la misión de los fieles y les damos la libertad para que vayan discerniendo, conforme a su proceso de discípulos, la misión que el Señor les confía? ¿Los apoyamos y acompañamos, superando cualquier tentación de manipulación o sometimiento indebido? ¿Estamos siempre abiertos para dejarnos interpelar en la búsqueda del bien de la Iglesia y su Misión en el mundo?
6. Los agentes de pastoral y los fieles en general ¿se sienten parte de la Iglesia, se identifican con ella y la acercan a los bautizados distantes y alejados?

Como se puede apreciar aquí están en juego actitudes. La Conversión Pastoral atañe principalmente a las actitudes y a una reforma de vida. Un cambio de actitudes necesariamente es dinámico: “entra en proceso” y sólo se lo puede contener acompañándolo y discerniendo. Es importante tener siempre presente que la brújula, para no perderse en este camino, es la de la identidad católica concebida como pertenencia eclesial.

Diálogo con el mundo actual

Hace bien recordar las palabras del Concilio Vaticano II: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (cf. GS, 1). Aquí reside el fundamento del diálogo con el mundo actual.
La respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy, especialmente de las nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraña un cambio fecundo que hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, del Magisterio, y de la Doctrina Social de la Iglesia. Los escenarios y areópagos son de lo más variado. Por ejemplo, en una misma ciudad, existen varios imaginarios colectivos que conforman “diversas ciudades”. Si nos mantenemos solamente en los parámetros de “la cultura de siempre”, en el fondo una cultura de base rural, el resultado terminará anulando la fuerza del Espíritu Santo. Dios está en todas partes: hay que saber descubrirlo para poder anunciarlo en el idioma de esa cultura; y cada realidad, cada idioma, tiene un ritmo diverso.

4. Algunas tentaciones contra el discipulado misionero

La opción por la misionariedad del discípulo será tentada. Es importante saber por dónde va el mal espíritu para ayudarnos en el discernimiento. No se trata de salir a cazar demonios, sino simplemente de lucidez y astucia evangélica. Menciono sólo algunas actitudes que configuran una Iglesia “tentada”. Se trata de conocer ciertas propuestas actuales que pueden mimetizarse en la dinámica del discipulado misionero y detener, hasta hacer fracasar, el proceso de Conversión Pastoral.

1. La ideologización del mensaje evangélico. Es una tentación que se dio en la Iglesia desde el principio: buscar una hermenéutica de interpretación evangélica fuera del mismo mensaje del Evangelio y fuera de la Iglesia. Un ejemplo: Aparecida, en un momento, sufrió esta tentación bajo la forma de asepsia. Se utilizó, y está bien, el método de “ver, juzgar, actuar” (cf. n. 19). La tentación estaría en optar por un “ver” totalmente aséptico, un “ver” neutro, lo cual es inviable. Siempre el ver está afectado por la mirada. No existe una hermenéutica aséptica. La pregunta era, entonces: ¿con qué mirada vamos a ver la realidad? Aparecida respondió: Con mirada de discípulo. Así se entienden los números 20 al 32. Hay otras maneras de ideologización del mensaje y, actualmente, aparecen en Latinoamérica y El Caribe propuestas de esta índole. Menciono sólo algunas:
a) El reduccionismo socializante. Es la ideologización más fácil de descubrir. En algunos momentos fue muy fuerte. Se trata de una pretensión interpretativa en base a una hermenéutica según las ciencias sociales. Abarca los campos más variados, desde el liberalismo de mercado hasta la categorización marxista.
b) La ideologización psicológica. Se trata de una hermenéutica elitista que, en definitiva, reduce el ”encuentro con Jesucristo” y su ulterior desarrollo a una dinámica de autoconocimiento. Suele darse principalmente en cursos de espiritualidad, retiros espirituales, etc. Termina por resultar una postura inmanente autorreferencial. No sabe de trascendencia y, por tanto, de misionariedad.
c) La propuesta gnóstica. Bastante ligada a la tentación anterior. Suele darse en grupos de élites con una propuesta de espiritualidad superior, bastante desencarnada, que termina por desembarcar en posturas pastorales de “quaestiones disputatae”. Fue la primera desviación de la comunidad primitiva y reaparece, a lo largo de la historia de la Iglesia, en ediciones corregidas y renovadas. Vulgarmente se los denomina “católicos ilustrados” (por ser actualmente herederos de la Ilustración).
d) La propuesta pelagiana. Aparece fundamentalmente bajo la forma de restauracionismo. Ante los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no tienen capacidad significativa. En América Latina suele darse en pequeños grupos, en algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias a la “seguridad” doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente es estática, si bien puede prometerse una dinámica hacia adentro: involuciona. Busca “recuperar” el pasado perdido.

2. El funcionalismo. Su acción en la Iglesia es paralizante. Más que con la ruta se entusiasma con la “hoja de ruta”. La concepción funcionalista no tolera el misterio, va a la eficacia. Reduce la realidad de la Iglesia a la estructura de una ONG. Lo que vale es el resultado constatable y las estadísticas. De aquí se va a todas las modalidades empresariales de Iglesia. Constituye una suerte de “teología de la prosperidad” en lo organizativo de la pastoral.

3. El clericalismo es también una tentación muy actual en Latinoamérica. Curiosamente, en la mayoría de los casos, se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo. El fenómeno del clericalismo explica, en gran parte, la falta de adultez y de cristiana libertad en buena parte del laicado latinoamericano. O no crece (la mayoría), o se acurruca en cobertizos de ideologizaciones como las ya vistas, o en pertenencias parciales y limitadas. Existe en nuestras tierras una forma de libertad laical a través de experiencias de pueblo: el católico como pueblo. Aquí se ve una mayor autonomía, sana en general, y que se expresa fundamentalmente en la piedad popular. El capítulo de Aparecida sobre piedad popular describe con profundidad esta dimensión. La propuesta de los grupos bíblicos, de las comunidades eclesiales de base y de los Consejos pastorales va en la línea de superación del clericalismo y de un crecimiento de la responsabilidad laical.
Podríamos seguir describiendo algunas otras tentaciones contra el discipulado misionero, pero creo que éstas son las más importantes y de más fuerza en este momento de América Latina y El Caribe.

5. Algunas pautas eclesiológicas

1. El discipulado-misionero que Aparecida propuso a las Iglesias de América Latina y El Caribe es el camino que Dios quiere para este “hoy”. Toda proyección utópica (hacia el futuro) o restauracionista (hacia el pasado) no es del buen espíritu. Dios es real y se manifiesta en el ”hoy”. Hacia el pasado su presencia se nos da como “memoria” de la gesta de salvación sea en su pueblo sea en cada uno de nosotros; hacia el futuro se nos da como “promesa” y esperanza. En el pasado Dios estuvo y dejó su huella: la memoria nos ayuda a encontrarlo; en el futuro sólo es promesa… y no está en los mil y un “futuribles”. El “hoy” es lo más parecido a la eternidad; más aún: el ”hoy” es chispa de eternidad. En el “hoy” se juega la vida eterna.
El discipulado misionero es vocación: llamado e invitación. Se da en un “hoy” pero “en tensión”. No existe el discipulado misionero estático. El discípulo misionero no puede poseerse a sí mismo, su inmanencia está en tensión hacia la trascendencia del discipulado y hacia la trascendencia de la misión. No admite la autorreferencialidad: o se refiere a Jesucristo o se refiere al pueblo a quien se debe anunciar. Sujeto que se trasciende. Sujeto proyectado hacia el encuentro: el encuentro con el Maestro (que nos unge discípulos) y el encuentro con los hombres que esperan el anuncio.
Por eso, me gusta decir que la posición del discípulo misionero no es una posición de centro sino de periferias: vive tensionado hacia las periferias… incluso las de la eternidad en el encuentro con Jesucristo. En el anuncio evangélico, hablar de “periferias existenciales” des-centra, y habitualmente tenemos miedo a salir del centro. El discípulo-misionero es un des-centrado: el centro es Jesucristo, que convoca y envía. El discípulo es enviado a las periferias existenciales.

2. La Iglesia es institución pero cuando se erige en “centro” se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG. Entonces, la Iglesia pretende tener luz propia y deja de ser ese “misterium lunae” del que nos hablaban los Santos Padres. Se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su necesidad de ser misionera. De “Institución” se transforma en “Obra”. Deja de ser Esposa para terminar siendo Administradora; de Servidora se transforma en “Controladora”. Aparecida quiere una Iglesia Esposa, Madre, Servidora, facilitadora de la fe y no controladora de la fe.

3. En Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro. Ninguna de las dos es nueva, sino que conforman la manera cómo se reveló Dios en la historia. Es el “Dios cercano” a su pueblo, cercanía que llega al máximo al encarnarse. Es el Dios que sale al encuentro de su pueblo. Existen en América Latina y El Caribe pastorales “lejanas”, pastorales disciplinarias que privilegian los principios, las conductas, los procedimientos organizativos… por supuesto sin cercanía, sin ternura, sin caricia. Se ignora la “revolución de la ternura” que provocó la encarnación del Verbo. Hay pastorales planteadas con tal dosis de distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo, encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más pueden prometer una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro. Una piedra de toque para calibrar la cercanía y la capacidad de encuentro de una pastoral es la homilía. ¿Qué tal son nuestras homilías? ¿Nos acercan al ejemplo de nuestro Señor, que “hablaba como quien tiene autoridad” o son meramente preceptivas, lejanas, abstractas?

4. Quien conduce la pastoral, la Misión Continental (sea programática como paradigmática), es el Obispo. El Obispo debe conducir, que no es lo mismo que mandonear. Además de señalar las grandes figuras del episcopado latinoamericano que todos conocemos quisiera añadir aquí algunas líneas sobre el perfil del Obispo que ya dije a los Nuncios en la reunión que tuvimos en Roma. Los Obispos han de ser Pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre; pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan “psicología de príncipes”. Hombres que no sean ambiciosos y que sean esposos de una Iglesia sin estar a la expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza: que haya sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia los pasos de Dios en su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.
No quisiera abundar en más detalles sobre la persona del Obispo, sino simplemente añadir, incluyéndome en esta afirmación, que estamos un poquito retrasados en lo que a Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos ayudemos un poco más a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este “hoy” de América Latina y El Caribe. Y sería bueno comenzar por aquí.

Les agradezco la paciencia de escucharme. Perdonen el desorden de la charla y, por favor, les pido que tomemos en serio nuestra vocación de servidores del santo pueblo fiel de Dios, porque en esto se ejercita y se muestra la autoridad: en la capacidad de servicio. Muchas gracias (RC-RV)
¡Nos vemos en Cracovia 2016!

(RV).- (Con Audio) “Queridos jóvenes, tenemos una cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en 2016, en Cracovia, Polonia. Pidamos, por la intercesión materna de María, la luz del Espíritu Santo para el camino que nos llevará a esta nueva etapa de gozosa celebración de la fe y del amor de Cristo”: con estas palabras antes del rezo del Ángelus el Papa Francisco anunció el mediodía del domingo en Río, la próxima ciudad anfitriona de la JMJ (RC-RV)

Palabras del Papa antes del Rezo del Ángelus

(Audio) RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas

Al final de esta Celebración Eucarística, con la cual elevamos a Dios nuestro canto de alabanza y gratitud por todas las gracias recibidas durante esta Jornada Mundial de la Juventud, quisiera antes agradecer a Monseñor Orani Tempesta y al Cardenal Rylko las palabras que me dirigieron. Les agradezco también a ustedes, queridos jóvenes, por todas las alegrías que me dieron en estos días. ¡Gracias! Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón.

Ahora dirigimos nuestra mirada a la Madre del cielo, la Virgen María. En estos días, Jesús les ha repetido con insistencia la invitación a ser sus discípulos misioneros; ustedes escucharon la voz del Buen Pastor que los llamó por su nombre y ustedes reconocieron la voz que les llamaba (cf. Jn 10,4). ¿No es verdad que, en esta voz que resuena en sus corazones, sintieron la ternura del amor de Dios? ¿No es verdad que ustedes experimentaron la belleza de seguir a Cristo, juntos, en la Iglesia? ¿No es verdad que ustedes han comprendido mejor que el Evangelio es la respuesta al deseo de una vida todavía más plena? (cf. Jn 10,10). ¿No es verdad?

La Virgen Inmaculada intercede por nosotros en el Cielo como una buena madre que cuida de sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué significa ser discípulo misionero. Cada vez que rezamos el Angelus, recordamos el evento que ha cambiado para siempre la historia de los hombres. Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la Madre de Jesús, del Salvador, Ella, aún sin comprender del todo el significado de aquella llamada, se fió de Dios y respondió: «Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Pero, ¿qué hizo inmediatamente después? Después de recibir la gracia de ser la Madre del Verbo Encarnado, no se quedó con aquél regalo; se sintió responsable y marchó, salió de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda (cf. Lc 1,38-39); realizó un gesto de amor, de caridad, y de servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo diligentemente.

Está aquí, queridos amigos, nuestro modelo. Aquella que recibió el don más precioso de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en camino para servir y llevar a Jesús. Pidamos a la Nuestra Señora que nos ayude también a nosotros a transmitir la alegría de Cristo a nuestros familiares, a nuestros compañeros, a nuestros amigos, a todas las personas. ¡Nunca tengan miedo de ser generosos con Cristo! ¡Vale la pena! Salgan y vayan con valentía y generosidad, para que cada hombre y cada mujer puedan encontrar al Señor.

Queridos jóvenes, ya tenemos marcado el encuentro para la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en 2016, en Cracovia, Polonia. Por la intercesión materna de María, pidamos la luz del Espíritu Santo para el camino que nos llevará a esta nueva etapa de gozosa celebración de la fe y del amor de Cristo.

Ahora recemos juntos…(MP-RV)


¡Vayan! Jesucristo cuenta con ustedes, la Iglesia cuenta con ustedes, el Papa cuenta con ustedes

(RV).- (Con Audio) Fue el mandato que el Papa Francisco transmitió a más de tres millones de jóvenes el domingo por la mañana en la Santa Misa de clausura de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud de Río, recordando la palabra de Dios que hoy nos indica: “Vayan”, “sin miedo”, “para servir”. El Obispo de Roma precisó que a donde nos envía Jesús no hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para todos, precisó el Santo Padre. “No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente.” El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor. “Quisiera que este mandato de Cristo: “Vayan”, resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. Brasil, América Latina, el mundo tiene necesidad de Cristo”.

Homilía del Papa

(Audio) RealAudioMP3 Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
Queridos jóvenes

«Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Con estas palabras, Jesús se dirige a cada uno de ustedes diciendo: «Qué bueno ha sido participar en la Jornada Mundial de la Juventud, vivir la fe junto a jóvenes venidos de los cuatro ángulos de la tierra, pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás». Jesús te llama a ser un discípulo en misión. Hoy a la luz de la palabra de Dios que acabamos de oír, ¿Qué nos dice hoy el Señor? ¿Qué nos dice hoy el Señor? Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir.

1. Vayan. Durante estos días aquí en Río, ustedes han podido hacer la bella experiencia de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, sintiendo la alegría de la fe. Pero la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en la vida de ustedes, o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de la comunidad de ustedes. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más es compartida, transmitida, para que todos puedan conocer, amar y profesar a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia (cf. Rm 10,9).

Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, ¡Vayan!, sino que dijo: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, sino de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo Él. Ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a hombres libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor.

¿Para dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía para todas las personas. El evangelio es para todos, y no para algunas personas. No es sólo para aquellos que parecen más cercanos a nosotros, más abiertos, más acogedores. Es para todas las personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los ambientes, hasta las periferias existenciales, incluidos aquellos que parecen más distantes, más indiferentes. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.

De forma especial, quisiera que este mandato de Cristo: «Vayan», resonara en ustedes jóvenes de la Iglesia en América Latina, comprometidos en la misión continental promovida por los obispos. El Brasil, América Latina, el mundo necesita de Cristo. San Pablo dice: «¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!» (1 Co 9,16). Este continente ha recibido el anuncio del Evangelio, que marcó su camino y produjo mucho fruto. Ahora este anuncio se les ha confiado también a ustedes, para que resuene con fuerza renovada. La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, de la creatividad y de la alegría que los caracteriza. Un gran apóstol de Brasil, el beato José de Anchieta, partió en misión cuando tenía apenas diecinueve años! ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los jóvenes? Otro joven. Éste es el camino a recorrer por ustedes.

2. Sin miedo. Puede que alguno piense: «No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el evangelio?». Querido amigo, tu miedo no se diferencia mucho del de Jeremías. Escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». También Dios les dice a ustedes lo que dijo a Jeremías: «No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» (Jr 1,6.8). Él está con nosotros.

«No tengan miedo». Cuando vamos a anunciar a Cristo, es Él mismo el que va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: «Yo estoy con ustedes todos los días» (Mt 28,20). Y esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos, ¡nunca deja solo a nadie! ¡Nos acompaña siempre!

Además Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos. Queridos jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en esta misión. Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado a formar un grupo, una comunidad. Quisiera dirigirme también a ustedes, queridos sacerdotes que concelebran conmigo esta Eucaristía: han venido para acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro que los ha rejuvenecidos a todos. ¡El joven contagia juventud! Pero es una etapa en el camino. Por favor, sígan acompañándolos con generosidad y alegría, ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan solos. Y aquí quiero agradecer de corazón a los grupos de pastoral juvenil, a los movimientos y nuevas comunidades que acompañan a los jóvenes en su experiencia de ser Iglesia, tan creativos, tan audaces. ¡Sigan adelante y no tengan miedo!

3. La última palabra: para servir. En el inicio del salmo que proclamado escuchamos estas palabras: «Canten al Señor un cántico nuevo» (95,1). ¿Cuál es este cántico nuevo? No son palabras, no es una melodía, sino que es el canto de nuestra vida, es dejar que nuestra vida se identifique con la Vida de Jesús, es tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás. La vida de Jesús es una vida para los demás, es una vida de servicio.

San Pablo, en la lectura que escuchamos hace poco, decía: «Me hice esclavo de todos, a fin de ganar el mayor número posible» (1 Co 9,19). Para anunciar a Jesús, Pablo se hizo «esclavo de todos». Evangelizar significa testimoniar personalmente el amor de Dios, significa superar nuestros egoísmos, significa servir inclinándonos a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.

Tres palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio. En la primera lectura, cuando Dios envía al profeta Jeremías, le da el poder para «arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar» (Jr 1,10). También es así para ustedes. Llevar el Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo. Queridos jóvenes, ¡Jesucristo cuenta con ustedes! ¡La Iglesia cuenta con ustedes! ¡El Papa cuenta con ustedes! Que María, Madre de Jesús y Madre nuestra, les acompañe siempre con su ternura: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos». Amén (RC-RV)

Nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia
(RV).- (Con Audio) La vigilia de oración de la JMJ 2013 con el Papa comenzó la noche del sábado 27 a orillas de Copacabana. A causa del mal tiempo, el “Campus Fidei” de Guaratiba, fue cambiado por el litoral carioca que igualmente acogió a centenares de miles de jóvenes de todo el mundo en un colorido ambiente de fiesta típico de estas citas juveniles: celebración y algarabía, pero también meditación y recogimiento en espera del Santo Padre y su palabra, que justamente llegó para recordarnos a todos quiénes somos y a lo que estamos llamados.

