Cristo viene para traernos la misericordia de Dios que salva, recordó Francisco
(RV).- (Con Audio) «Invito a todos a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece
con misericordia y paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres»,
fue la exhortación en lengua española del Obispo de Roma, en su Audiencia General
de esta semana. Alentando a confiar en el Señor y a responder al don de su amor con
una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y el amor, animó a no tener miedo
del juicio final, viviendo mejor el presente. Y concluyó su catequesis en italiano
con estas palabras: «Dios nos ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para
que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres y en los pequeños, para que nos
comprometamos con el bien y estemos vigilantes en la oración y en el amor. Que el
Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, pueda reconocernos como siervos
buenos y fieles».
El jesuita Guillermo Ortiz presenta la catequesis de Francisco
en español:
Papa: la vida
no se tiene para guardarla, se tiene para entregarla. Se pide estar preparados para
el encuentro en el regreso de Cristo
En su catequesis del miércoles 24 de abril,
ante más de 80 mil peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Obispo de Roma
reflexionó sobre tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una
de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús «de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos». En este marco Francisco expresó que el tiempo
de la espera, es el tiempo que Jesús otorga antes de su venida final. Hablando
a los jóvenes les dijo: “¡No entierren sus talentos! La vida no se tiene para guardarla
para uno mismo, se tiene para entregarla”. Afirmó que “en la parábola del juicio
final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados
en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados”,
y que “lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver
los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos;
se trata de ser vigilantes para no dormirnos, para no olvidarnos de Dios”. Invitó
a todos “a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece con misericordia y paciencia,
para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres”.
jesuita Guillermo
Ortiz - RV
Texto completo de las palabras del Papa en español:
Queridos
hermanos y hermanas: Deseo reflexionar sobre tres textos del Evangelio que ayudan
a entrar en el misterio de una de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús
«de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos». En la parábola de las
diez vírgenes, el Esposo que las jóvenes esperan con las lámparas de aceite es el
Señor. El tiempo de la espera, es el tiempo que otorga Él antes de su venida final.
En la parábola de los talentos, se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que
se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado.
Queridos jóvenes, ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado
cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos talentos! La vida no se
tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla. En la parábola del
juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados
en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados.
No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados
para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva
la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos,
para no olvidarnos de Dios. ******** Saludo cordialmente a los peregrinos de
lengua española, en particular al grupo de la Arquidiócesis de Córdoba, Argentina,
así como a los provenientes de España, Colombia, México y los demás países latinoamericanos.
Invito a todos a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece con misericordia y
paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres. Muchas gracias.
(CdM
- RV)
Traducción completa del texto de la catequesis del Papa en italiano
Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
en el Credo profesamos que Jesús "de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos". La historia humana comienza
con la creación del hombre y la mujer a imagen y semejanza de Dios y concluye con
el juicio final de Cristo. A menudo nos olvidamos de estos dos polos de la historia,
y sobre todo la fe en el regreso de Cristo y en el juicio final a veces no está tan
clara y sólida en el corazón de los cristianos. Jesús durante su vida pública, a menudo
ha reflexionado sobre la realidad de su venida final.
Sobre todo recordamos
que, con la Ascensión, el Hijo de Dios ha llevado al Padre nuestra humanidad que Él
asumió y quiere atraernos a todos hacia sí mismo, llamar a todo el mundo para ser
recibido en los brazos abiertos de Dios, para que, al final de la historia, toda la
realidad sea entregada al Padre. Hay, sin embargo, este "tiempo intermedio” entre
la primera venida de Cristo y la última, que es precisamente el momento que estamos
viviendo. En este contexto se coloca la parábola de las diez vírgenes (cf. Mt 25,1-13).
Se trata de diez muchachas que esperan la llegada del Esposo, pero tarda y ellas se
duermen. Ante el repentino anuncio de que el Esposo está llegando, todas se preparan
para recibirlo, pero mientras cinco de ellas, prudentes, tienen el aceite para alimentar
sus lámparas, las otras, necias, se quedan con las lámparas apagadas, porque no lo
tienen, y mientras buscan al Esposo que llega, las vírgenes necias encuentran cerrada
la puerta que conduce a la fiesta de bodas. Llaman con insistencia, pero es demasiado
tarde, el esposo responde: no os conozco. El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera
de su llegada es el tiempo que Él se nos da, con misericordia y paciencia, antes de
su llegada final, tiempo de la vigilancia; tiempo en que tenemos que mantener encendidas
las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad, donde mantener abierto nuestro
corazón a la bondad, a la belleza y a la verdad; tiempo que hay que vivir de acuerdo
a Dios, porque no conocemos ni el día, ni la hora del regreso de Cristo. Lo que se
nos pide es estar preparados para el encuentro: preparados a un encuentro, a un hermoso
encuentro, el encuentro con Jesús, que significa ser capaz de ver los signos de su
presencia, mantener viva nuestra fe, con la oración, con los Sacramentos, estar atentos
para no caer dormidos, para no olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos dormidos
es una vida triste, ¿eh?, no es una vida feliz. El cristiano debe ser feliz, la alegría
de Jesús... ¡No se duerman!
