Jesuita Guillermo Ortiz. Responsable de los Programas en lengua española de Radio
Vaticano RV.- (Audio) Papa Francisco recibe
a mucha gente -a veces 100 personas en un día. Escucha, responde, comparte las preocupaciones
de los otros y las suyas. El Papa sabe muchas cosas, como lo que dijeron los cardenales
en las Congregaciones Generales antes del Cónclave, por ejemplo, el pedido unánime
de la reforma de la curia.
Algunos se preguntan si el Papa que sabe y dice
muchas cosas ¿entiende también que lo dicho en reuniones privadas y a personas singulares,
puede salir y de hecho sale y se conoce también fuera de la comunidad católica?
Pienso
que, en algunos casos, debemos superar la tentación de contar lo que hablamos con
el Papa. Es difícil no sacar de contexto palabras de una conversación privada; que
no puedan ser interpretadas de modo distinto. Pero también entiendo que si el Obispo
de Roma quiere que algo se conozca es por un bien. Por ejemplo, para una mayor transparencia.
Se acusó y acusa a la iglesia de tapar, ocultar, de hacer lo contrario de curar, sanar,
limpiar; que requiere siempre un diagnóstico preciso y muchas veces “cortar por lo
sano”. Francisco no oculta los problemas. El Papa comparte también preocupaciones
viejas de la Iglesia, que son suyas ahora. Pablo VI dijo en su tiempo que el humo
de Satanás había entrado en la Iglesia. Antes de ser Papa, Ratzinger afirmó que en
la Iglesia había mucha suciedad.
Más allá de nuestra mayor o menor prudencia
y discreción para difundir lo dicho por el Papa, cuando Francisco habla, da también
un mensaje para que pensemos. Si dice: “¡Sí!, este problema existe, veremos qué se
puede hacer”, por una parte comparte una preocupación como padre de una familia grande
y por otra, hace saber que conoce el tema y que tiene la voluntad de hacer cambios,
que tomará decisiones. Mientras tanto, al compartir una preocupación que después se
hace pública, está dando una oportunidad al corrupto o al que hace daño para que cambie;
se convierta. Es una actitud de misericordia. Y esto no se logra callando u ocultando
y necesita tiempo. Estamos en un proceso, un cambio de mentalidad donde aparece no
sólo la capacidad de conducción, sino también la sabiduría del Sucesor de Pedro.
Nos
ayuda a Pensar antes de Actuar
Algunos buscan en las palabras de Francisco
decisiones inmediatas. Algo así como: si dijo que san Pedro no tenía un banco, seguro
cerrará el IOR. Buscan decisiones escondidas en las palabras y simplemente Francisco
está pensando; reflexiona en voz alta, comparte.
Más allá de la “cola de paja”
de algunos, entiendo que algo muy bueno y lindo de Francisco es que nos hace pensar.
Sí, Francisco nos ayuda a pensar sobre cómo entendemos y vivimos vos y yo la vida
cristiana.
Antes de decidir y actuar hay que pensar, escuchar, reflexionar,
discernir. Y el Obispo de Roma en este tiempo escucha, consulta, pregunta, dice. Escucha
el evangelio del día, por ejemplo, lo piensa, lo reflexiona y comparte su pensamiento
con los presentes en la misa de santa Marta o en los encuentros y audiencias privadas
o públicas. Tenemos que distinguir entre la explicación que puede dar sobre los fundamentos
de una decisión importante y los distintos elementos que forman parte de un discernimiento,
de una reflexión o el desarrollo de un pensamiento compartido.
Como arzobispo
de Bs. As., Bergoglio puso a la arquidiócesis “en estado de asamblea”, para “crecer
en una nueva actitud desde el ejercicio del diálogo que permita no sólo el aporte
e intercambio sino fundamentalmente el discernimiento”. “Poner la Arquidiócesis en
estado de Asamblea será en este momento lograr una actitud que nos permita vivir un
estilo de Iglesia en la que podamos discernir los signos de los tiempos y dar respuesta
a su debido tiempo”. Es, de algún modo, lo que en la espiritualidad ignaciana se llama
“discernimiento comunitario”. El estilo de Francisco es el diálogo, tanto cuando hace
preguntas o responde las del auditorio, como cuando al interno de una homilía integra
lo que otra persona podría pensar o sentir distinto frente al tema.
Me parece
que es muy bueno y lindo aprovechar este momento de diálogo participativo, donde la
escucha, el pensamiento en conjunto, la creatividad, están a la base de las decisiones
y acciones. Antes o después las decisiones llegan.
La invitación de “ir adelante
con libertad” y “sin miedo”, al Consejo del Sínodo de los obispos” el 13 de junio,
me parece algo más que un saludo. Es un programa.