Orar: Insistir hasta volverse inoportunos. El Papa el lunes en Santa Marta
(RV).- (Audio y video) Debemos orar con coraje
al Señor, también con insistencia como hizo Abraham. Lo dijo esta mañana el Papa Francisco
durante la Misa en la Casa de Santa Marta. El Papa observó que orar es también “negociar
con el Señor”, volverse hasta inoportunos como nos enseña Jesús. En la Misa, concelebrada
por el cardenal Kurt Koch y por mons. Brian Farrell, participaron, entre otros, un
grupo de sacerdotes y colaboradores del Pontificio Consejo para la Promoción de la
Unidad de los Cristianos.
Abraham habla al Señor con coraje e insistencia
para defender a Sodoma de la destrucción. El Papa Francisco desarrolló su homilía
partiendo de la Primera Lectura de hoy observando que “Abraham es un valiente y ora
con valor”. Abraham, dijo el Papa, “siente la fuerza de hablar cara a cara con el
Señor y trata de defender aquella ciudad”. Y lo hace con insistencia. En la Biblia,
constató el Santo Padre, se recuerda que “la oración debe ser valiente”:
“Cuando
hablamos de coraje siempre pensamos en el coraje apostólico, ir a predicar el Evangelio,
estas cosas… Pero existe también el valor ante al Señor. Aquella parresia ante el
Señor: ir al Señor con valor para pedirle cosas. Esto hace un poco sonreír, está bien
pero hace reír porque Abraham habla con el Señor en una manera especial, con este
coraje y uno no sabe: si estamos ante un hombre que reza o ante un ‘comerciante fenicio’,
porque regatea el precio, va, va… E insiste: de cincuenta logra bajar el precio a
diez. Él sabía que no era posible. Sólo había un justo: su nieto, su sobrino… Pero
con aquel coraje, con aquella insistencia, ¡iba adelante!”.
A veces, puntualizó
el Papa, se recurre al Señor para “pedir algo por una persona”, se pide esto y aquello
y después uno se olvida. “Pero aquella – advirtió el Papa – no es oración”, porque
“si quieres que el Señor conceda una gracia, debes ir con valor y hacer aquello que
hizo Abraham con su insistencia”. El Obispo de Roma recordó que es el mismo Jesús
quien nos dice que debemos orar como la viuda con el juez, como aquel que va de noche
a tocar la puerta del amigo. Con insistencia: “Jesús nos lo enseña así ”. Y de hecho,
observó, Jesús elogia a la mujer sirio-fenicia que con insistencia pide la curación
de su hija. Insistencia, afirmó el Pontífice, también si esta nos agota, y “es verdaderamente
agotador”. Pero esto, dijo, “es una actitud de la oración”. Santa Teresa, recordó,
“habla de la oración como un negociar con el Señor” y esto “es posible sólo cuando
hay familiaridad con el Señor”. “Es agotador, es verdad – repitió – pero ésta es la
oración, esto es recibir una gracia de Dios”. El Papa subrayó el argumento que Abraham
utiliza en su oración: “Toma los argumentos, las motivaciones del mismo corazón de
Jesús”:
“¡Convencer al Señor con las virtudes propias del Señor!¡Eso es
bello! La exposición de Abraham va al corazón del Señor y Jesús nos enseña lo mismo:
‘El Padre sabe las cosas. El Padre – no se preocupen – manda la lluvia sobre los justos
y sobre los pecadores, el sol para los justos y para los pecadores’. Con aquel argumento
Abraham va adelante. Yo me detendré aquí: orar es negociar con el Señor, también volverse
inoportuno con el Señor. Orar es alabar al Señor por sus cosas bellas y pedirle que
nos mande esas cosas bellas. Y si Él es tan misericordioso, tan bueno, ¡que nos ayude!”
“Yo
– concluyó Francisco - quisiera que todos nosotros, durante la jornada, por cinco
minutos, no más, tomemos la Biblia y leamos lentamente el Salmo 102”, recitado hoy
entre las dos Lecturas:
“‘Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser
bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura…’. Y con esto aprenderemos las cosas que debemos decir
al Señor cuando pidamos una gracia. ‘Tú que eres misericordioso, Tú que perdonas,
concédeme esta gracia’: como hizo Abraham y como hizo Moisés. Vayamos adelante en
la oración, valientes, y con estos argumentos que vienen directamente del corazón
de Dios”. (MZ, RC-RV)