(RV).- (Audio)
Sí, ya sé que tus
ojos jóvenes ven muy bien. Pero aún con tus lindos ojos sanos, si no hay luz del sol
o artificial quedamos ciegos.
Pero tampoco el sol puede vencer “las sombras
de muerte” que quieren aprisionar y sepultar tu alma y la mía, en esa “procesión que
va por dentro”. Necesitamos una luz interior más fuerte todavía que la del sol.
¿Con
qué luz iluminamos esa procesión que va por dentro, en lo más profundo de tu existencia
y la mía?, ¿con que luz atravesaremos intactos las sombras de muerte que nos acosan,
las del sufrimiento y la injusticia, esas que la luz natural del sol ni la artificial
no pueden iluminar?
¡La fe es luz! Pero ¿en qué creemos? Creemos que Jesús
resucitado nos acompaña hoy con la fuerza del amor victorioso que late en el corazón
para atravesar las sombras de muerte. Jesús nos explica las cosas de Dios. Y a Él,
el testigo fiel, que dio su vida por ti y por mí, le creemos. Creemos que podemos
vencer con él las sombras de muerte.
En el corazón de la familia católica arde,
brilla la luz de la fe que recibimos de nuestros mayores; la luz cálida de la fe ilumina
y reúne a la familia en su peregrinación.
La luz de la fe es un bien para la
sociedad, es la fuerza de la Evangelización. Una Evangelización caracterizada por
el testimonio, es decir, por el salir de sí mismo ayudado con la luz de la fe, a las
periferias existenciales, para abrazar y besar la carne de Cristo en el que sufre.
“¡Cuantos hombres y mujeres han recibido luz de las personas que sufren!” afirma Papa
Francisco.
María de Nazaret, icono de la fe, nos ayuda a sentirnos en el hogar
de la familia peregrina y a mirar con los ojos de Jesús.
¿Con que luz afrontas
tus sombras existenciales?
En el año de la fe y a los 50 del Concilio Vaticano
segundo Francisco, obispo de Roma, como padre de familia, maestro y guía espiritual,
universal nos entrega la encíclica “La luz de la Fe”.