Esta noche la liturgia de la Palabra se desarrolló en dos momentos: el diálogo entre el Papa y los jóvenes y la procesión con el Santísimo Sacramento, y luego la Adoración. La primera parte estuvo acompañada por una sugestiva escenografía en la que participaron decenas de jóvenes empeñados en “construir” una iglesia. “Ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor”, dijo Francisco a los jóvenes reunidos en Rio, y a través de ellos, a todos los jóvenes.

Discurso del Papa durante la vigilia con los jóvenes corregido (Audio) RealAudioMP3

Queridos jóvenes,
Viéndolos a ustedes, presentes aquí hoy, me viene a la mente la historia de San Francisco de Asís. Delante del Crucifijo, él escucha la voz de Jesús que le dice: «Francisco, ve y repara mi casa». Y el joven Francisco responde, con prontitud y generosidad, a esta llamada del Señor: repara a mi casa. ¿Pero cuál casa? Poco a poco, él percibe que no se trataba de hacer de albañil y reparar un edificio hecho de piedras, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia; se trataba de colocarse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que transparentara en ella siempre más el Rostro de Cristo.
También hoy el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. Queridos jóvenes el Señor los necesita. También hoy llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su Iglesia y a ser misioneros. Queridos jóvenes el Señor hoy los llama. No al montón. A vos, a vos, a vos, a vos, a cada uno. Escuchen en el corazón qué les dice. Pienso que podemos aprender algo de lo que pasó en estos días: como tuvimos que cancelar, por el mal tiempo, la realización de esta vigilia en el Campus Fidei, en Guaratiba. ¿No estaría el Señor queriendo decirnos que el verdadero campo de la fe, el verdadero campus fidei, no es un lugar geográfico sino que somos nosotros? ¡Si! Es verdad. Cada uno de nosotros, cada uno de ustedes, yo, todos. Y, ser discípulo misionero significa saber que somos el Campo de la fe de Dios! Por eso, por eso, a partir de la imagen del Campo de la fe, pensé en tres imágenes, tres, que nos pueden ayudar a entender mejor lo que significa ser un discípulo-misionero: la primera imagen, el campo como lugar donde se siembra; la segunda, el campo como lugar de entrenamiento; y la tercera, el campo como obra de construcción.
Primero: El campo como lugar donde se siembra. Todos conocemos la parábola de Jesús que habla de un sembrador que salió a sembrar en un campo; algunas simientes cayeron al borde del camino, entre piedras o en medio de espinas, no llegaron a desarrollarse; pero otras cayeron en tierra buena y dieron mucho fruto (cf. Mt 13,1-9). Jesús mismo explicó el significado de la parábola: La simiente es la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón (cf. Mt 13,18-23). Hoy, todos los días, pero hoy de manera especial, Jesús siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo de la Fe. Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, dejen entrar la simiente de la palabra de Dios, dejen que germine, dejen que crezca. Dios hace todo pero ustedes déjenlo hacer, dejen que Él trabaje en ese crecimiento!
Jesús nos dice que las simientes que cayeron al borde del camino, o entre las piedras y en medio de espinas, no dieron fruto. Creo que, con honestidad, podemos hacernos la pregunta: ¿Qué clase de terreno somos, qué clase de terreno queremos ser? Quizás a veces somos como el camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en nuestra vida, porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos. Yo les pregunto pero no contesten, ahora, cada uno conteste en su corazón. ¿Yo soy un joven, una joven, atontada? o somos como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con entusiasmo, pero somos inconstantes, ante las dificultades, no tenemos el valor de ir a contracorriente. Cada uno contestamos, en nuestro corazón: ¿tengo valor o soy cobarde? O somos como el terreno espinoso: las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor (cf. Mt 13,18-22). ¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos puntas, y quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo? ¿Querer recibir la semilla de Jesús y a la vez regar las espinas y los yuyos que nacen en mi corazón? Cada uno en silencio se contesta. Hoy, sin embargo, yo estoy seguro de que la simiente puede caer en buena tierra. Escuchamos estos testimonios, cómo la simiente cayó en buena tierra. No padre, yo no soy buena tierra, soy una calamidad, estoy lleno de piedras, de espinas, y de todo. Si puede que eso hay arriba, pero hacé un pedacito, hacé un cachito de buena tierra y dejá que caiga allí, ¡y vas a ver cómo germina! Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra, cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo, no cristianos «almidonados» con la nariz así que parecen cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada. Esos cristianos que son pura facha, sino cristianos auténticos. Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad chirle que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido.¿Es así, o me equivoco? ¿Es así? Bueno, si es así hagamos una cosa. Todos en silencio, miremos al corazón y cada uno dígale a Jesús que quiere recibir la semilla. Dígale a Jesús: mirá Jesús las piedras que hay, mirá las espina, mirá los yuyos, pero mirá este cachito de tierra que te ofrezco, para que entre la semilla. En silencio dejamos entrar la semilla de Jesús... Acuérdense de este momento, cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. ¡Déjenla crecer y Dios la va a cuidar!
El campo, el campo además de ser un lugar de siembra, es lugar de entrenamiento. Jesús nos pide que le sigamos toda la vida, nos pide que seamos sus discípulos, que «juguemos en su equipo». La mayoría de ustedes les gusta el deporte. Aquí, en Brasil, como en otros países, el fútbol es pasión nacional. ¿Si o no? Pues bien, ¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Tiene que entrenarse y entrenarse mucho. Así es nuestra vida de discípulos del Señor. San Pablo, describiendo a los cristianos nos dice: «Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible» (1 Co 9,25). ¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! ¡Algo más grande que la Copa del Mundo! Jesús nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda, de una vida feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, allá en la vida eterna. Es lo que nos ofrece Jesús. Pero, nos pide que paguemos la entrada, y la entrada es que nos entrenemos para «estar en forma», para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe. A través del diálogo con él: la oración. Padre, ahora no nos vas a hacer rezar a todos, ¿no? Les pregunto, pero contestan en su corazón, eh? No en voz alta, en silencio. ¿Yo rezo? Cada uno se contesta. ¿Yo hablo con Jesús o le tengo miedo al silencio? ¿Dejo que el Espíritu Santo hable en mi corazón? Yo le pregunto a Jesús: ¿qué querés que haga, qué querés de mi vida? Esto es entrenarse. Pregúntenle a Jesús, hablen con Jesús. Y si cometen un error en la vida, si se pegan un resbalón, si hacen algo que está mal, no tengan miedo. Jesús mirá lo que hice: ¿qué tengo que hacer ahora? Pero siempre hablen con Jesús, en las buenas y en las malas. ¡Cuando hacen una cosa buena y cuando hacen una cosa mala¡. ¡No le tengan miedo¡ ¡ Eso es la oración¡ Y con eso se van entrenando en el diálogo con Jesús en este discipulado misionero y también a través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia. A través del amor fraterno, del saber escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los otros, a todos, sin excluir y sin marginar. Estos son los entrenamientos para seguir a Jesús: la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás, el servicio a los demás. ¿Lo repetimos juntos todos? Oración, sacramentos y ayuda a los demás. ¡No se oyó bien, otra vez!
Y tercero: El campo como obra de construcción. Acá estamos viendo cómo se ha construido esto aquí. Se empezaron a mover los muchachos, las chicas. Movieron y, construyeron una iglesia. Cuando nuestro corazón es una tierra buena que recibe la Palabra de Dios, cuando «se suda la camiseta», tratando de vivir como cristianos, experimentamos algo grande: nunca estamos solos, formamos parte de una familia de hermanos que recorren el mismo camino: somos parte de la Iglesia. Estos muchachos, estas chicas no estaban solos, en conjunto hicieron un camino y construyeron la iglesia, en conjunto hicieron lo de San Francisco, construir, reparar la iglesia. Te pregunto: ¿quieren construir la iglesia? ¿Se animan? ¿Y mañana se van a olvidar de este sí que dijeron? ¡Así me gusta¡ Somos parte de la iglesia más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia. Chicos, chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia, sean protagonistas, ¡jueguen para adelante, pateen adelante! ¡Construyan un mundo mejor, un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad, juéguenla adelante, siempre! San Pedro nos dice que somos piedras vivas que forman una casa espiritual (cf. 1 P 2,5). Y miramos este palco, vemos que tiene la forma de una iglesia construida con piedras vivas. En la Iglesia de Jesús, las piedras vivas somos nosotros, y Jesús nos pide que edifiquemos su Iglesia; cada uno de nosotros es una piedra viva, es un pedacito de la construcción, y si falta ese pedacito cuando viene la lluvia entra la gotera y se mete el agua dentro de la casa. Cada pedacito vivo tiene que cuidar la unidad y la seguridad de la Iglesia. Y no construir una pequeña capilla donde sólo cabe un grupito de personas. Jesús nos pide que su Iglesia sea tan grande que pueda alojar a toda la humanidad, que sea la casa de todos. Jesús me dice a mí, a vos, a cada uno: «Vayan, hagan discípulos a todas las naciones». Esta tarde, respondámosle: Sí, Señor, también yo quiero ser una piedra viva; juntos queremos construir la Iglesia de Jesús. Quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo. ¿Se animan a repetirlo? Quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo. A ver ahora... Después van a pensar esto que dijeron juntos.
Tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que en tantos jóvenes, en muchas partes del mundo han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Ustedes, ¡por ustedes, entra el futuro en el mundo! A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, ¡Jesús no se quedó en el balcón, se metió! ¡No balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús! Sin embargo, queda una pregunta: ¿Por dónde empezamos? ¿A quién le pedimos que empiece esto, por dónde empezamos? Una vez, le preguntaron a la Madre Teresa qué era lo que había que cambiar en la Iglesia para empezar, ¿Por qué pared de la Iglesia empezamos? ¿Por dónde, le dijeron, madre hay que empezar? ¡Por vos y por mí!, contestó ella. Tenía garra esta mujer, sabía por dónde había que empezar. Yo también hoy le robo la palabra a la Madre Teresa y te digo: ¿Empezamos, por dónde? Por vos y por mí. Cada uno, en silencio otra vez, pregúntense: ¿si tengo que empezar por mí, por dónde empiezo? Cada uno abra su corazón para que Jesús les diga por dónde empiezo.
Queridos amigos, no se cansen: ¡Ustedes son el campo da fe! ¡Ustedes son los atletas de Cristo! Ustedes son los constructores de una Iglesia más bella y de un mundo mejor. Elevemos los ojos a Nuestra Señora. Ella nos ayuda a seguir a Jesús, nos da el ejemplo con su “sí” a Dios: «Eh aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu Palabra» (Lc. 1,38). También nos se lo decimos a Dios, juntos con María: hágase en mí según Tu Palabra. Así sea! (MZ/MP-RV)
En Aparecida, Dios ha ofrecido su propia Madre al Brasil
(RV).- Luego de las actividades de la mañana del sábado, el Papa Francisco encontró en el Arzobispado de Río de Janeiro a los Cardenales del Brasil, a la Presidencia de la C.N.B.B. ( la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil: la más numerosa del mundo), a y los Obispos brasileños, almorzando luego con ellos.Que la Virgen Inmaculada de Aparecida sea la estrella que ilumine el compromiso de ustedes y su camino para llevar a Cristo, como ella ha hecho, a todo hombre y a toda mujer de este inmenso país. Será él, como lo hizo con los dos discípulos confusos y desilusionados de Emaús, quien haga arder el corazón y dé nueva y segura esperanza”, fue el deseo del Santo Padre.

Texto del discurso del Papa a los obispos brasileños
Queridos hermanos
¡Qué bueno y hermoso encontrarme aquí con ustedes, obispos de Brasil!
Gracias por haber venido, y permítanme que les hable como amigos; por eso prefiero hablarles en español, para poder expresar mejor lo que llevo en el corazón. Les pido disculpas.
Estamos reunidos aquí, un poco apartados, en este lugar preparado por nuestro hermano Mons. Orani, para estar solos y poder hablar de corazón a corazón, como pastores a los que Dios ha confiado su rebaño. En las calles de Río, jóvenes de todo el mundo y muchas otras multitudes nos esperan, necesitados de ser alcanzados por la mirada misericordiosa de Cristo, el Buen Pastor, al que estamos llamados a hacer presente. Gustemos, pues, este momento de descanso, de compartir, de verdadera fraternidad.
Deseo abrazar a todos y a cada uno, comenzando por el Presidente de la Conferencia Episcopal y el Arzobispo de Río de Janeiro, y especialmente a los obispos eméritos.
Más que un discurso formal, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones.
La primera me ha venido a la mente cuando he visitado el santuario de Aparecida. Allí, a los pies de la imagen de la Inmaculada Concepción, he rezado por ustedes, por sus Iglesias, por los sacerdotes, religiosos y religiosas, por los seminaristas, por los laicos y sus familias y, en particular, por los jóvenes y los ancianos; ambos son la esperanza de un pueblo: los jóvenes, porque llevan la fuerza, la ilusión, la esperanza del futuro; los ancianos, porque son la memoria, la sabiduría de un pueblo.

1. Aparecida: clave de lectura para la misión de la Iglesia
En Aparecida, Dios ha ofrecido su propia Madre al Brasil. Pero Dios ha dado también en Aparecida una lección sobre sí mismo, sobre su forma de ser y de actuar. Una lección de esa humildad que pertenece a Dios como un rasgo esencial, está en el adn de Dios. En Aparecida hay algo perenne que aprender sobre Dios y sobre la Iglesia; una enseñanza que ni la Iglesia en Brasil, ni Brasil mismo deben olvidar.
En el origen del evento de Aparecida está la búsqueda de unos pobres pescadores. Mucha hambre y pocos recursos. La gente siempre necesita pan. Los hombres comienzan siempre por sus necesidades, también hoy.
Tienen una barca frágil, inadecuada; tienen redes viejas, tal vez también deterioradas, insuficientes.
En primer lugar aparece el esfuerzo, quizás el cansancio de la pesca, y, sin embargo, el resultado es escaso: un revés, un fracaso. A pesar del sacrificio, las redes están vacías.
Después, cuando Dios quiere, él mismo aparece en su misterio. Las aguas son profundas y, sin embargo, siempre esconden la posibilidad de Dios; y él llegó por sorpresa, tal vez cuando ya no se le esperaba. Siempre se pone a prueba la paciencia de los que le esperan. Y Dios llegó de un modo nuevo, porque siempre puede reinventarse: una imagen de frágil arcilla, ennegrecida por las aguas del río, y también envejecida por el tiempo. Dios aparece siempre con aspecto de pequeñez.
Así apareció entonces la imagen de la Inmaculada Concepción. Primero el cuerpo, luego la cabeza, después cuerpo y cabeza juntos: unidad. Lo que estaba separado recobra la unidad. El Brasil colonial estaba dividido por el vergonzoso muro de la esclavitud. La Virgen de Aparecida se presenta con el rostro negro, primero dividida y después unida en manos de los pescadores.
Hay una enseñanza perenne que Dios quiere ofrecer. Su belleza reflejada en la Madre, concebida sin pecado original, emerge de la oscuridad del río. En Aparecida, desde el principio, Dios nos da un mensaje de recomposición de lo que está separado, de reunión de lo que está dividido. Los muros, barrancos y distancias, que también hoy existen, están destinados a desaparecer. La Iglesia no puede desatender esta lección: ser instrumento de reconciliación.
Los pescadores no desprecian el misterio encontrado en el río, aun cuando es un misterio que aparece incompleto. No tiran las partes del misterio. Esperan la plenitud. Y ésta no tarda en llegar. Hay algo sabio que hemos de aprender. Hay piezas de un misterio, como teselas de un mosaico, que encontramos y vemos. Nosotros queremos ver el todo con demasiada prisa, mientras que Dios se hace ver poco a poco. También la Iglesia debe aprender esta espera.
Después, los pescadores llevan a casa el misterio. La gente sencilla siempre tiene espacio para albergar el misterio. Tal vez hemos reducido nuestro hablar del misterio a una explicación racional; pero en la gente, el misterio entra por el corazón. En la casa de los pobres, Dios siempre encuentra sitio.
Los pescadores «agasalham»: arropan el misterio de la Virgen que han pescado, como si tuviera frío y necesitara calor. Dios pide que se le resguarde en la parte más cálida de nosotros mismos: el corazón. Después será Dios quien irradie el calor que necesitamos, pero primero entra con la astucia de quien mendiga. Los pescadores cubren el misterio de la Virgen con el pobre manto de su fe. Llaman a los vecinos para que vean la belleza encontrada, se reúnen en torno a ella, cuentan sus penas en su presencia y le encomiendan sus preocupaciones. Hacen posible así que las intenciones de Dios se realicen: una gracia, y luego otra; una gracia que abre a otra; una gracia que prepara a otra. Dios va desplegando gradualmente la humildad misteriosa de su fuerza.
Hay mucho que aprender de esta actitud de los pescadores. Una iglesia que da espacio al misterio de Dios; una iglesia que alberga en sí misma este misterio, de manera que pueda maravillar a la gente, atraerla. Sólo la belleza de Dios puede atraer. El camino de Dios es el de la atracción, la fascinación. A Dios, uno se lo lleva a casa. Él despierta en el hombre el deseo de tenerlo en su propia vida, en su propio hogar, en el propio corazón. Él despierta en nosotros el deseo de llamar a los vecinos para dar a conocer su belleza. La misión nace precisamente de este hechizo divino, de este estupor del encuentro. Hablamos de la misión, de Iglesia misionera. Pienso en los pescadores que llaman a sus vecinos para que vean el misterio de la Virgen. Sin la sencillez de su actitud, nuestra misión está condenada al fracaso.
La Iglesia siempre tiene necesidad apremiante de no olvidar la lección de Aparecida, no la puede desatender. Las redes de la Iglesia son frágiles, quizás remendadas; la barca de la Iglesia no tiene la potencia de los grandes transatlánticos que surcan los océanos. Y, sin embargo, Dios quiere manifestarse precisamente a través de nuestros medios, medios pobres, porque es siempre él quien actúa.
Queridos hermanos, el resultado del trabajo pastoral no se basa en la riqueza de los recursos, sino en la creatividad del amor. Ciertamente, es necesaria la tenacidad, el esfuerzo, el trabajo, la planificación, la organización, pero hay que saber ante todo que la fuerza de la Iglesia no reside en sí misma, sino que está escondida en las aguas profundas de Dios, en las que ella está llamada a echar las redes.
Otra lección que la Iglesia ha de recordar siempre es que no puede alejarse de la sencillez, de lo contrario olvida el lenguaje del misterio, y no sólo se queda fuera, a las puertas del misterio, sino que ni siquiera consigue entrar en aquellos que pretenden de la Iglesia lo no pueden darse por sí mismos, es decir, Dios mismo. A veces perdemos a quienes no nos entienden porque hemos olvidado la sencillez, importando de fuera también una racionalidad ajena a nuestra gente. Sin la gramática de la simplicidad, la Iglesia se ve privada de las condiciones que hacen posible «pescar» a Dios en las aguas profundas de su misterio.
Una última anotación: Aparecida se hizo presente en un cruce de caminos. La vía que unía Río de Janeiro, la capital, con San Pablo, la provincia emprendedora que estaba naciendo, y Minas Gerais, las minas tan codiciadas por la Cortes europeas: una encrucijada del Brasil colonial. Dios aparece en los cruces. La Iglesia en Brasil no puede olvidar esta vocación inscrita en ella desde su primer aliento: ser capaz de sístole y diástole, de recoger y difundir.

