“La seguridad es el Egipto de la esclavitud”. El Papa el martes en Santa Marta
(RV).- (Audio y video) El cristiano está
llamado a ser valiente en la propia debilidad. Los dijo el Papa Francisco en la Misa
de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa afirmó que, a veces, debemos reconocer
que somos débiles y por lo tanto debemos huir sin nostalgia del pecado, sin mirar
hacia atrás. En la Misa, concelebrada por el cardenal Manuel Monteiro de Castro y
mons. Beniamino Stella, participó un grupo de sacerdotes y colaboradores del Tribunal
de la Penitenciaria Apostólica y un grupo de la Pontificia Academia Eclesiástica.
Actuar con lentitud, mirar hacia atrás, tener miedo, son tentaciones. Hay
que dirigirse al Señor, a la gracia del Espíritu Santo. En su homilía, el Santo Padre
reflexionó sobre las Lecturas de hoy deteniéndose en cuatro “posibles actitudes en
las situaciones de conflicto, en las situaciones difíciles”. La primera es aquella
de la “lentitud” de Lot. Él, observó el Papa, estaba decidido a dejar la ciudad antes
que fuese destruida, pero lo hace lentamente. El ángel lo conmina a huir, pero en
él existe la “incapacidad de despegarse del mal, del pecado”. Nosotros, agregó, queremos
salir, estamos decididos,” pero hay algo que nos hace volver atrás, regresar” y así
pasa con Lot que se pone hasta a negociar con el ángel:
“Es tan difícil cortar
con una situación pecaminosa. ¡Es difícil! También ante una tentación, ¡es difícil!
Pero la voz de Dios nos dice esta palabra: ‘¡Huye! No puedes luchar, porque el fuego,
el azufre te matarán. ¡Huye!’. Santa Teresita del Niño Jesús nos enseñaba que algunas
veces, en algunas tentaciones, la única solución es huir y no tener vergüenza de huir;
reconocer que somos débiles y que debemos huir. Y nuestro pueblo en su sencilla sabiduría
lo dice un poco irónicamente: ‘Soldado que huye, sirve para otra guerra’. Huir para
ir adelante en el camino de Jesús”.
El ángel, insta luego a “no mirar hacia
atrás”, huir y mirar adelante. Aquí, dijo el Pontífice, hay el consejo a vencer la
nostalgia del pecado. Pensemos en el Pueblo de Dios en el desierto, subrayó: “Tenía
todo, las promesas, todo”. Sin embargo, “tenía nostalgia de las cebollas de Egipto”
y esta “nostalgia le hacía olvidar que esas cebollas las comían sobre la mesa de la
esclavitud”. Tenía la “nostalgia de regresar, regresar”. Y el consejo del ángel, observó
el Papa, “es sabio: ¡No mirar hacia atrás! ¡Ve adelante!”. No debemos hacer como la
esposa de Lot, debemos “cortar toda nostalgia, porque también existe la tentación
de la curiosidad”:
“Ante el pecado, huir sin nostalgia. La curiosidad no sirve,
¡hace mal! ‘Pero, en este mundo tan pecaminoso, ¿cómo se puede hacer? ¿Cómo será este
pecado? Yo quisiera conocer...’. No, ¡déjalo! ¡La curiosidad te hará mal! ¡Huir y
no mirar hacia atrás! Somos débiles, todos, y debemos defendernos. La tercera actitud
es sobre la barca: es el miedo. En el mar hubo una gran agitación, la barca se cubrió
por las olas ‘¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!’ Dicen. ¡El miedo! También esa es
una tentación del demonio: tener miedo de ir adelante en el camino del Señor”.
Existe
la tentación de “mejor quedarse allí”, donde estoy seguro. “Pero esto – advirtió
- ¡ es el Egipto de la esclavitud!”. Tengo “miedo de ir adelante – recalcó el Santo
Padre – tengo miedo de dónde me llevará el Señor”. Pero el miedo “no es un buen consejero”.
Jesús , agregó, “lo ha dicho tantas veces: ‘¡No tengan miedo!’. El miedo no nos ayuda”.
La cuarta actitud, subrayó Francisco , “es la gracia del Espíritu Santo”. Cuando Jesús
hace regresar la calma sobre el mar borrascoso, los discípulos en la barca están maravillados.
“Siempre, ante el pecado, ante la nostalgia, ante el miedo”, afirmó, debemos dirigirnos
al Señor:
“Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da la maravilla,
tan bella, de un nuevo encuentro con el Señor. ‘Señor, tengo esta tentación: quiero
permanecer en esta situación de pecado; Señor, tengo la curiosidad de conocer cómo
son estas cosas; Señor tengo miedo’. Y ellos miraron al Señor: ‘¡Sálvanos Señor, estamos
perdidos!’ Y vino el estupor del nuevo encuentro con Jesús. No somos ingenuos ni cristianos
tibios, somos valientes, con coraje. Nosotros somos débiles, pero debemos ser valientes
en nuestra debilidad. Y tantas veces nuestro coraje debe expresarse en una huida y
en no mirar hacia atrás, para no caer en la nostalgia equivocada. ¡No tener miedo
y mirar siempre al Señor!” (MZ-RC,RV)