Papa Francisco: «Juan XXIII faro luminoso para el camino que nos espera»
(RV).- «Obediencia y paz».
Con el lema episcopal del Beato Juan XXIII, el Papa Francisco destacó la figura pastoral
y paterna de su predecesor. Ante la tumba de Pedro, que es el hogar de todos los católicos
del mundo, como dijo el mismo, el Santo Padre encontró a un numeroso grupo de la diócesis
italiana de Bérgamo, en el 50 aniversario de la muerte de Angelo Giuseppe Roncalli.
«Un
hombre capaz de transmitir paz; una paz natural, serena, cordial; una paz que con
su elección al Pontificado se manifestó al mundo entero y recibió el nombre de la
bondad», reitero el Papa Francisco, haciendo hincapié en que Juan XXIII, se demostró
un eficaz constructor de relaciones y un válido promotor de unidad, dentro y fuera
de la comunidad eclesial, abierto al diálogo con los cristianos de otras Iglesias,
con exponentes del mundo judío y musulmán y con tantos otros hombres de buena voluntad.
En realidad, el Papa Juan transmitía paz porque tenía un ánimo profundamente pacificado,
él se había dejado pacificar por el Espíritu Santo:
«Quien perderá la propia
vida por mí, la salvará» nos dice Jesús (Lc 9,24). Aquí se encuentra la verdadera
fuente de la bondad del Papa Juan, de la paz que difundió en el mundo, aquí se encuentra
la raíz de su santidad: en esta su obediencia evangélica.
Y ésta es la enseñanza
para cada uno de nosotros, pero también para la Iglesia de nuestro tiempo: si sabemos
dejarnos conducir por el Espíritu Santo, si sabemos mortificar nuestro egoísmo para
dejar espacio al amor del Señor y a su voluntad, entonces encontraremos la paz, entonces
sabremos ser constructores de paz y difundiremos paz a nuestro alrededor. A cincuenta
años de su muerte, la guía sapiente y paterna del Papa Juan, su amor a la tradición
de la Iglesia y la consciencia de su constante necesidad de actualización, la intuición
profética de la convocación del Concilio Vaticano II y la ofrenda de su propia vida
por su buen logro, quedan como piedras miliares en la historia de la Iglesia del siglo
XX y como un faro luminoso para el camino que nos espera.