2. Aprecio por la trayectoria de la Iglesia en Brasil
Los obispos de Roma han llevado siempre en su corazón a Brasil y a su Iglesia. Se ha logrado un maravilloso recorrido. De 12 diócesis durante el Concilio Vaticano I a las actuales 275 circunscripciones. No ha sido la expansión de un aparato o de una empresa, sino más bien el dinamismo de los «cinco panes y dos peces» evangélicos, que, en contacto con la bondad del Padre, en manos encallecidas han sido fecundos.
Hoy deseo reconocer el trabajo sin reservas de ustedes, Pastores, en sus Iglesias. Pienso en los obispos que están en la selva, subiendo y bajando por los ríos, en las zonas semiáridas, en el Pantanal, en la pampa, en las junglas urbanas de las megalópolis. Amen siempre con una dedicación total a su grey. Pero pienso también en tantos nombres y tantos rostros que han dejado una huella indeleble en el camino de la Iglesia en Brasil, haciendo palpable la gran bondad de Dios para con esta iglesia.
Los obispos de Roma siempre han estado cerca; han seguido, animado, acompañado. En las últimas décadas, el beato Juan XXIII invitó con insistencia a los obispos brasileños a preparar su primer plan pastoral y, desde entonces, se ha desarrollado una verdadera tradición pastoral en Brasil, logrando que la Iglesia no fuera un trasatlántico a la deriva, sino que tuviera siempre una brújula. El Siervo de Dios Pablo VI, además de alentar la recepción del Concilio Vaticano II con fidelidad, pero también con rasgos originales (cf. Asamblea General del celam en Medellín), influyó decisivamente en la autoconciencia de la Iglesia en Brasil mediante el Sínodo sobre la evangelización y el texto fundamental de referencia, que sigue siendo la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi. El beato Juan Pablo II visitó Brasil en tres ocasiones, recorriéndolo «de cabo a rabo», de norte a sur, insistiendo en la misión pastoral de la Iglesia, en la comunión y la participación, en la preparación del Gran Jubileo, en la nueva evangelización. Benedicto XVI eligió Aparecida para celebrar la V Asamblea General del celam, y esto ha dejado una huella profunda en la Iglesia de todo el continente.
La Iglesia en Brasil ha recibido y aplicado con originalidad el Concilio Vaticano II y el camino recorrido, aunque ha debido superar algunas enfermedades infantiles, ha llevado gradualmente a una Iglesia más madura, generosa y misionera.
Hoy nos encontramos en un nuevo momento. Como ha expresado bien el Documento de Aparecida, no es una época de cambios, sino un cambio de época. Entonces, también hoy es urgente preguntarse: ¿Qué nos pide Dios? Quisiera intentar ofrecer algunas líneas de respuesta a esta pregunta.

3. El icono de Emaús como clave de lectura del presente y del futuro.
Ante todo, no hemos de ceder al miedo del que hablaba el Beato John Henry Newman: «El mundo cristiano se está haciendo estéril, y se agota como una tierra sobreexplotada, que se convierte en arena». No hay que ceder al desencanto, al desánimo, a las lamentaciones. Hemos trabajado mucho, y a veces nos parece que hemos fracasado, como quien debe hacer balance de una temporada ya perdida, viendo a quienes se han marchado o ya no nos consideran creíbles, relevantes.
Releamos una vez más el episodio de Emaús desde este punto de vista (Lc 24, 13-15). Los dos discípulos huyen de Jerusalén. Se alejan de la «desnudez» de Dios. Están escandalizados por el fracaso del Mesías en quien habían esperado y que ahora aparece irremediablemente derrotado, humillado, incluso después del tercer día (vv. 24,17-21). Es el misterio difícil de quien abandona la Iglesia; de aquellos que, tras haberse dejado seducir por otras propuestas, creen que la Iglesia —su Jerusalén— ya no puede ofrecer algo significativo e importante. Y, entonces, van solos por el camino con su propia desilusión. Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado débil, demasiado lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus inquietudes, demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido; tal vez el mundo parece haber convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta. El hecho es que actualmente hay muchos como los dos discípulos de Emaús; no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios, tanto en la teoría como en la práctica.
Ante esta situación, ¿qué hacer?
Hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en su noche. Necesitamos una Iglesia capaz de encontrarse en su camino. Necesitamos una Iglesia capaz de entrar en su conversación. Necesitamos una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos que, huyendo de Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo, impotente para generar sentido.
La globalización implacable, la urbanización a menudo salvaje, prometían mucho. Así que muchos se han enamorado de las posibilidades de la globalización, y en ella hay algo realmente positivo. Pero muchos olvidan el lado oscuro: la confusión del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a un cualquier «nido», la violencia sutil pero implacable, la ruptura interior y las fracturas en las familias, la soledad y el abandono, las divisiones y la incapacidad de amar, de perdonar, de comprender, el veneno interior que hace de la vida un infierno, la necesidad de ternura por sentirse tan inadecuados e infelices, los intentos fallidos de encontrar respuestas en la droga, el alcohol, el sexo, convertidos en otras tantas prisiones.
Y muchos han buscado atajos, porque la «medida» de la gran Iglesia parece demasiado alta. Muchos han pensado: la idea del hombre es demasiado grande para mí, el ideal de vida que propone está fuera de mis posibilidades, la meta a perseguir es inalcanzable, lejos de mi alcance. Sin embargo —siguen pensando—, no puedo vivir sin tener al menos algo, aunque sea una caricatura, de eso que es demasiado alto para mí, de lo que no me puedo permitir. Con la desilusión en el corazón, han ido en busca de alguien que les ilusione de nuevo.
La gran sensación de abandono y soledad, de no pertenecerse ni siquiera a sí mismos, que surge a menudo en esta situación, es demasiado dolorosa para acallarla. Hace falta un desahogo y, entonces, queda la vía del lamento: ¿Cómo hemos podido llegar hasta este punto? Pero incluso el lamento se convierte a su vez en un boomerang que vuelve y termina por aumentar la infelicidad. Hay pocos que todavía saben escuchar el dolor; al menos, hay que anestesiarlo.
Hoy hace falta una Iglesia capaz de acompañar, de ir más allá del mero escuchar; una Iglesia que acompañe en el camino poniéndose en marcha con la gente; una Iglesia que pueda descifrar esa noche que entraña la fuga de Jerusalén de tantos hermanos y hermanas; una Iglesia que se dé cuenta de que las razones por las que hay quien se aleja, contienen ya en sí mismas también los motivos para un posible retorno, pero es necesario saber leer el todo con valentía.
Quisiera que hoy nos preguntáramos todos: ¿Somos aún una Iglesia capaz de inflamar el corazón? ¿Una Iglesia que pueda hacer volver a Jerusalén? ¿De acompañar a casa? En Jerusalén residen nuestras fuentes: Escritura, catequesis, sacramentos, comunidad, la amistad del Señor, María y los Apóstoles... ¿Somos capaces todavía de presentar estas fuentes, de modo que se despierte la fascinación por su belleza?
Muchos se han ido porque se les ha prometido algo más alto, algo más fuerte, algo más veloz.
Pero, ¿hay algo más alto que el amor revelado en Jerusalén? Nada es más alto que el abajamiento de la cruz, porque allí se alcanza verdaderamente la altura del amor. ¿Somos aún capaces de mostrar esta verdad a quienes piensan que la verdadera altura de la vida esté en otra parte?
¿Alguien conoce algo de más fuerte que el poder escondido en la fragilidad del amor, de la bondad, de la verdad, de la belleza?
La búsqueda de lo que cada vez es más veloz atrae al hombre de hoy: internet veloz, coches y aviones rápidos, relaciones inmediatas... Y, sin embargo, se nota una necesidad desesperada de calma, diría de lentitud. La Iglesia, ¿sabe todavía ser lenta: en el tiempo, para escuchar, en la paciencia, para reparar y reconstruir? ¿O acaso también la Iglesia se ve arrastrada por el frenesí de la eficiencia? Recuperemos, queridos hermanos, la calma de saber ajustar el paso a las posibilidades de los peregrinos, al ritmo de su caminar, la capacidad de estar siempre cerca para que puedan abrir un resquicio en el desencanto que hay en su corazón, y así poder entrar en él. Quieren olvidarse de Jerusalén, donde están sus fuentes, pero terminan por sentirse sedientos. Hace falta una Iglesia capaz de acompañar también hoy el retorno a Jerusalén. Una Iglesia que pueda hacer redescubrir las cosas gloriosas y gozosas que se dicen en Jerusalén, de hacer entender que ella es mi Madre, nuestra Madre, y que no están huérfanos. En ella hemos nacido. ¿Dónde está nuestra Jerusalén, donde hemos nacido? En el bautismo, en el primer encuentro de amor, en la llamada, en la vocación.
Se necesita una Iglesia que también hoy pueda devolver la ciudadanía a tantos de sus hijos que caminan como en un éxodo.

4. Los desafíos de la Iglesia en Brasil
A la luz de lo dicho, quisiera señalar algunos desafíos de la amada Iglesia en Brasil.

La prioridad de la formación: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos
Queridos hermanos, si no formamos ministros capaces de enardecer el corazón de la gente, de caminar con ellos en la noche, de entrar en diálogo con sus ilusiones y desilusiones, de recomponer su fragmentación, ¿qué podemos esperar para el camino presente y futuro? No es cierto que Dios se haya apagado en ellos. Aprendamos a mirar más profundo: no hay quien inflame su corazón, como a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 32).
Por esto es importante promover y cuidar una formación de calidad, que cree personas capaces de bajar en la noche sin verse dominadas por la oscuridad y perderse; de escuchar la ilusión de tantos, sin dejarse seducir; de acoger las desilusiones, sin desesperarse y caer en la amargura; de tocar la desintegración del otro, sin dejarse diluir y descomponerse en su propia identidad.
Se necesita una solidez humana, cultural, afectiva, espiritual y doctrinal. Queridos hermanos en el episcopado, hay que tener el valor de una revisión profunda de las estructuras de formación y preparación del clero y del laicado de la Iglesia en Brasil. No es suficiente una vaga prioridad de formación, ni los documentos o las reuniones. Hace falta la sabiduría práctica de establecer estructuras duraderas de preparación en el ámbito local, regional, nacional, y que sean el verdadero corazón para el episcopado, sin escatimar esfuerzos, atenciones y acompañamiento. La situación actual exige una formación de calidad a todos los niveles. Los obispos no pueden delegar este cometido. Ustedes no pueden delegar esta tarea, sino asumirla como algo fundamental para el camino de sus Iglesias.

Colegialidad y solidaridad de la Conferencia Episcopal
A la Iglesia en Brasil no le basta un líder nacional, necesita una red de «testimonios» regionales que, hablando el mismo lenguaje, aseguren por doquier no la unanimidad, sino la verdadera unidad en la riqueza de la diversidad.
La comunión es un lienzo que se debe tejer con paciencia y perseverancia, que va gradualmente «juntando los puntos» para lograr una textura cada vez más amplia y espesa. Una manta con pocas hebras de lana no calienta.
Es importante recordar Aparecida, el método de recoger la diversidad. No tanto diversidad de ideas para elaborar un documento, sino variedad de experiencias de Dios para poner en marcha una dinámica vital.
Los discípulos de Emaús regresaron a Jerusalén contando la experiencia que habían tenido en el encuentro con el Cristo resucitado. Y allí se enteraron de las otras manifestaciones del Señor y de las experiencias de sus hermanos. La Conferencia Episcopal es precisamente un ámbito vital para posibilitar el intercambio de testimonios sobre los encuentros con el Resucitado, en el norte, en el sur, en el oeste... Se necesita, pues, una valorización creciente del elemento local y regional. No es suficiente una burocracia central, sino que es preciso hacer crecer la colegialidad y la solidaridad: será una verdadera riqueza para todos.

Estado permanente de misión y conversión pastoral
Aparecida habló de estado permanente de misión y de la necesidad de una conversión pastoral. Son dos resultados importantes de aquella Asamblea para el conjunto de la Iglesia de la zona, y el camino recorrido en Brasil en estos dos puntos es significativo.
Sobre la misión se ha de recordar que su urgencia proviene de su motivación interna: la de transmitir un legado; y, sobre el método, es decisivo recordar que un legado es como el testigo, la posta en la carrera de relevos: no se lanza al aire y quien consigue agarrarlo, bien, y quien no, se queda sin él. Para transmitir el legado hay que entregarlo personalmente, tocar a quien se le quiere dar, transmitir este patrimonio.
Sobre la conversión pastoral, quisiera recordar que «pastoral» no es otra cosa que el ejercicio de la maternidad de la Iglesia. La Iglesia da a luz, amamanta, hace crecer, corrige, alimenta, lleva de la mano... Se requiere, pues, una Iglesia capaz de redescubrir las entrañas maternas de la misericordia. Sin la misericordia, poco se puede hacer hoy para insertarse en un mundo de «heridos», que necesitan comprensión, perdón y amor.
En la misión, también en la continental, es muy importante reforzar la familia, que sigue siendo la célula esencial para la sociedad y para la Iglesia; los jóvenes, que son el rostro futuro de la Iglesia; las mujeres, que tienen un papel fundamental en la transmisión de la fe. No reduzcamos el compromiso de las mujeres en la Iglesia, sino que promovamos su participación activa en la comunidad eclesial. Si pierde a las mujeres, la Iglesia se expone a la esterilidad.

La tarea de la Iglesia en la sociedad

En el ámbito social, sólo hay una cosa que la Iglesia pide con particular claridad: la libertad de anunciar el Evangelio de modo integral, aun cuando esté en contraste con el mundo, cuando vaya contracorriente, defendiendo el tesoro del cual es solamente guardiana, y los valores de los que no dispone, pero que ha recibido y a los cuales debe ser fiel.
La Iglesia sostiene el derecho de servir al hombre en su totalidad, diciéndole lo que Dios ha revelado sobre el hombre y su realización. La Iglesia quiere hacer presente ese patrimonio inmaterial sin el cual la sociedad se desmorona, las ciudades se verían arrasadas por sus propios muros, barrancos, barreras. La Iglesia tiene el derecho y el deber de mantener encendida la llama de la libertad y de la unidad del hombre.
Las urgencias de Brasil son la educación, la salud, la paz social. La Iglesia tiene una palabra que decir sobre estos temas, porque para responder adecuadamente a estos desafíos no bastan soluciones meramente técnicas, sino que hay que tener una visión subyacente del hombre, de su libertad, de su valor, de su apertura a la trascendencia. Y ustedes, queridos hermanos, no tengan miedo de ofrecer esta contribución de la Iglesia, que es por el bien de toda la sociedad.

La Amazonia como tornasol, banco de pruebas para la Iglesia y la sociedad brasileña

Hay un último punto al que quisiera referirme, y que considero relevante para el camino actual y futuro, no solamente de la Iglesia en Brasil, sino también de todo el conjunto social: la Amazonia. La Iglesia no está en la Amazonia como quien tiene hechas las maletas para marcharse después de haberla explotado todo lo que ha podido. La Iglesia está presente en la Amazonia desde el principio con misioneros, congregaciones religiosas, y todavía hoy está presente y es determinante para el futuro de la zona. Pienso en la acogida que la Iglesia en la Amazonia ofrece también hoy a los inmigrantes haitianos después del terrible terremoto que devastó su país.
Quisiera invitar a todos a reflexionar sobre lo que Aparecida dijo sobre la Amazonia, y también el vigoroso llamamiento al respeto y la custodia de toda la creación, que Dios ha confiado al hombre, no para explotarla salvajemente, sino para que la convierta en un jardín. En el desafío pastoral que representa la Amazonia, no puedo dejar de agradecer lo que la Iglesia en Brasil está haciendo: la Comisión Episcopal para la Amazonia, creada en 1997, ha dado ya mucho fruto, y muchas diócesis han respondido con prontitud y generosidad a la solicitud de solidaridad, enviando misioneros laicos y sacerdotes. Doy gracias a Monseñor Jaime Chemelo, pionero en este trabajo, y al Cardenal Hummes, actual Presidente de la Comisión. Pero quisiera añadir que la obra de la Iglesia ha de ser ulteriormente incentivada y relanzada. Se necesitan instructores cualificados, sobre todo profesores de teología, para consolidar los resultados alcanzados en el campo de la formación de un clero autóctono, para tener también sacerdotes adaptados a las condiciones locales y fortalecer, por decirlo así, el «rostro amazónico» de la Iglesia.
Queridos hermanos, he tratado de ofrecer de una manera fraterna algunas reflexiones y líneas de trabajo en una Iglesia como la que está en Brasil, que es un gran mosaico de teselas, de imágenes, de formas, problemas y retos, pero que precisamente por eso constituye una enorme riqueza. La Iglesia nunca es uniformidad, sino diversidad que se armoniza en la unidad, y esto vale para toda realidad eclesial.
Que la Virgen Inmaculada de Aparecida sea la estrella que ilumine el compromiso de ustedes y su camino para llevar a Cristo, como ella ha hecho, a todo hombre y a toda mujer de este inmenso país. Será él, como lo hizo con los dos discípulos confusos y desilusionados de Emaús, quien haga arder el corazón y dé nueva y segura esperanza. (RC-RV)

La hermandad entre los hombres no es utopía

(RV).- (Con audio) El mediodía del sábado el Papa encontró a la clase dirigente brasileña en el Teatro Municipal de Río de Janeiro. Ante cientos de políticos, diplomáticos, exponentes de la sociedad civil, del empresariado, de la cultura y representantes de las mayores comunidades religiosas de Brasil, Francisco recordó que “quien tiene un papel de responsabilidad en una nación está llamado a afrontar el futuro con la mirada tranquila de quien sabe ver la verdad”. En su intenso mensaje leído en español, el Papa también recalcó que la hermandad entre los hombres y la colaboración para construir una sociedad más justa no son una utopía, sino que son el resultado de un esfuerzo concertado de todos por el bien común (RC-RV)



Discurso del Papa corregido (Audio): RealAudioMP3



Excelencias,
Señoras y señores

Doy gracias a Dios por la oportunidad de encontrar a una representación tan distinguida y cualificada de responsables políticos y diplomáticos, culturales y religiosos, académicos y empresariales de este inmenso Brasil.

Hubiera deseado hablarles en su hermosa lengua portuguesa, pero para poder expresar mejor lo que llevo en el corazón, prefiero hablar en español. Les pido la cortesía de disculparme.

