2013-05-30 14:27:03

El Estado es laico, pero la sociedad no lo es



(RV).- (audio) RealAudioMP3 Fue presentado este miércoles en Roma, en el Instituto patrístico Agustinianum, el volumen “Cristianos en la sociedad del diálogo y de la convivencia (Libreria Editrice Vaticana), que recoge una serie de charlas impartidas por el arzobispo de Barcelona, cardenal Lluís Martínez Sistach, entre 1986 y 2012. El cardenal, recordando la contribución fundamental de la Iglesia en la sociedad, aborda la cuestión de la laicidad: "Es necesario - según el arzobispo de Barcelona - distinguir entre lo que es" Estado laico "y lo que es “una sociedad secular". No se puede ignorar que la laicidad del Estado está al servicio de una sociedad pluralista, en la esfera religiosa. Mientras una sociedad laica, comporta la negación social del fenómeno religioso o, al menos, el derecho a vivir la fe en su dimensión pública. Lo cual es contrario a la laicidad del Estado".
Según el purpurado, "la Iglesia, lejos de cerrarse en sí misma renunciando a la acción, debe mantenerse viva y aumentar su dinamismo. Los cristianos deben dar respuestas positivas y convincentes a las preguntas y expectativas de las personas”. “Si sabemos hacerlo bien -explicó el cardenal Martínez Sistach-, la Iglesia rendirá un gran servicio a nuestros países”. La sociedad pluralista en que vivimos quiere encontrar el "lugar" característico de los cristianos y de la Iglesia en esta nueva situación socio-cultural, sin que ello suponga la pérdida de su identidad". Claro, "la Iglesia no puede pretender imponer a los demás su propia verdad.
“La importancia de la vida social y pública de la fe cristiana tiene que evitar una hegemonía cultural: la verdad se propone, pero no se impone”, dijo el cardenal. Pero esto no significa que la Iglesia no deba ofrecer a la sociedad, el "anuncio del Evangelio". "La presentación del mensaje de Jesús, de una clara y verdadera -según el cardenal Martínez Sistach- es la tarea prioritaria de la Iglesia en nuestra sociedad”. En este sentido, "no debería molestar a nadie la voz profética de la Iglesia sobre la vida familiar, social y política, incluso cuando va en contracorriente respecto a la opinión pública”. Nuestro conformismo privaría a la sociedad de una antigua sabiduría que hemos recibido de lo alto y que ha estado presente y activa en las raíces de nuestra antropología y de nuestra historia”.
Finalmente, según el cardenal, "el Estado no puede ignorar la existencia del fenómeno religioso en la sociedad. Pretender que el Estado laico deba actuar como si este hecho religioso, incluso como cuerpo social organizado, no existiera, equivale a situarse a los márgenes de la realidad. El problema fundamental del laicismo, que excluye del ámbito público la dimensión religiosa, consiste en el hecho que se trata de una concepción de la vida social que piensa y quiere organizar una sociedad que no es la sociedad real. La fe o la no creencia son objeto de una decisión que los ciudadanos deben cumplir en la sociedad, especialmente en una sociedad culturalmente pluralista en relación con la religión. El Estado es laico, pero la sociedad no lo es".
ER RV








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