El problema no es ser pecadores, el problema es no dejarse transformar en el amor:
el Papa el viernes en Santa Marta
(RV).- (Audio) Es este en resumen
el mensaje del Papa en su homilía de la misa que presidió esta mañana en la Casa de
Santa Marta. Participaron en la celebración un grupo de empleados de los Museos Vaticanos.
Al centro de la homilía, estuvo el Evangelio en el que Jesús resucitado por tres veces
pregunta a Pedro si lo ama. “Es un dialogo de amor, entre el Señor y su discípulo”,
explicó el Santo Padre, que recorrió la historia de los encuentros de Pedro con Jesús:
desde aquel primer “Sígueme” ,hasta darle el nombre nuevo: “Te llamarás Cefas, Piedra”
o sea su misión - subrayó- aunque si “Pedro no había entendido nada … la misión existía”.
Luego, cuando Pedro lo reconoce como el Cristo e inmediatamente después dice no al
camino de la cruz, con Jesús que responde: “ ¡ Aléjate, Satanás!” y “él acepta esta
humillación”. Pedro – afirmó el Papa – a menudo “ se creía un valiente”, en el
Getsemaní es “fogoso” y “toma la espada” para defender a Jesús, pero lo reniega tres
veces. Y cuando Jesús lo fija con aquella mirada “tan bella” - notó Francisco - Pedro
llora. “ En estos encuentros Jesús va madurando el alma de Pedro, el corazón de Pedro”,
lo hace madurar en el amor. Así cuando Pedro escucha que Jesús le pregunta por tres
veces: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”, se avergüenza, porque se acuerda cuando
por tres veces había dicho no conocerlo:
“Pedro se quedó dolorido que por tercera
vez se le preguntase '¿Me amas?'. Este dolor, esta vergüenza … Un gran hombre, este
Pedro… pecador, pecador. Pero el Señor hace sentir, a él y también a nosotros, que
todos somos pecadores. El problema no es ser pecadores: el problema es no arrepentirse
del pecado, no tener vergüenza de aquello que hemos hecho. Ese es el problema. Y Pedro
tiene esta vergüenza, esta humildad, ¿no? El pecado, el pecado de Pedro, es un hecho
que con el gran corazón que tenía Pedro, lo lleva a un encuentro nuevo con Jesús,
a la alegría del perdón”.
El Señor no abandona su promesa, cuando le había
dicho “Tu eres piedra”, y ahora le dice: “Apacienta mi rebaño”:
“Pero Pedro
era pecador, pero no corrupto, ¿eh? Pecadores, sí, todos: corruptos, no. Una vez supe
de un sacerdote, un buen párroco que trabajaba bien; fue nombrado obispo, y él se
avergonzaba porque no se sentía digno, tenía un tormento espiritual. Y fue a confesarse.
El confesor lo escuchó y le dijo: ‘Pero no te asustes. Si después de lo que hizo Pedro,
lo han hecho Papa, ¡tú sigue adelante!’. Es que el Señor es así. El Señor es así.
El Señor nos hace madurar con tantos encuentros con Él, también con nuestras debilidades,
cuando las reconocemos, con nuestros pecados …”.
Pedro “se dejó moldear” por
los “tantos encuentros con Jesús” y esto - afirmó el Papa – “ nos sirve a todos nosotros,
porque estamos en el mismo camino”. “Pedro es un valiente” – recalcó el Pontífice
– no “porque sea un valiente” sino porque “es noble, tiene un corazón noble, y esta
nobleza lo lleva al llanto, lo lleva a ese dolor, a esa vergüenza y también a asumir
su labor de apacentar el rebaño”:
“Pidamos hoy al Señor que este ejemplo de
la vida de un hombre que se encuentra continuamente con el Señor y el Señor lo purifica,
lo hace más maduro con estos encuentros, nos ayude a ir adelante, buscando al Señor
y encontrándolo, realizando un encuentro con Él. Pero más que esto es importante dejarnos
encontrar por el Señor: Él siempre nos busca, Él siempre está cerca de nosotros. Pero
tantas veces, miramos hacia otro lado porque no tenemos ganas de hablar con el Señor
o de dejarnos encontrar con el Señor. Encontrar al Señor, pero es más importante dejarse
encontrar por el Señor: esta es una gracia. He aquí la gracia que nos enseña Pedro.
Pidamos hoy esta gracia. Así sea”. (RC-RV)