Saludo cordialmente a todos y les expreso mi reconocimiento. Agradezco a Monseñor Orani y al Señor Walmyr Júnior sus amables palabras de bienvenida y presentación y de testimonio. Veo en ustedes la memoria y la esperanza: la memoria del camino y de la conciencia de su Patria, y la esperanza de que esta Patria, siempre abierta a la luz que emana del Evangelio de Jesucristo, continúe desarrollándose en el pleno respeto de los principios éticos basados ​​en la dignidad trascendente de la persona.

Memoria del pasado y utopía hacia el futuro, se encuentran en el presente que no es una coyuntura sin historia y sin promesa, sino un momento en el tiempo, un desafío para recoger sabiduría y saber proyectarla.

Quien tiene un papel de responsabilidad en una nación está llamado a afrontar el futuro «con la mirada tranquila de quien sabe ver la verdad», como decía el pensador brasileño Alceu Amoroso Lima («Nosso tempo», en A vida sobrenatural e o mondo moderno, Río de Janeiro 1956, 106). Quisiera compartir con ustedes tres aspectos de esta mirada calma, serena y sabia: primero, la originalidad de una tradición cultural; segundo, la responsabilidad solidaria para construir el futuro y, tercero, el diálogo constructivo para afrontar el presente.

1. En primer lugar, es de justicia valorar la originalidad dinámica que caracteriza a la cultura brasileña, con su extraordinaria capacidad para integrar elementos diversos. El común sentir de un pueblo, las bases de su pensamiento y de su creatividad, los principios básicos de su vida, los criterios de juicio sobre las prioridades, las normas de actuación, se fundan, se fusionan, y crecen en una visión integral de la persona humana.

Esta visión del hombre y de la vida característica del pueblo brasileño ha recibido también la savia del Evangelio, la fe en Jesucristo, el amor de Dios y la fraternidad con el prójimo. La riqueza de esta savia. Puede fecundar un proceso cultural fiel a la identidad brasileña y a la vez un proceso constructor de un futuro mejor para todos. Un proceso que hace crecer la humanización integral y la cultura del encuentro y de la relación. Esta es la manera cristiana de promover el bien común, la alegría de vivir. Y aquí convergen la fe y la razón, la dimensión religiosa con los diferentes aspectos de la cultura humana: el arte, la ciencia, el trabajo, la literatura... El cristianismo combina trascendencia y encarnación; por la capacidad de revitalizar siempre el pensamiento y la vida ante la amenaza de frustración y desencanto que pueden invadir el corazón y propagarse por las calles.

2. Un segundo punto al que quisiera referirme es la responsabilidad social. Esta requiere un cierto tipo de paradigma cultural y, en consecuencia, de la política. Somos responsables de la formación de las nuevas generaciones, ayudarlos a ser capaces en la economía y la política, y firmes en los valores éticos. El futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política. Rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad. El futuro nos exige una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza. Que a nadie le falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad, fraternidad y solidaridad: éste es el camino propuesto. Ya en la época del profeta Amós era muy fuerte la admonición de Dios: «Venden al justo por dinero, al pobre por un par de sandalias. Oprimen contra el polvo la cabeza de los míseros y tuercen el camino de los indigentes» (Am 2,6-7). Los gritos que piden justicia continúan todavía hoy.

Quien desempeña un papel de guía permítanme que diga aquél a quien la vida ha ungido como guía, ha de tener objetivos concretos y buscar los medios específicos para alcanzarlos, pero también puede existir el peligro de la desilusión, la amargura, la indiferencia, cuando las expectativas no se cumplen. Aquí apelo a la dinámica de la esperanza que impulsa a ir siempre más allá, a emplear todas las energías y capacidades en favor de las personas para las que se trabaja, aceptando los resultados y creando condiciones para descubrir nuevos caminos, entregándose incluso sin ver los resultados, pero manteniendo viva la esperanza. Con esa constancia y coraje que nacen de la aceptación de la propia vocación de guía y de dirigente.

Es proprio de La dirigencia elegir la más justa de las opciones después de haberlas considerado, a partir de la propia responsabilidad y el interés del bien común; por este camino se va al centro de los males de una sociedad para superarlos con la audacia de acciones valientes y libres. Es nuestra responsabilidad, aunque siempre sea limitada, esa comprensión de la totalidad de la realidad, observando, sopesando, valorando, para tomar decisiones en el momento presente, pero extendiendo la mirada hacia el futuro, reflexionando sobre las consecuencias de las decisiones. Quien actúa responsablemente, pone la propia actividad ante los derechos de los demás y ante el juicio de Dios. Este sentido ético aparece hoy como un desafío histórico sin precedentes. Tenemos que buscarlo, tenemos que inserirlo en la misma sociedad. Además de la racionalidad científica y técnica, en la situación actual se impone la vinculación moral con una responsabilidad social y profundamente solidaria.

3. Para completar esta reflexión, además del humanismo integral que respete la cultura original y la responsabilidad solidaria, considero fundamental para afrontar el presente: el diálogo constructivo. Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo, que todos somos pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad. Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística y la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación, cuando dialogan. Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin una incisiva contribución de energías morales en una democracia que se quede encerrada en la pura lógica o en el mero equilibrio de la representación de intereses establecidos. Considero también fundamental, en este diálogo, la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia. La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia de la dimensión religiosa en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas.

Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: Diálogo, diálogo, diálogo. El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios. Esta actitud abierta, disponible, sin prejuicios yo la definiría como humildad social que es la que favorece el diálogo. Sólo así puede prosperar un buen entendimiento entre las culturas y las religiones, la estima de unas por las otras sin opiniones previas gratuitas y en clima de respeto de los derechos de cada una. Hoy, o se apuesta por el diálogo, o se apuesta por la cultura del encuentro, o todos perdemos, ¡Todos perdemos!; porque aquí va el camino fecundo.

Excelencias,
Señoras y señores
Gracias por su atención. Tomen estas palabras como expresión de mi preocupación como Pastor de la Iglesia y del respeto y afecto que tengo por el pueblo brasileño. La hermandad entre los hombres y la colaboración para construir una sociedad más justa no son un sueño fantasioso, sino el resultado de un esfuerzo concertado de todos hacia bien común. Los aliento en este su compromiso por el bien común, que requiere por parte de todos, sabiduría, prudencia y generosidad. Los encomiendo al Padre celestial pidiéndole, por la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, que colme con sus dones a cada uno de los presentes, a sus familias y comunidades humanas y de trabajo. Y de corazón pido a Dios que los bendiga. ¡Muchas gracias! (MP-RV)

Obsesionados en ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro
(RV).- Las actividades del Papa en Río iniciaron el sábado por la mañana con la celebración de la Santa Misa con los Obispos de la JMJ, los sacerdotes, religiosos y seminaristas en la Catedral de Río de Janeiro. En este encuentro, aún más significativo en el curso del Año de la Fe, el Santo Padre recordó a los presentes que lo que los guía es la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla.

Homilía del Papa corregida (Audio) RealAudioMP3 Amados hermanos en Cristo,

Viendo esta catedral llena de obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas venidos del mundo entero, pienso en las palabras del Salmo de la misa de hoy: «Que las naciones Te glorifiquen, Oh Señor » (Sal 66).

Sí, estamos aquí para alabar al Señor, y lo hacemos reafirmando nuestra voluntad de ser instrumentos suyos, para que alaben a Dios no sólo algunos pueblos, sino todos. Con la misma parresia de Pablo y Bernabé, queremos anunciar el Evangelio a nuestros jóvenes para que encuentren a Cristo, y se conviertan en constructores de un mundo más fraterno. En este sentido, quisiera reflexionar con ustedes sobre tres aspectos de nuestra vocación: llamados por Dios, llamados a anunciar el Evangelio, llamados a promover la cultura del encuentro.

1. Llamados por Dios. Creo que es importante reavivar siempre en nosotros este hecho, que a menudo damos por descontado entre tantos compromisos cotidianos: «No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes», dice Jesús (Jn 15,16). Es un caminar de nuevo hasta la fuente de nuestra llamada. Por eso un obispo, un sacerdote, un consagrado, una consagrada, un seminarista, no puede ser un desmemoriado. Pierde la referencia esencial al inicio de su camino. Pedir la gracia, pedirle a la Virgen. Ella tiene buena memoria, la gracia de ser memoriosos, de ese primer llamado.

Hemos sido llamados por Dios y llamados para permanecer con Jesús (cf. Mc 3,14), unidos a Él. En realidad, este vivir este permanecer en Cristo marca todo lo que somos y lo que hacemos. Es precisamente la «vida en Cristo» lo que garantiza nuestra eficacia apostólica y la fecundidad de nuestro servicio: «Soy yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea verdadero» (Jn 15,16). No es la creatividad, por más pastoral que sea, no son los encuentros o las planificaciones lo que aseguran los frutos, si bien ayudan y mucho, sino lo que asegura el fruto es ser fieles a Jesús, que nos dice con insistencia: «Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes» (Jn 15,4). Y sabemos muy bien lo que eso significa: contemplarlo, adorarlo y abrazarlo. En nuestro encuentro cotidiano con Él en la Eucaristía, nuestros momentos de adoración y también reconocerlo presente y abrazarlo en las personas más necesitadas. El «permanecer» con Cristo no significa aislarse, sino un permanecer para ir al encuentro de los otros. Quiero acá recordar algunas palabras de la beata Madre Teresa de Calcuta, dice así: «Debemos estar muy orgullosos de nuestra vocación, que nos da la oportunidad de servir a Cristo en los pobres. Es en las «favelas»", en los «cantegriles», en las «villas miseria» donde hay que ir a buscar y servir a Cristo. Debemos ir a ellos como el sacerdote se acerca al altar: con alegría» (Mother Instructions, I, p. 80). Hasta aquí la beata. Jesús es el Buen Pastor, es nuestro verdadero tesoro, por favor, ¡no lo borremos de nuestra vida! Enraicemos cada vez más nuestro corazón en Él (cf. Lc 12,34).

2. Llamados a anunciar el Evangelio. Muchos de ustedes, queridos Obispos y sacerdotes, si no todos, han venido para acompañar a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud. También ellos han escuchado las palabras del mandato de Jesús: «Vayan, y hagan discípulos a todas las naciones» (cf. Mt 28,19). Es nuestro compromiso de pastores es ayudarlos a que arda en su corazón el deseo de ser discípulos misioneros de Jesús. Ciertamente, muchos podrían sentirse un poco asustados ante esta invitación, pensando que ser misioneros significa necesariamente abandonar el país, la familia y los amigos. Dios quiere que seamos misioneros. ¿Dónde estamos? Donde Él nos pone, en nuestra Patria, o donde Él nos ponga. Ayudemos a los jóvenes a darse cuenta de que ser discípulos misioneros es una consecuencia de ser bautizados, es parte esencial del ser cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o de trabajo, la familia y los amigos. Ayudémos a los jóvenes. Pongámosle la oreja para escuchar sus ilusiones, necesitan ser escuchados, para escuchar sus logros, para escuchar sus dificultades, es estar sentados, escuchando quizás el mismo libreto, pero con música diferente, con identidades diferentes. La paciencia de escuchar. Eso se los pido de todo corazón. En el confesionario, en la dirección espiritual, en el acompañamiento. Sepamos perder tiempo con ellos. Sembrar cuesta y cansa, ¡cansa muchísimo! Y es mucho más gratificante gozar de la cosecha… ¡que vivo! Todos gozamos más con la cosecha! Pero Jesús nos pide que sembremos en serio.

No escatimemos esfuerzos en la formación de los jóvenes. San Pablo, dirigiéndose a sus cristianos, utiliza una expresión, que él hizo realidad en su vida: «Hijos míos, por quienes estoy sufriendo nuevamente los dolores del parto hasta que Cristo sea formado en ustedes» (Ga 4,19). Que también nosotros la hagamos realidad en nuestro ministerio. Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe, la alegría de ser amados personalmente por Dios, esto es muy difícil, pero cuando un joven lo entiende, un joven lo siente con la Unción que le da el Espíritu Santo, este “ser amado personalmente por Dios”, lo acompaña toda la vida después. La alegría que ha dado a su Hijo Jesús por nuestra salvación. Educarlos en la misión, salir, ponerse en marcha, a ser callejeros de la fe. Así hizo Jesús con sus discípulos: no los mantuvo pegados a él como la gallina con los pollitos; los envió. No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, en nuestra institución parroquial o en nuestra institución diocesana, cuando tantas personas están esperando el Evangelio, salir enviados. No es un simple abrir la puerta para que vengan, para acoger, sino salir por la puerta para buscar y encontrar. Empujémos a los jóvenes para que salgan. Por supuesto que van a hacer macanas. ¡No tengamos miedo! Los apóstoles las hicieron antes de nosotros. Empujémoslos a salir! Pensemos con decisión en la pastoral desde la periferia, comenzando por los que están más alejados, los que no suelen frecuentar la parroquia. Ellos son los invitados VIP.

Tercero, ser llamados por Jesús, llamados para evangelizar y tercero:

3. Llamados a promover la cultura del encuentro. En muchos ambientes, y en general en este humanismo economicista que se nos impuso en el mundo, se ha abierto paso una cultura de la exclusión, una «cultura del descarte». No hay lugar para el anciano ni para el hijo no deseado; no hay tiempo para detenerse con aquel pobre en la calle. A veces parece que, para algunos, las relaciones humanas estén reguladas por dos «dogmas»: eficiencia y pragmatismo. Queridos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y también ustedes, seminaristas que se preparan para el ministerio, tengan el valor de ir contracorriente de esa cultura, ¡tener el coraje! Acuérdense, y esto me hace tan bien, y lo medito con frecuencia: Agarren el Primer Libro de los Macabeos, acuérdense cuando quisieron ponerse al tono de la cultura de la época. “No...! Dejemos, no…! Comamos de todo como toda la gente… Bueno, la Ley si, pero que no sea tanto…” Y fueron dejando la fe para estar metidos en la corriente de esta cultura. Tengan el valor de ir contracorriente de esta cultura efiscientista, de esta cultura del descarte. El encuentro y la acogida de todos, la solidaridad y la fraternidad, son los elementos que hacen nuestra civilización verdaderamente humana.

Servidores de la comunión y de la cultura del encuentro. Los quisiera casi obsesionar en este sentido. Y hacerlos, sin ser presuntuosos imponiendo «nuestra verdad». Más bien guiados por la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla (cf. Lc 24,13-35).

Queridos hermanos y hermanas, estamos llamados por Dios, con nombre y apellido, cada uno de nosotros, llamados a anunciar el Evangelio y a promover con alegría la cultura del encuentro. La Virgen María es nuestro modelo. En su vida ha dado el «ejemplo de aquel amor de madre que debe animar a todos los que colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para engendrar a los hombres a una vida nueva» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 65).
Le pedimos que nos enseñe a encontrarnos cada día con Jesús. Y cuando nos hacemos los distraídos, que tenemos muchas cosas, es decir, el sagrario queda abandonado, que nos lleve de la mano. Pidámoselo, María, Madre, cuando ande medio así, por otro lado, llevame de la mano, que nos empuje al salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas que están en la periferia, que tienen sed de Dios y no hay quien se las anuncie. Que no nos eche de casa, pero que nos empuje a salir de casa. Y así seamos discípulos del Señor. Que Ella nos conceda a todos esta gracia (MP-RV)

“No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparta con nosotros”, Vía Crucis con Francisco en Copacabana
(RV).- (Con Audio) Las Estaciones del Vía Crucis, el camino de sufrimiento recorrido por Jesús en Jerusalén, fue recreado el viernes en el Vía Crucis en Copacabana, en presencia del Papa. Esta noche cada estación desarrolló algunos temas que atañen directamente a la juventud contemporánea: misión, conversión, comunidad, madres adolescentes, seminaristas, la religión en defensa de la vida, parejas, mujeres sufrientes, estudiantes, redes sociales, jóvenes detenidos y la pastoral de la cárcel, enfermedades terminales, la muerte de los jóvenes y la juventud de todo el mundo. Los textos de las meditaciones estuvieron a cargo de los sacerdotes dehonianos P. Zezinho y P. Joaozinho, muy conocidos en todo Brasil por su compromiso con los jóvenes. Dirigiéndose a los cientos de miles de fieles y peregrinos de la JMJ, el Papa- que quiso tener a su lado a un grupo de "cartoneros" argentinos- recordó que "Jesús con su Cruz recorre nuestras calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos". (RC-RV)

Discurso del Santo Padre durante el Vía Crucis
(Audio) RealAudioMP3
Queridos jóvenes

Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud. Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles a ustedes, jóvenes, la Cruz diciéndoles: “Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (Palabras al entregar la cruz del Año Santo a los jóvenes, 22 de abril de 1984: Insegnamenti VII,1 (1984), 1105). Desde entonces, la Cruz ha recorrido todos los continentes y ha atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y la han llevado. Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen en sus corazones tres preguntas: ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, queridos jóvenes de Brasil, en estos dos años en los que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?

Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para escapar de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?”. La respuesta de Jesús fue: “Voy a Roma para ser crucificado de nuevo”. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir. Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y cargar nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con la cruz, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, y que lloran la trágica pérdida de sus hijos, como en el caso de los doscientos cuarenta y dos jóvenes víctimas del incendio en la ciudad de Santa María a principio de este año. Recemos por ellos…
Con la Cruz, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que, por otro lado se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos. Con la Cruz Jesús, está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos, víctimas de paraísos artificiales como la droga; Con la Cruz, Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en la Cruz, Jesús está junto a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y la corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. ¡Cuánto hace sufrir a Jesús nuestras incoherencias! En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevás vos solo. Yo la llevo con vos y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, y a darte vida (cf. Jn 3,16).

Podemos responder ahora a la segunda pregunta: ¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado? ¿Qué deja en cada uno de nosotros? Miren, deja un bien que nadie nos puede dar: la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la Cruz de Cristo está todo el Amor de Dios, está su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos en Él (cf. Lumen fidei, 16), ¡Porque Él nunca defrauda a nadie!. Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de ser un instrumento de odio, de derrota, y de muerte, en un signo de amor, de victoria, de triunfo y de vida.

El primer nombre de Brasil fue precisamente “Terra de Santa Cruz”. La Cruz de Cristo fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño, y en muchos otros pueblos. A Cristo que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande que sea, que el Señor no comparta con nosotros.
3. Pero la Cruz nos invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro y tenderles la mano. Muchos rostros, lo hemos visto en el Via Crucis, muchos rostros acompañaron a Jesús en el camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres…
Yo te pregunto hoy a vos, vos, ¿Cómo quién querés ser? ¿Querés ser como Pilato, que no tiene la valentía de ir a contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lava las manos? ¡Decíme! ¿Vos sos de los que se lavan las manos, se hacen los distraídos y miran para el costado?
También nosotros podemos ser para los demás como Pilato, que no tiene la valentía de ir contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lava las manos. Queridos amigos, la Cruz de Cristo nos enseña a ser como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura. Y vos, ¿como cuál de ellos querés ser? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María?
Jesús te está mirando ahora y te dice: ¿Me querés ayudar a llevar la cruz, hermano, hermana?

Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor. Que así sea.

Recemos con amor y confianza… Pater nostre…

Impregnar de nosotros la Cruz y dejarse impregnar por ella


(RV).- (Audio) RealAudioMP3 Impregnados con las imágenes del Viacrucis, con las figuras que de esta celebración forman parte, Pilato, María, el Cireneo, la Verónica, desde la blanca playa de Copacabana el Papa elevó una pregunta a los jóvenes: “Yo te pregunto hoy a vos: Vos, ¿como quién querés ser? ¿Querés ser como Pilato, que no tiene la valentía de ir a contracorriente, para salvar la vida de Jesús, y se lava las manos?
¡Es nuestro signo y sentido. Por la Cruz nos reconoceremos!
Bienvenidos. También hoy les proponemos la reconstrucción de algunos momentos de la presencia del Santo Padre Francisco en Brasil para la celebración de la JMJ 2013. Nuestras reflexiones parten del concepto de la Cruz, en el audio que acompaña este texto les proponemos el magisterio pontificio tal como nos lo ha ofrecido ya desde el 29 de marzo cuando participó en el Viacrucis de Semana Santa desde el Coliseo de Roma. Exactamente diez días después de haber celebrado el inicio de su ministerio Petrino.

Entonces, la reflexión de Papa Francisco partía de la inquietante certeza de que todos, por lo menos una vez en nuestra vida hemos tenido la impresión de eso que, entonces, nos dijo sobre el que Dios no responda al mal, el que parezca permanecer en silencio, para explicarnos que en realidad Dios habló y habla respondiendo a ese mal con su Cruz. Luego, yendo más hacia atrás -era el 14 de marzo y la primera celebración -un día después de su elección- cuando el Cardenal Bergoglio recordaba que “cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos un Cristo sin Cruz no somos discípulos del Señor… Somos mundanos”.

Luego el Santo Padre Francisco - el 24 de marzo- el Domingo de Ramos, en su homilía, citaba las palabras de su predecesor, Benedicto XVI, cuando afirmó a propósito de la Cruz, y dirigiéndose precisamente a los pastores de la Iglesia, pero en particular a los cardenales: “Ustedes son príncipes de un Rey crucificado. Ese es el trono de Jesús: la Cruz”.

Ahora, más recientemente -en la celebración del Viacrucis de este 26 de julio en Copacabana, Brasil- escuchamos al Santo Padre Francisco atraer nuestra atención al maravilloso evento que da sentido a este desarrollo sobre la Cruz. Lo escuchamos decir que “tocar” y esto en el sentido más profundamente espiritual, de conversión y reconocimiento de ser hijos de Dios, de acercarnos al significado de la Cruz, implica que algo dejamos de nuestro en ella, mientras la Cruz de Cristo, a su vez, impregna nuestra vida. Y explicó: “Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles para carga con y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que ya no pueden ya gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con ella la Cruz, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad”.

Amable lector, y escucha del audio que acompaña este texto, qué lindo hacer de este mensaje a los jóvenes el mensaje para todos los que profesamos mediante la Cruz el ser hermanos de Cristo y encontrar en Él ese ingrediente de fe que nos permitirá dar un sabor nuevo a la vida (Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui – Radio Vaticano)

Una gran familia que se dirige a su madre: Ángelus con el Papa desde Río

(RV).- “Como una gran familia que se dirige a María para que proteja nuestros hogares en los que se sienta la presencia de su Hijo Jesús”: desde el balcón del Arzobispado de Río de Janeiro el Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus ante los miles de fieles y peregrinos de la JMJ allí congregados el mediodía del viernes. Francisco recordó que hoy la Iglesia celebra a los padres de la Virgen María, los abuelos de Jesús: los santos Joaquín y Ana. “En su casa vino al mundo María, trayendo consigo el extraordinario misterio de la Inmaculada Concepción; en su casa creció acompañada por su amor y su fe; en su casa aprendió a escuchar al Señor y a seguir su voluntad.” El Papa destacó la importancia de la familia y de los abuelos: "¡Qué importantes son en la vida de la familia para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad! ¡Y qué importante es el encuentro y el diálogo intergeneracional, sobre todo dentro de la familia. El Documento conclusivo de Aparecida nos lo recuerda: 'Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos!'".

Alocución del Papa antes del rezo del Ángelus

Queridos hermanos y amigos
Doy gracias a la Divina Providencia por haber guiado mis pasos hasta aquí, a la ciudad de San Sebastián de Río de Janeiro. Agradezco de corazón a Mons. Orani y también a ustedes la cálida acogida, con la que manifiestan su afecto al Sucesor de Pedro. Me gustaría que mi paso por esta ciudad de Río renovase en todos el amor a Cristo y a la Iglesia, la alegría de estar unidos a Él y de pertenecer a la Iglesia, y el compromiso de vivir y dar testimonio de la fe.
Una bellísima expresión popular de la fe es la oración del Ángelus (en Brasil, la Hora de María). Es una oración sencilla que se reza en tres momentos señalados de la jornada, que marcan el ritmo de nuestras actividades cotidianas: por la mañana, a mediodía y al atardecer. Pero es una oración importante; invito a todos a recitarla con el Avemaría. Nos recuerda un acontecimiento luminoso que ha transformado la historia: la Encarnación, el Hijo de Dios se ha hecho hombre en Jesús de Nazaret.
Hoy la Iglesia celebra a los padres de la Virgen María, los abuelos de Jesús: los santos Joaquín y Ana. En su casa vino al mundo María, trayendo consigo el extraordinario misterio de la Inmaculada Concepción; en su casa creció acompañada por su amor y su fe; en su casa aprendió a escuchar al Señor y a seguir su voluntad. Los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe! Refiriéndome al ambiente familiar quisiera subrayar una cosa: hoy, en esta fiesta de los santos Joaquín y Ana, se celebra, tanto en Brasil como en otros países, la fiesta de los abuelos. Qué importantes son en la vida de la familia para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad. Y qué importante es el encuentro y el diálogo intergeneracional, sobre todo dentro de la familia. El Documento conclusivo de Aparecida nos lo recuerda: “Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida” (n. 447). Esta relación, este diálogo entre las generaciones, es un tesoro que tenemos que preservar y alimentar. En estas Jornadas de la Juventud, los jóvenes quieren saludar a los abuelos. Los saludan con todo cariño y les agradecen el testimonio de sabiduría que nos ofrecen continuamente.
Y ahora, en esta Plaza, en sus calles adyacentes, en las casas que viven con nosotros este momento de oración, sintámonos como una gran familia y dirijámonos a María para que proteja a nuestras familias, las haga hogares de fe y de amor, en los que se sienta la presencia de su Hijo Jesús. (RC-RV)


Los modos de abrazar del Papa

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 “Vine para encontrarme con jóvenes venidos de todas las partes del mundo, atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. Ellos quieren volver a escuchar su llamada clara y potente: Vayan y hagan discípulos a todas las naciones”. Con estas palabras -pronunciadas tras haber tocado suelo brasileño- el Papa Francisco expresó que el motivo principal de su presencia en Brasil va más allá de sus fronteras… Y lo estamos viendo.

El sucesor de Pedro y vicario de Cristo tiene palabras de consuelo y muchos abrazos para todos, y no se escatima. Como nos lo está demostrando a lo largo de estos días, visitando por ejemplo, a quienes por diversos motivos de la vida, por elecciones mal hechas por circunstancias adversas; incurrieron en la droga en sus variadas modalidades y ahora tras un largo camino, doloroso, seguramente y lleno de recaídas, tienen necesidad de desintoxicarse. Pero igualmente abrazando a los hijos de Dios, nuestros hermanos que sobreviven en los barrios más populares, más olvidados, visitando una favela de Río de Janeiro, y con ella las “favelas” de todo el mundo.

El Papa Francisco que continuamente nos da muestras de sus grandes capacidades, dotes y talentos, nos está regalando la enseñanza de la que brota la verdadera caridad, y es la de la atenta escucha. La reflexión que les proponemos en el Audio que acompaña este texto de presentación se concentra en el tema de los mil y un modos que el Papa Francisco tiene de abrazar, vistos desde la óptica de dos momentos en el desarrollo de la JMJ Río 2013: la visita a un hospital para la desintoxicación de las drogas, y su visita a un barrio pobre en la periferia de Brasil.

En estos dos encuentros nos detenemos para volver a escuchar el concepto de la riqueza que viene del compartir pobreza, pero también el de la solidaridad y el llamamiento, a quienes tienen más recursos; para que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y solidario. En Lampedusa, Italia, el 8 de julio el Santo Padre habló de la “globalización de la indiferencia”, acá, en Brasil, el Papa Francisco dice de nuevo “no” a la cultura del egoísmo que reglamenta nuestra sociedad: “ningún esfuerzo de pacificación perdurará en el tiempo ni tampoco la armonía o la felicidad, si una sociedad ignora, margina o abandona en la periferia una parte de sí misma”. Emerge nuevamente y con fuerza aquel descarte puesto en evidencia por el Papa Francisco desde el inicio de su viaje, primero en el avión, hablando con los periodistas, pero también cuando se encontró con los chicos argentinos en la Catedral de San Sebastián de Río de Janeiro: “Estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos… No se dejen excluir”. O instantes antes de encontrarse con los chicos y chicas argentinos, visitando el barrio pobre de Varginha cuando fue rotundo y dijo: “No hay que descartar a nadie. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza” (Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui – Radio Vaticano)

Poné fe y tu vida tendrá un sabor nuevo, el Papa a los jóvenes del mundo

(RV).- Ambiente de inmensa fiesta a orillas de Copabana. Un gran encuentro del Papa con los jóvenes del mundo. La “semana de la juventud”, como la llamó Francisco, tuvo uno de sus momentos fuertes la tarde del jueves en la playa que identifica Río y de alguna manera, todo Brasil. Entre cantos, momentos de oración y reflexión, una representación llamada “Río de Fe” a cargo de 150 muchachos y muchachas, escenificó la vida cotidiana de la “Ciudad Maravillosa”.

Cinco jóvenes en representación de los cinco continentes saludaron la llegada del Papa para participar en la JMJ 2013. El evento se desarrolló en forma de Celebración de la Palabra. “Pon a Cristo en tu vida”, fue la exhortación del Santo Padre a los jóvenes: “En estos días, Él te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu corazón. ‘Pon a Cristo’: Él te acoge en el Sacramento del perdón, para curar, con su misericordia, las heridas del pecado. No tengas miedo de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia! ‘Poné a Cristo’: Él te espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio. También tú, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo nuestro”.


Saludo del Papa a los jóvenes del mundo en la Fiesta de Bienvenida (Audio) RealAudioMP3

Queridos jóvenes

Buenas tardes.

Veo en ustedes la belleza del rostro joven de Cristo, y mi corazón se llena de alegría. Recuerdo la primera Jornada Mundial de la Juventud a nivel internacional. Se celebró en 1987 en Argentina, en mi ciudad de Buenos Aires. Guardo vivas en la memoria estas palabras de Juan Pablo II a los jóvenes: “¡Tengo tanta esperanza en vosotros! Espero sobre todo que renovéis vuestra fidelidad a Jesucristo y a su cruz redentora” (Discurso a los Jóvenes, 11 de abril 1987: Insegnamenti, X/1 [1987], p. 1261).

Antes de continuar, quisiera recordar el trágico accidente en la Guyana francesa, que sufrieron los jóvenes que venían a esta jornada, allí perdió la vida la joven Sophie Morinière, y otros jóvenes resultaron heridos. Los invito a hacer un instante de silencio y de oración a Dios nuestro Padre por Sophie, los heridos y sus familiares.

Este año, la Jornada vuelve, por segunda vez, a América Latina. Y ustedes, jóvenes, han respondido en gran número a la invitación de Benedicto XVI, que los ha convocado para celebrarla. A él se lo agradecemos de todo corazón y a él que nos convocó hoy aquí le enviamos un saludo y un fuerte aplauso. Ustedes saben, ustedes saben que antes de venir a Brasil, estuve charlando con él y le pedí que me acompañara en el viaje con la oración y me dijo los acompaño con la oración y estaré junto al televisor, así que ahora nos está viendo. Mi mirada se extiende sobre esta gran muchedumbre: ¡Son ustedes tantos! Llegados de todos los continentes. Distantes, a veces no sólo geográficamente, sino también desde el punto de vista existencial, cultural, social, humano. Pero hoy están aquí, o más bien, hoy estamos aquí, juntos, unidos para compartir la fe y la alegría del encuentro con Cristo, de ser sus discípulos. Esta semana, Río se convierte en el centro de la Iglesia, en su corazón vivo y joven, porque ustedes han respondido con generosidad y entusiasmo a la invitación que Jesús les ha hecho para estar con él, para ser sus amigos.

El tren de esta Jornada Mundial de la Juventud ha venido de lejos y ha atravesado la Nación brasileña siguiendo las etapas del proyecto “Bota fe - Poné fe”. Hoy ha llegado a Río de Janeiro. Desde el Corcovado, el Cristo Redentor nos abraza, nos bendice. Viendo este mar, la playa y a todos ustedes, me viene a la mente el momento en que Jesús llamó a sus primeros discípulos a orillas del lago de Tiberíades. Hoy Jesús nos sigue preguntando: ¿Querés ser mi discípulo? ¿Querés ser mi amigo? ¿Querés ser testigo del Evangelio? En el corazón del Año de la fe, estas preguntas nos invitan a renovar nuestro compromiso cristiano. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran don de la fe. Cristo ha crecido en ustedes. Hoy quiere venir aquí para confirmarlos en esta fe, la fe en Cristo vivo que habita en ustedes, pero he venido yo también para ser confirmado por el entusiasmo de la fe de ustedes. Ustedes saben que en la vida de un obispo hay tantos problemas que piden ser solucionados y con estos problemas y dificultades la fe del obispo puede entristecerse, qué feo es un obispo triste, qué feo que es. Para que mi fe no sea triste, he venido aquí para contagiarme con el entusiasmo de ustedes

Los saludo con cariño, a ustedes aquí presentes, venidos de los cinco continentes y, a través de ustedes, saludo a todos los jóvenes del mundo, en particular a aquellos que querían venir a Río de Janeiro y no han podido. A los que nos siguen por medio de la radio, la televisión e internet, a todos les digo: ¡Bienvenidos a esta fiesta de la fe! En diversas partes del mundo, muchos jóvenes están reunidos ahora para vivir juntos con nosotros este momento: sintámonos unidos unos a otros en la alegría, en la amistad, en la fe. Y tengan certeza de que mi corazón de Pastor los abraza a todos con afecto universal. Porque lo más importante hoy es esta reunión de ustedes y la reunión de todos los jóvenes que nos están siguiendo a través de los medios ¡El Cristo Redentor, desde la cima del monte Corvado, los acoge y los abraza en esta bellísima ciudad de Río!

Un saludo particular al Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el querido e incansable Cardenal Stanislaw Rilko, y a cuantos colaboran con él. Agradezco a Monseñor Orani João Tempesta, Arzobispo de São Sebastião do Río de Janeiro, la cordial acogida que me ha dispensado. Además quiero decir aquí que los cariocas saben recibir bien, saben dar una gran acogida y agradecerle el gran trabajo realizado para preparar esta Jornada Mundial de la Juventud, junto a sus obispos auxiliares con las diversas diócesis de este inmenso Brasil. Mi agradecimiento también se dirige a todas las autoridades nacionales, estatales y locales, y a cuantos han contribuido para hacer posible este momento único de celebración de la unidad, de la fe y de la fraternidad. Gracias a los Hermanos Obispos, a los sacerdotes, a los seminaristas, a las personas consagradas y a los fieles laicos que acompañan a los jóvenes, desde diversas partes de nuestro planeta, en su peregrinación hacia Jesús. A todos y a cada uno, un abrazo afectuoso en Jesús y con Jesús.

¡Hermanos y amigos, bienvenidos a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, en esta maravillosa ciudad de Río de Janeiro!


Palabras del Papa en la Fiesta de Bienvenida de los Jóvenes (Audio) RealAudioMP3


Lecturas:
    Lc 9,28b-36: “Qué bien se está aquí”



Queridos jóvenes:
“Qué bien se está aquí”, exclamó Pedro, después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿Podríamos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, hoy, es bueno estar aquí reunidos en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros, aquí en Río. Pero en el Evangelio también hemos escuchado las palabras del Padre: “Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle” (Lc 9,35). Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros hemos de acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen fidei, 7).

Pero, ¿qué podemos hacer? “Bota fé – Pon fe”. La cruz de la Jornada Mundial de la Juventud ha gritado estas palabras a lo largo de su peregrinación por Brasil. ¿Qué significa “Pon fe”? Cuando se prepara un buen plato y ves que falta la sal, “pones” sal; si falta el aceite, “pones” aceite… “Poner”, es decir, añadir, echar. Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: “pon fe” y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección; “pon esperanza” y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; “pon amor” y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!

Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio hemos escuchado la respuesta: Cristo. “Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Jesús es quien nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta enc. Lumen fidei, 18). Por eso hoy les digo con fuerza: “Pon a Cristo” en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; “pon a Cristo” y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; “pon a Cristo” y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.

Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Tenemos la tentación de ponernos en el centro, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o que es el tener, el dinero, el poder lo que da la felicidad. Pero no es así. El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. ¡“Pon a Cristo” en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado! Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia. En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. En el Año de la Fe, esta Jornada Mundial de la Juventud es precisamente un don que se nos da para acercarnos todavía más al Señor, para ser sus discípulos y sus misioneros, para dejar que él renueve nuestra vida.

Querido joven, querida joven: “Pon a Cristo” en tu vida. En estos días, Él te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu corazón. “Pon a Cristo”: Él te acoge en el Sacramento del perdón, para curar, con su misericordia, las heridas del pecado. No tengas miedo de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia! “Pon a Cristo”: Él te espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio. También tú, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo nuestro.

“Qué bien se está aquí”, poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Con María, queremos ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir “sí” a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. ¡Él nos espera y cuenta con nosotros! Amén.


El Papa saluda a los jóvenes argentinos participantes en la JMJ

(RV).- En medio de sus numerosas actividades, el Papa argentino saludó a sus jóvenes compatriotas, quienes acudieron numerosos para encontrarlo en la Catedral de Río de Janeiro. A ellos, presentes en la metrópolis brasileña -así como a los que se quedaron en la patria- les dirigió unas emocionadas palabras. Escuchemos (Audio) RealAudioMP3


Texto de las palabras de Papa Francisco a los jóvenes argentinos

Gracias, gracias por estar hoy aquí, por haber venido. Gracias a los que están adentro, y muchas gracias a los que están afuera, a los treinta mil, me dicen que hay afuera, desde acá los saludos! Están bajo la lluvia. Gracias por el gesto de acercarse, gracias por haber venido a la Jornada de la Juventud.

Yo le sugerí al doctor Gasbarri que es el que maneja, que organiza el viaje, si hubiera un lugarcito para encontrarme con ustedes, y al medio día tenía arreglado todo. Así es que también le quiero agradecer públicamente al Doctor Gasbarri, esto que ha logrado hoy.

