La responsabilidad fraterna frente a la globalización de la indiferencia
(RV).- El padre Federico Lombardi, director de la Oficina de prensa de la Santa Sede,
al terminar la breve pero intensa visita del Papa a Lampedusa, hizo un balance muy
positivo de la misma, destacando el sentido de responsabilidad que el Papa ha dejado
en las conciencias respecto al tema de la inmigración del sur al norte del mundo.
Una invitación a la responsabilidad social, política y económica para vencer la indiferencia
frente al fenómeno migratorio.
(audio) El Papa se ha marchado
ya hace cinco minutos, con el avión y con el reducido séquito que lo acompañaba. El
mismo avión que lo había traído esta mañana. Todos estábamos allí presentes nos decíamos:
¡es la una, no ha terminado aún la mañana, y ha pasado todo este evento increíble,
muy denso, tan significativo e histórico en unas pocas horas! El Papa estaba muy conmovido
por la acogida de la gente de Lampedusa, incluso en las últimas palabras que dijo
antes de salir de la parroquia, y de ir al aeropuerto, dijo tan sólo cuatro palabras,
pero de nuevo con mucha intensidad, palabras de agradecimiento a los habitantes de
Lampedusa y los ha invitado a seguir siendo - digamos - un ejemplo también de acogida
y de responsabilidad hacia estas personas necesitadas que acuden a sus costas, en
sus casas.
Éste es sin duda el mensaje fundamental de este viaje. Esta mañana,
hablando un momento con el Papa en el barco, justo saliendo de Cala Pisana, dijo:
"Espero que entiendan el significado de este gesto”. Porque si uno llega a una isla
en el centro del Mediterráneo, en un día maravilloso, con toda la gente en fiesta,
también puede decir: "¿Qué es lo que ha venido a hacer el Papa?". ¡Ha sido un día
de fiesta con esta comunidad! Ciertamente lo ha sido. Pero en primer lugar para el
Papa era, y sigue siendo importante y significativo este gesto -como dijo en su homilía
- "de llorar por los que murieron en el camino hacia una mejor condición de vida";
de solidaridad con todos los que sufren en este mismo camino y de solidaridad y aliento
a todos aquellos que se dedican efectivamente a darles acogida para que puedan caminar
hacia una vida mejor; y de aliento también muy fuerte para aquellos que, incluso a
nivel de responsabilidad, puede tratar de crear las mejores condiciones para que esta
nueva vida, para estas personas que han sufrido tanto y el sufrimiento, se pueda realizar
de verdad. Esto es lo que el Papa ha pretendido hacer. Y la alegría del recibimiento
no nos debe, de ninguna manera, hacerlo olvidar. "Hemos entendido el mensaje, queremos
ponerlo y llevarlo a la práctica." Sí, por supuesto, es un día de gran fiesta cristiana,
de renovación en la conciencia. Pero no hay que olvidar el poder de la Liturgia, que
quería ser una liturgia de penitencia y de conversión, con muy fuertes mensajes a
la responsabilidad. Una homilía que se cerraba con preguntas muy fuertes a nuestra
conciencia y al mundo. Esto es lo que el Papa ha querido hacer con su viaje. Y es
"feliz de que el mensaje haya llegado a la gente.
Durante la breve parada de
descanso - por así decirlo -del almuerzo (comió muy poco, el Papa, de verdad ...los
sicilianos le habían preparado de todo, el Papa en cambio tomó 3 o 4 pequeñas cosas,
un sándwich y de nuevo dispuesto a partir. Así pues, su sencillez sigue siendo la
misma ...) Yo tuve la oportunidad de decirle, por los ecos y por el seguimiento de
la noticia, que su mensaje había calado, incluso a nivel internacional, con gran aceptación
y con gran atención. Esto sin duda le gustó: el sentido de misión cumplida con la
intensidad de esta mañana y que alcanza su objetivo de tocar las conciencias, despertar
la conciencia del mundo de hoy.
Luego, los momentos de emoción, de participación
han sido interminables. Han venido uno tras otro. El encuentro en el muelle, la llegada,
a Favarolo, con los inmigrantes; escuchando sus palabras, aquí el Papa ya hizo referencia
a su homilía. ¿Han visto la capacidad de respuesta, que tuvo ... Pedí que me mandaran
de un nuestro padre de Eritrea la traducción completa de lo que el joven le había
dicho y era una descripción muy sintética, pero muy impresionante de la cantidad de
riesgos y los sufrimientos en el viaje desde su país aquí. Los riesgos vividos con
las tribus de Eritrea y Sudán, que luego los transportaron al Sinaí, y después desde
el Sinaí a Libia y las violencias que sufrieron en este viaje, sobre todo las mujeres,
y luego las sumas enormes de dinero que solicitan a ellos y a sus familias para poder
hacer el viaje, y el hecho de que ahora ellos buscan, en todos los sentidos, de encontrar
un trabajo, no sólo en Italia, sino también en el extranjero - como decía el joven
- porque tienen una enorme deuda que pagar a aquellos que los han - digamos - "ayudado"
y explotados en este calvario. Una descripción sucinta, pero muy eficaz, con todos
los problemas de estos viajes desde los países de origen, hasta aquí. El Papa lo conocía
bien, incluso antes de venir aquí. Desde los primeros días de su pontificado, me acuerdo
que le había traído una carta de invitación del Centro Astalli que es el centro de
los jesuitas para los Refugiados en Roma: inmediatamente él reaccionó llamando al
responsable y le dijo "Tarde o temprano, no te preocupes, vendré a veros." Y aquí
podemos ver que, Lampedusa en realidad, ha permitido expresar de una forma aún más
inmediata y eficaz, para todo el mundo, esta vívisima participación del Papa y preocupación
por este tema.
Luego el Papa quedó muy impresionado, digamos también, de la
recepción que le hizo el obispo y la Iglesia de Agrigento. Todos los sacerdotes presentes
y no sólo de una manera cordial, sino que también participan en este frente de la
inmigración. Así pues una iglesia que es parte muy activa de este compromiso con la
acogida y la solidaridad con los inmigrantes.
Por tanto, tengo la impresión
de un balance muy positivo de la visita. Una mañana muy intensa que, en poco más de
cuatro horas, ha dado al mundo un verdadero testimonio, ¡que esperemos que quede!
Este es también el problema de estos eventos, por supuesto, que no pasen solo en un
día, sino que - digamos - vengan a formar parte de nuestra conciencia en profundidad.
Ésta sin duda es la esperanza del Papa. Pero creo que- hemos aprendido a conocerlo
y no le faltarán ocasiones para recordar estas cosas, y también con otros signos fuertes.
Después también, hay que hablar del sentido de la disponibilidad y el compromiso en
la organización de esta jornada, organizada en tan solo una semana... en el espacio
de cinco días. Así que todos han trabajado mucho: de los marineros, a las fuerzas
de seguridad, al alcalde, a los voluntarios, la Iglesia... Todos realmente se han
movilizado para que esta jornada culminara con su significado y su propósito. Y el
Papa de esto está muy agradecido. ER - RV