(RV).- (Con audio) Espacio y tiempo
convergen hoy en un Kairos, es decir: un tiempo justo y oportuno, un tiempo
de Dios.
Se rompe la línea continua, lógica, secuencial de kronos, que
tanta veces no es más que una pesada inercia en un espacio cerrado.
En este
tiempo se da espacialmente, territorialmente, una estrecha cercanía que no tiene precedentes
en la cronología.
El Obispo de Roma, por ejemplo, dejaba espacio al sucesor
con su muerte. Mientras que con su renuncia, Benedicto XVI se convirtió en obispo
emérito. Así, Francisco sucede como obispo de Roma a un obispo vivo que hoy continua
viviendo en el Vaticano a pocos pasos de Francisco.
En el día de hoy, con Francisco
y Benedicto en el mismo espacio, el obispo Tawadros II, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa
Copta de Egipto visita al obispo de Roma. La Sede de Pedro y la Sede de Marcos se
abrazan, ratificando la declaración de 1988 que comulga la misma fe en Jesús, después
de siglos de incomprensiones y desconfianzas.
Antes del encuentro formal del
10 de mayo, Francisco y Tawadros II se encontraron casualmente, porque Tawadros II
es huésped en Santa Marta, la casa donde habita Francisco. Hay una ruptura en el
tiempo lineal y el espacio cerrado para dar lugar al encuentro, porque nuestro Dios
bueno llama siempre a la puerta para hacer nuevas todas las cosas siempre. Pide la
respuesta madura, libre, conciente; el vencerse a sí mismo; la renuncia a los propios
intereses, convertirse a Jesús que pide “que todos sean uno para que el mundo crea”. ¿También
este Kairos es un “efecto Francisco”?
Encuentros que superan rupturas
caracterizan este tiempo nuevo de la Iglesia.