Quisiera decir una cosa. ¿Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? ¡Espero lío! ¿Que acá dentro va a haber lío? ¡Va a haber! ¿Que acá en Río va a haber lío? ¡Va a haber! ¡Pero quiero lío en las diócesis! ¡Quiero que se salga afuera! ¡Quiero que la Iglesia salga a la calle! ¡Quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones, ¡son para salir! Si no salen, se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG.

Que me perdonen los obispos y los curas, si alguno después les arma lío a ustedes, pero es el consejo… gracias por lo que puedan hacer. Miren, yo pienso que en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca, ¡se pasó de rosca! Porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos. Y por supuesto, porque uno podría pensar, que podría haber una especie de eutanasia escondida. Es decir, no se cuida a los ancianos, pero también está esta eutanasia cultural: ¡no se los deja hablar, no se los deja actuar! Y la exclusión de los jóvenes: El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, ¡es muy alto! Y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. O sea, ¡Esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas que son el futuro nuestro!

Entonces, los jóvenes tienen que salir, tienen que hacerse valer. Los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, ¡A luchar por los valores! ¡Y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos, transmítannos la sabiduría de los pueblos! En el Pueblo Argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos, no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que transmite la justicia, que transmite la historia, que transmite los valores, que transmite la memoria de Pueblo. Y ustedes, por favor, ¡no se metan contra los viejos! ¡Déjenlos hablar, escúchenlos, y lléven adelante! Pero sepan, sepan que en este momento, ustedes, los jóvenes y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión! ¡No se dejen excluir! ¿Está claro? Por eso creo que tienen que trabajar.

Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio, es un escándalo. Que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros, ¡es un escándalo! Y que haya muerto en la cruz, es un escándalo, el escándalo de la Cruz. La Cruz sigue siendo escándalo, pero ¡es el único camino seguro, el de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús!

Por favor, ¡no licuen la fe en Jesucristo! Hay licuado de naranja, licuado de manzana, licuado de banana, pero por favor, ¡no tomen licuado de fe! ¡La fe es entera, no se licua! Es la fe en Jesús. Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí.

Entonces, ¡Hágan lío! ¡Cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes! No se dejen excluir, y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licuen la fe en Jesucristo.

¡Las Bienaventuranzas! ¿Qué tenemos que hacer, padre? Mirá, leé las Bienaventuranzas que te van a venir bien, y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, leé Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos va juzgar, con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las Bienaventuranzas y Mateo 25, no necesitan leer otra cosa. ¡Se los pido de corazón!

Bueno, les agradezco ya esta cercanía, me da pena que estén enjaulados, pero les digo una cosa. Yo por momentos siento, ¡qué feo estar enjaulado! ¡Se los confieso de corazón! Pero bueno… los comprendo! …Me hubiera gustado estar más cerca de ustedes, pero comprendo que por razón de orden, no se puede.

¡Gracias por acercarse, gracias por rezar por mí, se los pido de corazón, lo necesito! ¡Necesito de la oración de ustedes, necesito mucho! ¡Gracias por eso!

Y bueno, les voy a dar la bendición y después vamos a bendecir la imagen de la Virgen que va a recorrer toda la República y la Cruz de San Francisco, que van a recorrer misionariamente.

Pero no se olviden, ¡Hágan lío! ¡Cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos, que son los ancianos y los jóvenes! ¡Y no licuen la fe!

Y ahora vamos a rezar para bendecir la Imagen de la Virgen y darles después la bendición a ustedes.

Nos ponemos de pie para la bendición, pero antes le quiero agradecer lo que dijo Monseñor Arancedo, que de puro mal educado no se lo agradecí, así es que gracias por tus palabras…

En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Señor tu dejaste en medio de nosotros a tu Madre para que nos acompañara.
Que ella nos cuide, nos proteja en nuestro camino, en nuestro corazón, en nuestra fe.
Que ella nos haga discípulos, como lo fue ella, y misioneros, como también lo fue ella.
Que nos enseñe a salir a la calle, que nos enseñe a salir de nosotros mismos.
Bendecimos esta Imagen Señor, que va a recorrer el País.
Que ella, con su mansedumbre, con su paz, nos indique el camino.

Señor, vos sos un escándalo, el escándalo de la Cruz,
una Cruz que es humildad, mansedumbre, una Cruz que nos habla de la cercanía de Dios.
Bendecimos también esta Imagen de la Cruz que recorrerá el País.

¡Muchas gracias y nos vemos en estos días!
¡Que Dios los bendiga y recen por mí, no se olviden!




La JMJ arroja luz sobre la sabiduría de los ancianos: Las dos puntas de la sociedad
26 de julio día de los abuelos

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 (RV).- (Audio) Si bien, la celebración puede ser también en agosto, en Brasil, como en otros Países del mundo este 26 de julio, en la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesucristo, se celebra el “Día del abuelo” conocido también como el Día internacional de las Personas de edad. La vigésimo octava Jornada Mundial de la Juventud en Río presenta pinceladas que la distinguen de todas las demás. La novedad de esta edición la ha dado el Santo Padre Francisco cuando ha aludido a la necesidad urgente de dar voz ya no solo a los jóvenes, futuro del mundo y de la Iglesia, sino también a los ancianos.
A lo largo de sus días de viaje en Brasil ha expresado este concepto, inclusive en modo muy elocuente. En efecto a continuación, les proponemos -en el Audio que acompaña este texto de presentación- dos momentos en los que el Papa alude a esta novedad de “las dos puntas”, inicialmente (y luego hacia el final de nuevo) con el maravilloso discurso de saludo pronunciado en nuestro idioma a los jóvenes argentinos reunidos en la Catedral de Río de Janeiro este 25 de julio; pero también con las reveladoras palabras pronunciadas durante el vuelo que lo estaba conduciendo a Brasil, dobladas al español, cuando encontrándose con los periodistas al final de su discurso les pidió que lo ayudaran y colaboraran con él en este viaje “por el bien de la sociedad, el bien de los jóvenes y el bien de los ancianos”… “los dos juntos” les dijo… “no lo olvidemos”.
Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui – Radio Vaticano

A continuación, las palabras contenidas en este Audio, extraídas de aquellas pronunciadas en nuestro idioma por Su Santidad el Papa Francisco, en la Catedral de Río de Janeiro, durante su encuentro con el grupo de Argentinos que numerosísimos participan en la JMJ de Río de Janeiro (25.07.2013)

Miren, yo pienso que, en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca, se pasó de rosca, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos. Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida; es decir, no se cuida a los ancianos; pero también está la eutanasia cultural: no se les deja hablar, no se les deja actuar. Y exclusión de los jóvenes. El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. O sea, esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas, que son el futuro nuestro. Entonces, los jóvenes: tienen que salir, tienen que hacerse valer; los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores; y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos; transmítannos la sabiduría de los pueblos. En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que trasmite la justicia, que trasmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos; déjenlos hablar, escúchenlos, y lleven adelante. Pero sepan, sepan que, en este momento, ustedes, los jóvenes, y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión; no se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso, creo que tienen que trabajar. Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros; es un escándalo, y que haya muerto en la Cruz, es un escándalo: El escándalo de la Cruz. La Cruz sigue siendo escándalo, pero es el único camino seguro: el de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús. Por favor, no licuen la fe en Jesucristo. Hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana, pero, por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licua. Es la fe en Jesús. Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí. Entonces: Hagan lío; cuiden los extremos del pueblo, que son los ancianos y los jóvenes; no se dejen excluir, y que no excluyan a los ancianos. Segundo: no licuen la fe en Jesucristo. Las bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer, Padre? Mira, lee las bienaventuranzas que te van a venir bien. Y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, lee Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos van a juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las bienaventuranzas y Mateo 25. No necesitan leer otra cosa. Se lo pido de corazón. Bueno, les agradezco ya esta cercanía”.


A continuación la parte del texto usado en este audio con las palabras de Papa Francisco extraídas de aquellas pronunciadas durante su vuelo hacia Río de Janeiro, en el marco de su saludo a la prensa que viajaba con él (22.07.2013)

Los jóvenes tienen una pertenencia y y no debemos aislarlos! son jóvenes, van hacia adelante… Pero también en el otro extremo de la vida, las personas mayores, los ancianos son el futuro de un pueblo. Un pueblo tiene futuro si va adelante con todos con la juventud, con la fuerza - porque la fuerza va adelante- y con los ancianos....

Creo que cometemos una injusticia con los ancianos… tienen la sabiduría, la sabiduría de la vida, la sabiduría de la historia, la sabiduría de la patria, la sabiduría de la familia, y de todo ello tenemos necesidad.

Y por eso digo que voy a encontrar a los jóvenes, pero en su tejido social, principalmente, con los ancianos... Los jóvenes, en este momento, están en crisis. Y ... estamos acostumbrados a esta cultura del descarte: con los ancianos se hace a menudo…
Tenemos que cortar esta costumbre del descarte La cultura de la inclusión, la cultura del encuentro, debemos hacer un esfuerzo para incluir a todos en la sociedad

Francisco en una favela abraza las periferias de Brasil y del mundo


(RV).- (Con audio) El jueves por la mañana se realizó una de las visitas más esperadas del Papa en el marco de su viaje a Rio. Francisco llegó a una favela para recordar que las personas más sencillas pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, “una palabra a menudo olvidada u omitida, porque es incómoda”. En la Comunidad de Varginha, asentada en la favela "Ciudad de Dios", abrazando idealmente todas las periferias de Brasil y del mundo, el Obispo de Roma recordó que “nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo”, e instó a que “cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales”.

Francisco subrayó que “no es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano”. “Ningún esfuerzo de ‘pacificación’ será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma”. A los habitantes de Varginha - y con ellos a todos los habitantes de las periferias existenciales del mundo- el Obispo de Roma les repitió que no están solos. “La Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento”.



Palabras del Papa a los habitantes de la Comunidad de Varginha


(Audio) RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas

Es bello estar aquí con ustedes. Ya desde el principio, al programar la visita a Brasil, mi deseo era poder visitar todos los barrios de esta nación. Habría querido llamar a cada puerta, decir «buenos días», pedir un vaso de agua fresca, tomar un «cafezinho», no un vasito de cachaça, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos... Pero Brasil, ¡es tan grande! Y no se puede llamar a todas las puertas. Así que elegí venir aquí, a visitar vuestra Comunidad, que hoy representa a todos los barrios de Brasil. ¡Qué hermoso es ser recibidos con amor, con generosidad, con alegría! Basta ver cómo habéis decorado las calles de la Comunidad; también esto es un signo de afecto, nace del corazón, del corazón de los brasileños, que está de fiesta. Muchas gracias a todos por la calurosa bienvenida. Agradezco a los esposos Rangler y Joana sus cálidas palabras.

1. Desde el primer momento en que he tocado el suelo brasileño, y también aquí, entre vosotros, me siento acogido. Y es importante saber acoger; es todavía más bello que cualquier adorno. Digo esto porque, cuando somos generosos en acoger a una persona y compartimos algo con ella —algo de comer, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo— no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos. Ya sé que, cuando alguien que necesita comer llama a su puerta, siempre encuentran ustedes un modo de compartir la comida; como dice el proverbio, siempre se puede «añadir más agua a los frijoles». ¿Se puede añadir más agua a los frijoles? ¡Siempre!
Siempre!Y lo hacen con amor, mostrando que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón.
Y el pueblo brasileño, especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra a menudo olvidada u omitida, porque es incomoda. Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo. Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano.
Deseo alentar los esfuerzos que la sociedad brasileña está haciendo para integrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las que más sufren o están necesitadas, a través de la lucha contra el hambre y la miseria. Ningún esfuerzo de «pacificación» será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma. Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella. No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura de lo descartable, porque somos hermanos y ninguno es descartable. Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica. Pensemos en la multiplicación de los panes de Jesús. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza.

2. También quisiera decir que la Iglesia, «abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo» (Documento de Aparecida, 395), desea ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre y de todo el hombre. Queridos amigos, ciertamente es necesario dar pan a quien tiene hambre; es un acto de justicia. Pero hay también un hambre más profunda, el hambre de una felicidad que sólo Dios puede saciar. Hambre de dignidad. No hay una verdadera promoción del bien común, ni un verdadero desarrollo del hombre, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes inmateriales: la vida, que es un don de Dios, un valor que siempre se ha de tutelar y promover; la familia, fundamento de la convivencia y remedio contra la desintegración social; la educación integral, que no se reduce a una simple transmisión de información con el objetivo de producir ganancias; la salud, que debe buscar el bienestar integral de la persona, incluyendo la dimensión espiritual, esencial para el equilibrio humano y una sana convivencia; la seguridad, en la convicción de que la violencia sólo se puede vencer partiendo del cambio del corazón humano.

3. Quisiera decir una última cosa. Aquí, como en todo Brasil, hay muchos jóvenes. Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10).
Hoy digo a todos ustedes, y en particular a los habitantes de esta Comunidad de Varginha: No están solos, la Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento. Todo lo encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, la Madre de todos los pobres del Brasil, y con gran afecto les imparto mi Bendición, gracias! (RC-RV)

"Me hubiera gustado llamar a cada puerta y tomarme un cafecito con cada uno"
(RV).- (Audio) RealAudioMP3 “La verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón”; “Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica”, son algunas de las palabras que Francisco dirigió a los habitantes de la comunidad de Varginha, en una de las 700 favelas de Río de Janeiro, donde vive un millón y medio de personas…

Antes de la esperada fiesta de acogida de los jóvenes de la JMJ en la rambla de Copacabana, acto que podríamos decir, representa el primer gran encuentro del Obispo de Roma con los jóvenes del mundo, en este caso de más de 160 países, el Papa Francisco recibió este jueves por la mañana las llaves de la Ciudad de Río de Janeiro de manos de su alcalde. Posteriormente bendijo las banderas oficiales de los juegos olímpicos y para olímpicos de estas manifestaciones deportivas que se celebrarán dentro de tres años en Brasil. Y visitó la comunidad de Varginha, que cuenta con alrededor de diez mil habitantes, y que forma parte de una enorme favela “pacificada” de unos cincuenta mil habitantes.

Como el mismo Francisco les dijo, desde el principio, al programar la visita a Brasil, mi deseo era poder visitar todos los barrios de esta nación. Habría querido llamar a cada puerta, decir “¡buenos días”!, pedir un vaso de agua fresca, tomar un “cafecito”, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos... Pero Brasil, ¡es tan grande! Y no se puede llamar a todas las puertas. Así que elegí venir aquí, a visitar su comunidad, que hoy representa a todos los barrios de Brasil.

Francisco ha querido incluir esta visita en el ámbito de su viaje a Río para la Jornada Mundial de la Juventud porque su esencia de pastor, es más, de pastor “con olor a oveja”, como él mismo lo ha sugerido recientemente, refiriéndose a las características de los sacerdotes y obispos, que deben caminar con y en medio de su rebaño…

Ya desde hace algún tiempo el Papa nos viene hablando de ese “tocar las llagas de Cristo”, “tocar la carne de Cristo”, en la persona de los enfermos (como lo hizo el miércoles al visitar el hospital San Francisco de Asís que se ocupa principalmente de la recuperación de drogadictos y alcoholizados) y marginados, víctimas de las injusticias sociales, como es el caso de la pobreza, y que componen todos los cuadros posibles de esas periferias existenciales a las que se refiere el Obispo de Roma.

Por eso en esta ocasión no dejó de hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social, para que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Porque nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo…

El padre Marcio Queiroz, párroco de la comunidad de Varginha, nos ha contado que la señora que él mismo eligió para que reciba al Papa en su casa, ya antes de saberlo se sentía asediada por los periodistas interesados en ver su vivienda porque consideraban que se encuentra ubicada en un lugar donde Francisco no podía dejar de pasar… Y ella siempre se negaba… Sin embargo, no sin sacrificio, la semana pasada decidió pintar la fachada de la casa, como demostración de afecto ante el paso de Francisco. Y lo hizo de amarillo, uno de los colores del Estado de la Ciudad del Vaticano. Sólo ayer supo que Francisco entraría en su casa.

Su hijo, además, es un pastor evangélico, que en principio no tenía ningún interés por conocer a Francisco, si bien ahora se ha producido un cambio inexplicable en su corazón…

Por su parte, el sacerdote brasileño Luis Antonio Lopes, responsable de la pastoral de favelas de Río de Janeiro, recogió las cartas de los habitantes de la comunidad de Varginha, para entregárselas al Papa.

En ellas, explica, algunos le cuentan que no tienen agua desde hace dos días, otros que no tienen electricidad desde hace tres días. Este sacerdote de 58 años, originario también de un medio muy modesto, afirma que el derecho a la vivienda es sagrado. “Los zorros tienen su madriguera, los pájaros del cielo tienen sus nidos y el hijo del hombre debe tener una vivienda". Porque las favelas no son el problema sino una solución a la que recurrimos en un Estado que no tiene ninguna política de vivienda.

También recuerda que sobre todo gracias a la Iglesia las favelas son hoy una realidad reconocida por el Estado, puesto que hace 20 años ni siquiera figuraban n en los mapas… (Desde Río de Janeiro, María Fernanda Bernasconi, RV)
Ningún católico puede prescindir de la protección de su Madre
La ternura de María cubrió con su manto a todos los que la vieron en Aparecida
(RV).- (Audio)RealAudioMP3 El Papa le pidió a Nuestra Señora de Aparecida su bendición para el pueblo brasileño, las familias, la patria. Con voz amable preguntó si acaso una madre se olvida de sus hijos, para recordarnos que la Santísima Virgen siempre cuida de nosotros. Este 24 de julio, el 266º sucesor de Pedro, pontífice mariano, como sus predecesores, quiso, devoto, humilde hijo de María, elevar su oración.

El día de su elección pontificia, el 13 de marzo 2013, descubrió lo que muchos ya sabíamos, que como todos los Papas, también el humilde Francisco es devoto hijo de María. Tras pocas horas de su elección al pontificado, la primera actividad del Papa Francisco –recordamos- ha sido la de visitar a la Salus Populi Romani, en Santa María la Mayor, lo hizo también días antes de partir con destino a la Ciudad de Río de Janeiro, el 20 de julio, y acompañó el mes mariano, el mes de mayo activamente abriendo y cerrando el mes dedicado a la Madre de Dios.

Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría, las tres directivas de la homilía del "Padre" Francisco, el Obispo de Roma, para enfatizar lo que ha venido diciendo a lo largo de estos ya transcurridos 4 meses de pontificado. Y es que el Papa Francisco lleva una línea en su magisterio, y al igual que su nombre, sus gestos y sus palabras se centra en la “esperanza”. La segunda sencilla actitudes es la de “dejarse sorprender por Dios” como nos invitó el 30 de marzo, en la homilía de la Vigilia pascual cuando insistió en la necesidad de no perder la confianza no resignarnos, nuca, porque no existen situaciones que Dios no pueda cambiar, no existe pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a Él.

