(RV).- (Con
audio) ¿Se puede cambiar
de vida, aún con heridas fatales?
Absorbidos por la maciza multitud de 400
mil peregrinos en las Jornadas de los Movimientos el 18 y 19 de mayo, continúan resonando
hoy, en los corazones, los testimonios de personas a los que la fe en Jesús les cambió
completamente la vida; testigos de la acción del Amor de Dios.
Dijo uno: “Sentí
que algo había cambiado dentro mío, que el Señor me llamaba”. Una mujer: “Estuve en
la droga, en la calle, intente suicidarme cinco veces, hasta que encontré al Señor”.
Un joven expresó: “la clave fue que la comunidad de fe me recibió con mucha caridad;
me aceptó sin juzgarme. Era yo el que estaba lleno de prejuicios”.
Varias personas
contaron su historia de cambio de vida, obrado por el Señor a pesar de que estaban
en una situación límites sin posibilidades naturales de regreso a una vida normal. En
esta situación sintieron la presencia de Dios, entraron a una iglesia a rezar o se
encontraron con una comunidad de fe que los recibió de modo particular, con la misericordiosa
ternura de los brazos del Padre Dios, y hoy tienen una vida nueva.
Para otros
se trata del descubrimiento de algo más, de un llamado de Dios, como es el caso del
mismo Papa Francisco, que dijo que después de una confesión sintió que algo había
cambiado dentro de él.
Pero queda claramente de manifiesto, a través de estos
testimonios, de gente común y corriente, por decir así, que Dios actúa en los corazones;
que Dios toca los corazones con su presencia en la comunidad de creyentes.
Por
eso también hoy retumba en muchos corazones la pregunta de Papa Francisco: ¿Estamos
abiertos a las sorpresas de Dios? ¿0 nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu?