La gracia es nuestra alegría y nuestra libertad: esto es un tesoro y una revolución
(RV).- (audio) Dio inicio este lunes
por la tarde en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Congreso eclesial de la diócesis
de Roma sobre el tema: "Cristo, nos eres necesario”. La responsabilidad de los bautizados
en el anuncio de Jesucristo”. Abrió los trabajos, el Papa Francisco, muy aplaudido,
que antes de entrar se detuvo a saludar a cientos de fieles que siguieron el evento
desde el exterior a través de pantallas gigantes.
"Yo no me avergüenzo del
Evangelio" fue el título de la catequesis del Obispo de Roma, a quien el cardenal
vicario Agostino Vallini renovó la fidelidad en el Magisterio, reiterando el compromiso
actual de evangelización de la Diócesis.
En un clima de alegre fiesta y meditación,
a la vez, el Santo Padre explicó qué significa vivir bajo la gracia y que relación
tiene con la evangelización. “La gracia -dijo- es nuestra alegría y nuestra libertad.
Somos libres porque Jesús nos ha liberado y vivimos bajo la gracia de ser hijos de
Dios. Esto es un tesoro, una revolución.
“Una revolución para transformar
la historia, una revolución que cambia profundamente el corazón humano. Las revoluciones
de la historia han cambiado la vida política, económica, pero ninguna de ellas ha
cambiado realmente el corazón del hombre. La verdadera revolución, la que transforma
la vida, la cumplió Jesucristo por medio de su Resurrección: la Cruz y la Resurrección.
Y Benedicto XVI, de esta revolución, decía que "es la mutación más grande en la historia
humana."
“¡Un cristiano, si no es revolucionario, en este momento, no es
cristiano!” -prosiguió el Santo Padre. “Debe ser revolucionario por la gracia! Sólo
la gracia que el Padre nos da a través de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado
nos hace revolucionarios.
“Porque cambia el corazón. El profeta Ezequiel
dijo: "Voy a tomar ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne". Y esta es
la experiencia que vive el Apóstol Pablo: después de haber encontrado a Jesús en el
camino a Damasco, cambia radicalmente su perspectiva de la vida y recibe el bautismo.
¡Dios transforma su corazón! Piensen en esto: de perseguidor, uno que perseguía a
la Iglesia y a los cristianos, se convierte en un santo, un cristiano hasta la médula,
en un verdadero cristiano!”
“¡Todos somos pecadores, todos! Pero la gracia
de Jesucristo nos salva del pecado, si aceptamos la gracia de Jesucristo. Cambia nuestro
corazón y de pecadores nos hace santos”. El Papa Francisco dijo que el amor es la
fuerza más poderosa para la transformación de la realidad, ya que rompe las paredes
del egoísmo y colma las zanjas que nos mantienen lejos de los demás”. Y este es el
amor que viene de un corazón de piedra que se ha convertido en un corazón de carne,
un corazón humano. Lo hace la gracia, la gracia de Jesucristo, que todos hemos recibido.
“¿Alguien
sabe cuánto cuesta la gracia? ¿Dónde se vende la gracia? ¿Dónde puedo comprar la gracia?
Nadie sabe decirlo: no. ¿Voy a comprarla a la secretaria parroquial, tal vez ella
vende, la gracia? ¿Algún sacerdote vende, la gracia? Oigan con atención esto: la gracia
no se compra y no se vende, es un don de Dios en Jesucristo. Jesucristo nos da la
gracia. Él es el único que nos da la gracia. Es un regalo: nos la ofrece a nosotros.
Tomémosla. Esto es hermoso. El amor de Jesús es así: nos da la gracia gratuitamente.
De forma gratuita. Y nosotros debemos darla a los hermanos, a las hermanas, gratuitamente.”