La alegría, ha sido la tercera directiva de la que habló en Aparecida, y es un aspecto al que el Pontífice da particular relieve… Esto lo hemos ido descubriendo desde el inicio de su pontificado –en varias ocasiones- cuando Francisco ha pedido a los jóvenes seminaristas o aspirantes a la vida consagrada, y novicias, que no sean tristes. O a nosotros mismos, laicos, el 24 de marzo, Domingo de Ramos recordándonos que un cristiano no puede nunca estar triste sencillamente porque la tristeza no es compatible con nuestra identidad cristiana. En Aparecida, el tercer punto puesto en evidencia por Papa francisco (en el estupendo escenario del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, ahí donde se abrieron los trabajos de la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano y en la que él participó activamente para la elaboración del documento final); decíamos, el Papa, nos indicó los varios motivos por los que los cristianos estamos alegres. El primero es que Dios nos acompaña, y por supuesto está nuestra Madre que siempre intercede en la vida de sus hijos. Pero lo que hace brotar la sonrisa de pura alegría ha sido su recomendación, eso que no debemos olvidar: El cristiano no puede ser pesimista, el cristiano no tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo. “Si estamos verdaderamente enamorados de Cristo y sentimos cuánto nos ama, entonces nuestro corazón se inflamará de tanta alegría que contagiará a cuantos viven a nuestro alrededor” (Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui - Radio Vaticano)
En cada hermano en dificultad abrazamos la carne de Cristo que sufre

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 La actividad del Papa del miércoles en Rio culminó con la esperada y emotiva visita al hospital San Francisco. En ese nosocomio a cargo de la comunidad franciscana local ubicado en el barrio de Tijuca, el Obispo de Roma visitó a los pacientes, recordando que todos hemos de aprender a abrazar a los necesitados, como el santo de Asís. “En cada hermano y hermana en dificultad abrazamos la carne de Cristo que sufre. Hoy, en este lugar de lucha contra la dependencia química, quisiera abrazar a cada uno y cada una de ustedes que son la carne de Cristo, y pedir que Dios colme de sentido y firme esperanza su camino, y también el mío”. El Santo Padre escuchó testimonios de pacientes y asistió a la inauguración de un centro gratuito con espacio para 80 internos. La instalación de este centro modelo ha sido posible también gracias a una importante donación de la Conferencia Episcopal Italiana. Este nuevo centro fomenta el trabajo integral con la familia del enfermo, desde que este llega al hospital hasta su reinserción en la sociedad.

Palabras del Papa en el Hospital San Francisco de Asís

Querido Arzobispo de Rio de Janeiro
y queridos hermanos en el episcopado;
Honorables Autoridades,
Estimados miembros de la Venerable Orden Tercera de San Francisco de la Penitencia,
Queridos médicos, enfermeros y demás agentes sanitarios,
Queridos jóvenes y familiares

Dios ha querido que, después del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, mis pasos se encaminaran hacia un santuario particular del sufrimiento humano, como es el Hospital San Francisco de Asís. Es bien conocida la conversión de su santo Patrón: el joven Francisco abandona las riquezas y comodidades del mundo para hacerse pobre entre los pobres; se da cuenta de que la verdadera riqueza y lo que da la auténtica alegría no son las cosas, el tener, los ídolos del mundo, sino el seguir a Cristo y servir a los demás; pero quizás es menos conocido el momento en que todo esto se hizo concreto en su vida: fue cuando abrazó a un leproso. Aquel hermano que sufría, marginado, era «mediador de la luz (...) para san Francisco de Asís» (cf. Carta enc. Lumen fidei, 57), porque en cada hermano y hermana en dificultad abrazamos la carne de Cristo que sufre. Hoy, en este lugar de lucha contra la dependencia química, quisiera abrazar a cada uno y cada una de ustedes que son la carne de Cristo, y pedir que Dios colme de sentido y firme esperanza su camino, y también el mío.

Abrazar. Todos hemos de aprender a abrazar a los necesitados, como San Francisco. Hay muchas situaciones en Brasil, en el mundo, que necesitan atención, cuidado, amor, como la lucha contra la dependencia química. Sin embargo, lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. ¡Cuántos «mercaderes de muerte» que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad. No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro. Todos tenemos necesidad de mirar al otro con los ojos de amor de Cristo, aprender a abrazar a aquellos que están en necesidad, para expresar cercanía, afecto, amor.

Pero abrazar no es suficiente. Tendamos la mano a quien se encuentra en dificultad, al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo, y decirle: «Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres».

Queridos amigos, yo diría a cada uno de ustedes, pero especialmente a tantos otros que no han tenido el valor de emprender el mismo camino: «Tú eres el protagonista de la subida, ésta es la condición indispensable. Encontrarás la mano tendida de quien te quiere ayudar, pero nadie puede subir por ti». Pero nunca están solos. La Iglesia y muchas personas están con ustedes. Miren con confianza hacia delante, su travesía es larga y fatigosa, pero miren adelante, hay «un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día» (Carta enc. Lumen fidei, 57). Quisiera repetirles a todos ustedes: No se dejen robar la esperanza. Pero también quiero decir: No robemos la esperanza, más aún, hagámonos todos portadores de esperanza.

En el Evangelio leemos la parábola del Buen Samaritano, que habla de un hombre asaltado por bandidos y abandonado medio muerto al borde del camino. La gente pasa, mira y no se para, continúa indiferente el camino: no es asunto suyo. Sólo un samaritano, un desconocido, ve, se detiene, lo levanta, le tiende la mano y lo cura (cf. Lc 10, 29-35). Queridos amigos, creo que aquí, en este hospital, se hace concreta la parábola del Buen Samaritano. Aquí no existe indiferencia, sino atención, no hay desinterés, sino amor. La Asociación San Francisco y la Red de Tratamiento de Dependencia Química enseñan a inclinarse sobre quien está dificultad, porque en él ve el rostro de Cristo, porque él es la carne de Cristo que sufre. Muchas gracias a todo el personal del servicio médico y auxiliar que trabaja aquí; su servicio es valioso, háganlo siempre con amor; es un servicio que se hace a Cristo, presente en el prójimo: «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40), nos dice Jesús.

Y quisiera repetir a todos los que luchan contra la dependencia química, a los familiares que tienen un cometido no siempre fácil: la Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto. El Señor está cerca de ustedes y los toma de la mano. Vuelvan los ojos a él en los momentos más duros y les dará consuelo y esperanza. Y confíen también en el amor materno de María, su Madre. Esta mañana, en el santuario de Aparecida, he encomendado a cada uno de ustedes a su corazón. Donde hay una cruz que llevar, allí está siempre ella, nuestra Madre, a nuestro lado. Los dejo en sus manos, mientras les bendigo a todos con afecto (CA-RC, RV)
¡Recen por mí y nos vemos el 2017! El Papa saluda a los fieles al final de la misa en Aparecida


(RV).- (Audio) RealAudioMP3 Al final de la misa en la Basílica del Santuario de Aparecida el Papa Francisco quiso salir a saludar a los miles de fieles y peregrinos que no pudieron ingresar y que bajo la lluvia siguieron la ceremonia. Desde un balcón el Pontífice improvisó en español unas sentidas palabras. Agradeció las muestras de cariño, pidió oraciones y realizó una promesa…

Palabras del Papa para los fieles que estaban afuera del Santuario de Aparecida

Irmãos e Irmãs … Irmãos e Irmãs, eu não falo brasileiro*. Perdón, voy hablar en español. Perdón. Muchas gracias. Obrigado**, por estar aquí. Muchas gracias de corazón, con todo mi corazón y le pido a la Virgen, nuestra Señora de Aparecida, que los bendiga, que bendiga a sus familias, que bendiga a sus hijos, que bendiga a sus padres, que bendiga a toda la Patria. A ver, ahora me voy a dar cuenta si me entienden. Les hago una pregunta: ¿Una madre se olvida de sus hijos? Ella no se olvida de nosotros, Ella nos quiere y nos cuida. Ahora le vamos a pedir la bendición. La bendición de Dios Todopoderoso. El Padre y el Hijo y el Espíritu Santo desciendan sobre ustedes. Permanentemente. Les pido un favor, recen por mí, recen por mí, necesito. Que Dios los bendiga. Que nuestra Señora de Aparecida los cuide. Y hasta 2017 que voy a volver….

*Hermanos y hermanas, no hablo brasileño
** Gracias


(RC-RV)


Papa Francisco confía los jóvenes a Nuestra Señora de Aparecida


(RV).- A pesar del frío y de la lluvia una multitud acogió a Papa Francisco quien llegó al Santuario de Nuestra Señora de Aparecida para celebrar la Misa con los obispos de la Provincia. En la Sala de los 12 Apóstoles, donde se encuentra la imagen de la Virgen de Aparecida rezó una breve oración confiando a María particularmente los Jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud.


ORACIÓN INICIAL (Audio) RealAudioMP3

Madre Aparecida, como Tú un día,
Así me siento hoy delante de ti y de Dios,
Que nos propone una misión para la vida
Los cuales contornos y límites no conocemos,
Las cuales exigencias apenas entrevemos.
Pero en Tu fe, gracias a la cual
“nada es imposible para Dios”
Tu, oh Madre, nos has flaqueado
Y yo no puedo flaquear.

Aquí está la Servidora del Señor,
que se haga en mí según tu Palabra

Así, o Tú o como Tú,
Yo abrazo mi misión
En tus manos pongo mi vida
Y vamos, Tu-Madre y Yo-hijo,
A caminar juntos, a creer juntos,
a luchar juntos, a vencer juntos,
como siempre juntos caminaron Tu y Tu Hijo.

Mujer, aquí está tu Hijo!
Hijo, aquí está tu Madre!

Madre Aparecida,
Un día llevaste tu Hijo
Al Templo para consagrarlo al Padre
Para que fuera totalmente disponible a la misión.
Llévame hoy al mismo Padre,
Conságrame a Él
Con todo aquello que soy
y con todo aquello que tengo.

Estoy Aquí! Envíame!

Madre Aparecida,
Pongo en tus manos
Y llevo al Padre nuestros y tus jóvenes,
La Jornada Mundial de la Juventud:
Cuánta fuerza, cuánta vida,
Y cuánto dinamismo que germina y florece
Y que puede estar al servicio de la vida
Y de la humanidad.

Acoge y santifica, oh Padre, a Tú Juventud!

En fin, Madre, te pedimos:
Quédate aquí,
Acoge siempre a tus hijos e hijas peregrinos
Pero ven también con nosotros,
Quédate siempre a nuestro lado
Y acompaña en la misión
La gran familia de fieles,
Sobre todo cuando la Cruz pesa de más
Y sostiene nuestra esperanza y nuestra fe.

Sé fiel hasta la muerte y yo
te daré la corona de la vida! Amén.



CONSAGRACIÓN A NUESTRA
SEÑORA APARECIDA

Oh, María Santísima,
Por los méritos de Nuestro
Señor Jesucristo,
En tu amada imagen de Aparecida,
Derramas numerosos beneficios
Sobre todo Brasil.

Yo, aunque indigno de pertenecer
Al número de tus hijos e hijas
Pero lleno de deseo de participar
de los beneficios de tu Misericordia,
postrado a tus pies,
Te consagro mi mente,
Para que siempre piense
en el amor que mereces;
Te consagro mi lengua
Para que siempre te alabe
Y propague tu devoción.
Te consagro mi corazón
Para que después de Dios,
Te ame sobre todas las cosas.

Recíbeme, Oh Reina Incomparable!
Tu que en Cristo Crucificado,
nos fuiste donada como Madre
en el dichoso número de tus hijos e hijas,
acógeme bajo tu protección,
socórreme en todas mis necesidades,
espirituales y temporales
sobre todo en la hora de mi muerte,

Bendíceme, Oh celestial cooperadora,
Y con toda tu poderosa intercesión
Aliéntame en mi flaqueza,
Para que sirviéndote en esta vida,
Yo pueda alabarte, amarte,
Y darte gracias en el cielo por toda la eternidad,
Amén.

Misión y María: Nuestra Señora de Aparecida
(RV).- (Audio) RealAudioMP3 El Documento final de Aparecida nos enseña que de María, discípula por excelencia, emerge la figura de “mujer libre y fuerte conscientemente orientada al verdadero seguimiento de Cristo”. En el audio que acompaña este texto de presentación recordamos que nuestro Pontífice ha querido transcurrir una jornada Mariana en este lugar, porque es profundo devoto mariano. Además, el domingo 13 de mayo de 2007, hace 6 años, se inauguraba en Aparecida Brasil la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe. El escenario era el Santuario de Nuestra Señora Aparecida, Patrona del País. En aquella ocasión, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, presidía el comité de redacción del documento final de la Conferencia.

La visita, el homenaje, la oración consagración que este 24 de julio se cumple en la historia de este socorrido Santuario, escenario de la profunda devoción popular mariana se enlaza con el mandato de Cristo a sus Apóstoles: “Id y haced discípulos a todas la naciones”, como reza el lema de la JMJ 2013. Con él se convoca a los jóvenes católicos de Brasil, y del mundo entero, para que asuman la misión que la Iglesia les encomienda de proclamar a Cristo Resucitado. Por otra parte, en el Santuario Mariano, se eleva la devoción, la piedad popular, que bien sabemos, es espacio de encuentro con Jesucristo.
Patricia L.Jáuregui Romero @pjuregui - Radio Vaticano

La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo, Papa Francisco

(RV).- Audio RealAudioMP3 “Cristo tiene confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión”. El Santo Padre lo ha dicho ya en su primer discurso pronunciado en Guanabará: “Soy muy consciente de que, dirigiéndome a los jóvenes, hablo también a sus familias, sus comunidades eclesiales y nacionales de origen”. Con la metáfora que no deja lugar a dudas sobre lo que el Papa Francisco proyecta para la vida de la Iglesia y del mundo, ha declarado “La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y, por tanto, nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio”, estos son algunos de los puntos retomados del que el audio que presentamos con este texto, poniendo en evidencia el hecho de que el magisterio del Santo Padre Francisco no solo está marcado por los gestos y los sentimientos que de modo único sabe transmitir, sino también de contenidos para indicar la importancia que el Santo Padre da a la juventud para indicarnos, ya desde su llegada a Brasil, el meollo de lo que quiere hacer en Brasil: acompañar a los jóvenes que acuden para encontrarse con Cristo: «Vayan y hagan discípulos»; vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas.
De hecho indicó: Pero también los jóvenes tienen confianza en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen, porque saben que no serán defraudados. Nuestro objetivo es el de unir el presente con el pasado. Por eso y sin cambiar el tema, a propósito de este futuro que entra por la ventana de los jóvenes, evocamos el mensaje de los Padres Conciliares (Concilio Vaticano II) a los Jóvenes. LLeva la fecha del 7 de diciembre de 1965
PLJR @pjuregui - Radio Vaticano


El Papa Francisco por una cultura de la inclusión y del encuentro

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 La preocupación del Papa por la crisis en el mundo y la carencia de trabajo para los jóvenes expresada por el Santo Padre Francisco en Guanabará “la juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y, por tanto, nos impone grandes retos”. En el audio que acompaña este texto hacemos un recorrido por el mensaje que el Obispo de Roma ha expresado cuando reitera que nuestra generación “se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio; eso significa tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente que responda a su sed de auténtica felicidad, suscitando en él la creatividad del bien; entregarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para que sea protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos. Con estas actitudes precedemos hoy al futuro que entra por la ventana de los jóvenes”.
PLJR @pjuregui - Radio Vaticano

Los jóvenes “aspiran a una vida grande”, Papa Francisco

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 El Papa Francisco transcurrió su primera noche en Río de Janeiro, tras haber llegado ayer por la tarde en un recorrido desde el aeropuerto que puso a dura prueba el servicio de seguridad.

Este martes, según el programa establecido, el Papa debería descansar… Y esta tarde a las 19,30 con la santa Misa que presidirá el arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro, Mons. Orani Joao Tempesta, se abrirá la XXXVIII JMJ en espera de la fiesta de acogida de los jóvenes del jueves 25 de julio.

Quienes viven y trabajan aquí manifiestan su gran entusiasmo por el
encuentro con el Obispo de Roma, que se reunirá con los jóvenes del mundo para recordarles que con Cristo el corazón no envejece jamás, aunque tenga 70 u 80 años. Como lo afirmó el pasado 24 de marzo en la Plaza de San Pedro, ante 200 mil personas, en el entonces Domingo de Ramos y cuando era Papa desde hacía poco más de diez días.

Y más recientemente, cuando se publicó su primera encíclica, escrita “a cuatro manos” con Benedicto XVI (quien cedió al Papa sus apuntes en la elaboración de esta carta, Lumen fidei, la luz de la fe), Francisco, en el capítulo dedicado a la fe y la familia, escribe que son sobre todo los jóvenes, los que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, quienes deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe.

En efecto el Papa Francisco recuerda que todos hemos visto cómo, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, los jóvenes manifiestan la alegría de la fe, el compromiso de vivir una fe cada vez más sólida y generosa. Porque el Papa sabe que los jóvenes “aspiran a una vida grande”. De hecho es el período de la vida de los grandes ideales, ente los cuales también está el del encuentro con Cristo, “el dejarse aferrar y guiar por su amor”, que “amplía el horizonte de la existencia”, dándoles esa esperanza sólida que no defrauda.

Pero Francisco va más allá, con esas frases incisivas que nos invitan a pensar. En efecto el Papa escribe: “la fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades”.

En este primer viaje apostólico internacional del Papa Francisco, con motivo de la JMJ de Río de Janeiro participarán once mil sacerdotes, mil quinientos obispos y sesenta cardenales, además de sus protagonistas, los jóvenes. Seguramente las palabras del Santo Padre harán muy bien a este enorme país sudamericano en el que los católicos siguen siendo mayoría, pero con un descenso en comparación con los decenios anteriores que los coloca en el 64 y 68 por ciento…
Desde Río de Janeiro, María Fernanda Bernasconi, Radio Vaticano (MZ-RV)


La esperada llegada del Papa desbordó la alegría en Río

(RV).- (Con audio y video) RealAudioMP3 La realidad supera la fantasía, suele decirse algunas veces. Y éste ha sido el caso de la llegada del Papa a Río de Janeiro… Tras ser recibido en el aeropuerto Antonio Carlos Jobim por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, hemos visto viajar al Obispo de Roma en un sencillo automóvil, Fiat Idea, color plateado, que hasta el año pasado se fabricaba en esta nación, en evidente contraste con los demás autos que formaban parte del séquito papal.

Lo que ya se denomina el “estilo sobrio de Francisco” caracterizó el trayecto que recorrió hasta la catedral donde, no sin gran preocupación por parte de la seguridad, y ante el literal “asalto” de los jóvenes, el vehículo en el que viajaba el Santo Padre permaneció bloqueado en varias ocasiones, a pesar de lo cual el Papa decidió mantener la mayor parte del tiempo la ventanilla abierta para estar en contacto con la gente. Nunca antes se había visto una escena semejante…

Una vez frente a la catedral Francisco realizó un breve recorrido en papamóvil para saludar y bendecir a las miles de personas que se iban agolpando a su paso…, antes de tomar el helicóptero que lo condujo al Palacio de Guanabara, donde lo aguardaba la presidenta para la ceremonia de bienvenida que se realizó con una hora de retraso.