La segunda parábola, la de los talentos, nos hacen
reflexionar sobre la relación entre la forma en que usamos los dones recibidos de
Dios y su regreso, cuando nos pedirá cómo los hemos utilizado (cf. Mt 25,14-30). Conocemos
bien la historia: antes de salir de viaje, el dueño da a cada siervo algunos talentos
para que sean bien utilizados durante su ausencia. Al primero le entrega cinco, dos
al segundo y uno al tercero. Durante su ausencia, los dos primeros siervos multiplicar
sus talentos - se trata de monedas antiguas, ¿verdad? -, Mientras que el tercero prefiere
enterrar su propio talento y entregarlo intacto a su dueño. A su regreso, el dueño
juzgar su trabajo: alaba a los dos primeros, mientras que el tercero viene expulsado
fuera de la casa, porque ha mantenido oculto por temor el talento, cerrándose sobre
sí mismo. Un cristiano que se encierra dentro de sí mismo, que oculta todo lo que
el Señor le ha dado... es un cristiano...¡no es un cristiano! ¡Es un cristiano que
no agradece a Dios todo lo que le ha dado! Esto nos dice que la espera del retorno
del Señor es el tiempo de la acción. Nosotros somos el tiempo de la acción, tiempo
para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para
la Iglesia, para los otros, tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en
el mundo. Y sobre todo hoy, en este tiempo de crisis, es importante no encerrarse
en sí mismos, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales,
materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, tener
cuidado de los demás. En la plaza, he visto que hay muchos jóvenes. ¿Es verdad esto?
¿Hay muchos jóvenes? ¿Dónde están? A ustedes, que están en el comienzo del camino
de la vida, pregunto: ¿Han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado
en cómo se pueden poner al servicio de los demás? ¡No entierren los talentos! Apuesten
por grandes ideales, los ideales que agrandan el corazón, aquellos ideales de servicio
que harán fructíferos sus talentos. La vida no se nos ha dado para que la conservemos
celosamente para nosotros mismos, sino que se nos ha dado, para que la donemos. ¡Queridos
jóvenes, tengan un corazón grande! ¡No tengan miedo de soñar cosas grandes!
Por
último, una palabra sobre el parágrafo del juicio final, donde viene descrita la segunda
venida del Señor, cuando Él juzgará a todos los seres humanos, vivos y muertos (cf.
Mt 25,31-46). La imagen utilizada por el evangelista es la del pastor que separa las
ovejas de las cabras. A la derecha se sitúan los que han actuado de acuerdo a la voluntad
de Dios, que han ayudado al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, el
enfermo, el encarcelado, el extranjero. Pienso en los muchos extranjeros que hay
aquí en la diócesis de Roma. ¿Qué hacemos con ellos? Mientras que a la izquierda están
los que no han socorrido al prójimo. Esto nos indica que seremos juzgados por Dios
en la caridad, en cómo lo hemos amado en los hermanos, especialmente los más vulnerables
y necesitados. Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que somos justificados,
que somos salvados por la gracia, por un acto de amor gratuito de Dios que siempre
nos precede. Solos no podemos hacer nada. La fe es ante todo un don que hemos recibido,
pero para dar fruto, la gracia de Dios siempre requiere de nuestra apertura a Él,
de nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene para traernos la misericordia
de Dios que salva. Se nos pide que confiemos en Él, de responder al don de su amor
con una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y el amor.
Queridos
hermanos y hermanas, no tengamos nunca miedo de mirar el juicio final; que ello nos
empuje en cambio a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece con misericordia y paciencia
este tiempo para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres y en los pequeños,
para que nos comprometamos con el bien y estemos vigilantes en la oración y en el
amor. Que el Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, pueda reconocernos
como siervos buenos y fieles. Gracias.