La presidenta se congratuló con el primer Papa latinoamericano. Habló de solidaridad, derechos humanos y paz entre las naciones, destacando el nombre que el Papa ha elegido. Y manifestó su seguridad de encontrarse ante un líder religioso sensible al deseo de nuestros pueblos. También aludió a la oportunidad que ofrece la democracia para discutir acerca de nuestros valores a fin de renovar la esperanza en un mundo mejor.


Ciertamente esta ciudad se caracteriza por el calor de sus habitantes. Aquí la gente sabe sonreír. Es capaz de expresar su alegría por las cosas buenas de la vida siguiendo, tal vez sin saberlo, uno de los consejos que nos ha dado recientemente el mismo Papa en una de sus homilías de las misas matutinas. Y si bien están acostumbrados a recibir a huéspedes ilustres, o a que Río de Janeiro sea sede de importantes manifestaciones internacionales, en esta ocasión se tiene la certidumbre de que ha llegado el huésped más esperado y, al mismo tiempo, más “inesperado” de todos los tiempos. Como sucedió cuando el mundo conoció al Papa Francisco, la tarde de aquel inolvidable 13 de marzo en que se presentó sonriendo y saludando con un sencillo “buenas tardes”.

Desde Río de Janeiro, María Fernanda Bernasconi, Radio Vaticano.

¡El Papa ya está en Rio! “Traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo”
(RV).- (Audio) RealAudioMP3 “Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón; y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo: ‘La paz de Cristo esté con ustedes’”, fueron las primeras palabras de Francisco en Rio de Janeiro la tarde del lunes 22 de julio durante la ceremonia de bienvenida que se desarrolló en el jardín del Palacio Guanabara, en presencia de las más altas autoridades del Estado, el Cuerpo Diplomático y varios cientos de invitados institucionales. Antes de este primer encuentro oficial, el Papa quiso tener otro encuentro: desde su salida del aeropuerto el Obispo de Roma, abordando un pequeño automóvil plateado, abrió la ventana del vehículo que lo transportaba para que las personas pudieran verlo mejor y para poder saludar y bendecir a quienes lo esperaban en las calles. Las imágenes eran las mismas que hemos visto los últimos meses en Roma durante las audiencias generales: el auto avanzando lentamente y deteniéndose para permitir al Papa saludar, bendecir, besar a la gente. Tantos niños - como en la Plaza de San Pedro - le eran acercados por los policías para que el Santo Padre los acaricie y bendiga. El protocolo fue “roto” también en Rio con este primer encuentro directo no programado con la población. Para llegar a su primera cita oficial en Guanabara, la sede de la gobernación de Río de Janeiro, el Papa cambió el auto con el papamóvil y luego un helicóptero. La ceremonia protocolaria de recepción y el primer encuentro privado con la presidenta Dilma Rousseff, inició con una hora de justificado retraso.
Volviendo al primer acto oficial del Papa en Brasil, luego de las palabras de saludo de la presidenta, Francisco recordó en su discurso haber llegado para la Jornada Mundial de la Juventud, para encontrarse con jóvenes venidos de todas partes del mundo, atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. “Ellos - precisó el Obispo de Roma- quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: ‘Vayan y hagan discípulos a todas las naciones’”. Más adelante en su saludo el Pontífice aseguró que “los brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación brasileña, en el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa. Que desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta excluido del afecto del Papa”.

Discurso completo del Santo Padre Francisco durante la ceremonia de bienvenida

Señora Presidente,
Distinguidas Autoridades,
Hermanos y amigos

En su amorosa providencia, Dios ha querido que el primer viaje internacional de mi pontificado me ofreciera la oportunidad de volver a la amada América Latina, concretamente a Brasil, nación que se precia de sus estrechos lazos con la Sede Apostólica y de sus profundos sentimientos de fe y amistad que siempre la han mantenido unida de una manera especial al Sucesor de Pedro. Doy gracias por esta benevolencia divina.
He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón; y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo: «La paz de Cristo esté con ustedes».
Saludo con deferencia a la señora Presidenta y a los distinguidos miembros de su gobierno. Agradezco su generosa acogida y las palabras con las que ha querido manifestar la alegría de los brasileños por mi presencia en su país. Saludo también al Señor Gobernador de este Estado, que amablemente nos acoge en el Palacio del Gobierno, y al alcalde de Río de Janeiro, así como a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante el gobierno brasileño, a las demás autoridades presentes y a todos los que han trabajado para hacer posible esta visita.
Quisiera decir unas palabras de afecto a mis hermanos obispos, a quienes incumbe la tarea de guiar a la grey de Dios en este inmenso país, y a sus queridas Iglesias particulares. Con esta visita, deseo continuar con la misión pastoral propia del Obispo de Roma de confirmar a sus hermanos en la fe en Cristo, alentarlos a dar testimonio de las razones de la esperanza que brota de él, y animarles a ofrecer a todos las riquezas inagotables de su amor.
Como es sabido, el principal motivo de mi presencia en Brasil va más allá de sus fronteras. En efecto, he venido para la Jornada Mundial de la Juventud. Para encontrarme con jóvenes venidos de todas las partes del mundo, atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. Quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: «Vayan y hagan discípulos a todas las naciones».
Estos jóvenes provienen de diversos continentes, hablan idiomas diferentes, pertenecen a distintas culturas y, sin embargo, encuentran en Cristo las respuestas a sus más altas y comunes aspiraciones, y pueden saciar el hambre de una verdad clara y de un genuino amor que los una por encima de cualquier diferencia.
Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la experiencia de la amistad con él. Cristo tiene confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión: « Vayan y hagan discípulos»; vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas. Pero también los jóvenes tienen confianza en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen, porque saben que no serán defraudados.
Al comenzar mi visita a Brasil, soy muy consciente de que, dirigiéndome a los jóvenes, hablo también a sus familias, sus comunidades eclesiales y nacionales de origen, a las sociedades en las que viven, a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de estas nuevas generaciones.
Es común entre ustedes oír decir a los padres: «Los hijos son la pupila de nuestros ojos». ¡Qué hermosa es esta expresión de la sabiduría brasileña, que aplica a los jóvenes la imagen de la pupila de los ojos, la abertura por la que entra la luz en nosotros, regalándonos el milagro de la vista! ¿Qué sería de nosotros si no cuidáramos nuestros ojos? ¿Cómo podríamos avanzar? Mi esperanza es que, en esta semana, cada uno de nosotros se deje interpelar por esta pregunta provocadora.
La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y, por tanto, nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio; eso significa tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente que responda a su sed de auténtica felicidad, suscitando en él la creatividad del bien; entregarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para que sea protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos. Con estas actitudes, precedemos hoy al futuro que entra por la ventana de los jóvenes.
Al concluir, ruego a todos la gentileza de la atención y, si es posible, la empatía necesaria para establecer un diálogo entre amigos. En este momento, los brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación brasileña, en el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa. Que desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta excluido del afecto del Papa. Pasado mañana, si Dios quiere, tengo la intención de recordar a todos ante Nuestra Señora de Aparecida, invocando su maternal protección sobre sus hogares y familias. Y, ya desde ahora, los bendigo a todos. Gracias por la bienvenida (RC-RV)
Encontrar a los jóvenes y a los ancianos, sin ambos no hay futuro
La continuidad en el Pontificado con el Carisma de un Papa venido desde lejos

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 Hacerse custodios de los que son más frágiles un elemento que este lunes 22 de julio yendo con destino a la JMJ el Papa Francisco ha querido subrayar durante el vuelo que lo condujo a Río de Janeiro, Brasil, para recibir el abrazo de la multitud.

El binomio jóvenes y ancianos bien puesto en evidencia durante el vuelo de poco más de doce horas que lo llevó hasta la moderna metrópoli brasileña de Río de Janeiro, la Sede de la vigésimo octava JMJ y la necesidad de cuidar nuestras ancianas raíces sin las cuales, expresó, no hay futuro. El Papa nos regaló una idea más en este invaluable regalo de su magisterio pontificio: Un pueblo tiene futuro, explicó en su encuentro con la prensa que lo acompañaba, si va adelante con los jóvenes y con su fuerza, pero también con los ancianos que no han dejado de darnos. Los ancianos tienen la sabiduría de la vida, de la historia y de la patria, la sabiduría de la familia, y de esto tenemos necesidad. “Voy a encontrar a los jóvenes en su tejido social con los ancianos”.

En la homilía pronunciada justamente en el día en el que el Papa Francisco asumió el ministerio petrino, que además era la Solemnidad de San José, esposo de la bienaventurada Virgen María y Patrono de la Iglesia Universal; el Santo Padre nos habló del significado de asumirnos el cuidado, los unos de los otros. Ya entonces se veía venir lo que perfila su gran magisterio y es su voluntad de llegar también a los que se encuentran en la periferia del corazón.

Fue a la famosa periodista mexicana Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa, vaticanista, decana al séquito de los viajes pontificios desde hace más de 30 años; a quien el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Padre Federico Lombardi, cedió la palabra para dar la bienvenida en nombre de sus internacionales colegas- al Papa Francisco, a quien le regaló una imagen de la Virgen de Guadalupe, la Patrona de las Américas, para que lo acompañe en sus viajes.

Al finalizar este encuentro “en el aire”, el Obispo de Roma pidió a los periodistas de ayudarlo y de colaborar con él en este viaje, por el bien de la sociedad, por el bien de los jóvenes, pero también por el bien de los ancianos, enfatizando que no los debemos olvidar.
Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui - Radio Vaticano

Papa Francisco: impulsar dignidad e integración de los jóvenes, en una sociedad unida con los mayores


RV.- (Con audio) RealAudioMP3 Tenemos que alentar la cultura del encuentro y borrar la cultura del descarte, alentó el Santo Padre Francisco, durante el vuelo rumbo a Río de Janeiro.Hablando con los periodistas que lo acompañan en este su primer viaje apostólico internacional, para la Jornada Mundial de la Juventud 2013, les expresó su gratitud, explicó el sentido de su viaje y su anhelo de encontrar a los jóvenes, alentando a una sociedad que sepa unir las fuerzas de la juventud con la experiencia y sabiduría de los ancianos. En un ambiente cordial, el Papa saludó a unos setenta representantes de los medios de comunicación, agradeciendo su compañía y bromeando señaló que no son - como alguien dijo - lobos feroces.

Luego el Obispo de Roma reflexionó sobre la difícil situación de tantos jóvenes en todo el mundo, lamentando las injusticias que se comenten contra la juventud, como cuando se les niega la posibilidad de trabajar...«Y del trabajo viene la dignidad de la persona: ganarse el pan ... Los jóvenes, en este momento, están en crisis. Y ... estamos acostumbrados a esta cultura del descarte: con los ancianos se hace demasiado a menudo. Y ahora incluso con tantos jóvenes sin trabajo, también para ellos llega la cultura del descarte» (CdM - RV)


Palabras del Papa durante el vuelo hacia Río de Janeiro:

«Este primer viaje es justo para encontrar a los jóvenes, pero encontrarlos no aislados de su vida: sino que quisiera encontrarlos en el tejido social, en la sociedad. Porque cuando aislamos a los jóvenes cometemos una injusticia: les quitamos su pertenencia. Los jóvenes tienen una pertenencia: una pertenencia a una familia, a una patria, a una cultura, a una fe...

¡Tienen una pertenencia y no debemos aislarlos! ¡Pero, sobre todo, no aislarlos de toda la sociedad! Ellos - ¡de verdad! – son el futuro de un pueblo: ¡eso es verdad! Pero no sólo ellos: ellos son el futuro porque tienen fuerza, son jóvenes, van hacia adelante.

Pero también en el otro extremo de la vida, las personas mayores, los ancianos son el futuro de un pueblo. Un pueblo tiene futuro si va adelante con todos, con los dos puntos: con la juventud, con la fuerza - porque la fuerza va adelante- y con los ancianos.... Creo que hacemos una injusticia con los ancianos: todos somos parte de la sociedad... ellos no han dejado de darnos algo importante, tienen la sabiduría, la sabiduría de la vida, la sabiduría de la historia, la sabiduría de la patria, la sabiduría de la familia, y de todo ello tenemos necesidad.

Y por eso digo que voy a encontrar a los jóvenes, pero en su tejido social, principalmente, con los ancianos... Es cierto que la crisis mundial no hace cosas buenas para los jóvenes. Leí la semana pasada, el porcentaje de jóvenes sin trabajo: imagínense que corremos el riesgo de tener una generación que nunca ha tenido un trabajo ... Y del trabajo viene la dignidad de la persona: ganarse el pan ... Los jóvenes, en este momento, están en crisis. Y ... estamos acostumbrados a esta cultura del descarte: con los ancianos se hace demasiado a menudo. Y ahora incluso con tantos jóvenes sin trabajo, también para ellos llega la cultura del descarte. ¡Tenemos que cortar esta costumbre del descarte! ¿No? La cultura de la inclusión, la cultura del encuentro, debemos hacer un esfuerzo para incluir a todos en la sociedad! ?»


Papa Francisco peregrina a la JMJ de Río

(RV).- «Llego a Río en unas horas y mi corazón está lleno de gozo porque dentro de poco estaré con ustedes para celebrar la XXVIII JMJ». Es el tweet del Obispo de Roma, al empezar su peregrinación para la gran cita con jóvenes del mundo. Acompañado por las oraciones, que como él mismo ha pedido, se elevan en todo el mundo, el Papa Francisco emprendió este lunes su primer viaje apostólico internacional, rumbo a Río de Janeiro, con motivo de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud. El avión en el que está viajando el Santo Padre despegó poco antes de las nueve de la mañana, del aeropuerto romano de Fiumicino, para aterrizar, después de 12 horas y 15 minutos de vuelo, en Río.

(CdM – RV)

Por la cruz nos reconoceremos
¡Nosotros seguimos a Jesús!

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 “No tengan miedo, abran las puertas a Cristo”. No tengan miedo son las palabras que han recorrido el Pontificado de Juan Pablo II, de Benedicto XVI y ahora de Papa Francisco cuando con amor de padre nos dice que “no debemos tener miedo de la bondad, más aún ni siquiera de la ternura”.

El Sucesor de Pedro viaja a Brasil para encontrarse, como él quiere, con los jóvenes “no aislados de su vida sino insertos en un tejido social y en sociedad”. El hilo conductor de este espacio radiofónico retrospectivo del magisterio de Papa Francisco en el marco de la celebración de la JMJ Río 2013 es: Jóvenes, Cruz, temor, puertas y esperanza.

La Cruz símbolo de nuestra identidad acompaña desde hace 28 años la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. Juan Pablo II la entregó a los jóvenes en el marco de la clausura del Jubileo de la Redención, el 22 de abril de 1984, con las siguientes palabras: “Queridísimos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”.

Uno de los indicios que nos dan la pauta de lo que el Papa piensa y espera de los jóvenes Francisco nos lo dio hablando a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro; el 24 de marzo, en la celebración del Domingo de Ramos, y Jornada de la Juventud, cuando entrelazó su magisterio evocando tres palabras que perfilan la identidad de un cristiano y que no debemos perder de vista: Alegría, Cruz y Jóvenes. Así, nos diría en aquella ocasión: “No sean nunca hombres y mujeres tristes… Un cristiano jamás puede serlo. No se dejen vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús… está entre nosotros. Nos explicó que nuestra alegría nace –precisamente- del saber que con Él “nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles”. Además, el Papa Francisco nos invita a no escuchar la voz del enemigo, el diablo, tantas veces disfrazado de ángel, que insidiosamente nos dice su palabra. “No lo escuchen”, invita para más adelante recordarnos: “y por favor no se dejen robar la esperanza, no se dejen robar la esperanza, esa que nos da Jesús”.
Entonces, la Cruz de Cristo, signo de amor de Dios para con los hombres es la gran consigna en estos días. Ya lo indicaba el Sucesor de Pedro al inicio de su Ministerio pontificio, el 19 de marzo cuando nos dijo: “No debemos tener miedo de la bondad, más aun ni siquiera de la ternura”.
PLJR - @pjuregui - Radio Vaticano
22 de julio 2013


Cuánto camino recorrido desde entonces: 28 años de alegría, cruz y jóvenes
En retrospectiva: Inicia la JMJ en Río en el Año de la fe

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 "No pierdan la alegría de la juventud y no se dejen robar la esperanza. El futuro está en manos de ustedes y lo tienen que llevar adelante con alegría, trabajo y esperanza. El Señor los bendiga mucho. Y no se olviden de rezar por mí” transcribimos el audio con el emotivo saludo telefónico que el 13 de abril 2013, sin que nadie lo esperara, el Papa Francisco lanzó idealmente a todos los jóvenes, pero en aquella ocasión muy concreta a los 650 argentinos que visitaban el Seminario de Río Cuarto. Este, precisamente, es el audio que abre el espacio radiofónico que unimos a este texto de presentación.

En el apogeo de La vigésimo octava Jornada Mundial de la Juventud, Radio Vaticano produce una serie de espacios que nos ofrecerán la retrospectiva del camino andado a lo largo de estos 28 años, en esta ocasión tomados de la mano de quien conduce a los jóvenes católicos de todo el mundo a celebrar su importante encuentro con Cristo.
Palabras Clave: JMJ Río de Janeiro, Papa Francisco, Retrospectiva JMJ, Cruz,
Secciones: Iglesia, Jóvenes, Viajes apostólicos,

Producción: Patricia L. Jáuregui Romero @pjuregui - Radio Vaticano
22 de julio 2013
Inminente inicio de la JMJ: Papa Francisco a Santa María la Mayor para pedir la protección de la Virgen

(RV).- La tarde del sábado el Santo Padre Francisco se dirigió a la Basílica de Santa María la Mayor para pedir a la Virgen su protección ante el próximo viaje apostólico al Brasil, para los jóvenes que se reunirán en la Jornada Mundial de la Juventud de Rio de Janeiro y para todos los jóvenes del mundo.
El Papa llegó a la Basílica hacia las 16.45 (hora local), siendo acogido por el Cardenal Arcipreste Santos Abril y Castelló. El Obispo de Roma entró por la puerta lateral cerca de la Sacristía y de inmediato se dirigió a la Capilla donde se encuentra la imagen de la Virgen Salus Populi Romani y donde estaban reunidos los canónigos de la Basílica y la comunidad de los padres dominicanos. El Papa se detuvo en recogida oración ante el ícono mariano por media hora, luego depositó una ofrenda floral y encendió una vela con el logotipo de la inminente XXVIII Jornada de la Juventud de Rio de Janeiro.
Ya que la Basílica estaba abierta al público y estaban presentes numerosos fieles, antes de despedirse el Papa se detuvo ante el altar central, donde escuchó un breve saludo del Cardenal Arcipreste y dirigió luego unas palabras a los fieles, pidiendo también a ellos acompañarlo, “con la oración, con la confianza y con la penitencia” en su viaje al Brasil y en sus encuentros con los jóvenes de todo el mundo.
La visita duró algo más de una hora. A las 18 el Santo Padre regresó al Vaticano.
(RC-RV)








All the contents on this site are copyrighted ©.