(RV).- (Con audio) Los Obispos de la
Conferencia Episcopal Argentina, tras celebrar su 105ª Asamblea plenaria, hicieron
público el pasado 20 de abril un Mensaje al pueblo de Dios con motivo de la próxima
Beatificación del Cura Brochero.
Tras recordar que están viviendo tiempos muy
especiales como Iglesia y como argentinos, destacan que el próximo 14 de septiembre,
en el marco del Año de la fe, vivirán la alegría de la beatificación del Padre Brochero,
mientras ya tuvieron la gracia de la beatificación de la Hna. María Crescencia Pérez,
religiosa argentina, y el gozo de que un hermano fuera elegido por Dios como Obispo
de Roma y Pastor Universal.
De la figura del próximamente nuevo beato destacan
que no fue un cristiano triste. Sino que sabía de la alegría que da Jesús y la quería
contagiar. Por eso al visitar a la gente en sus casas, les decía: “Aquí vengo a darles
música”. La música de saberse amados por Dios”. Por esta razón, los prelados argentinos
escriben que hoy la alegría del cielo que les transmite la beatificación del Padre
Brochero, permite multiplicar sus brazos, sus pies y su corazón, a través de cada
uno de ellos, invitándolos “a ser discípulos misioneros de Jesucristo”, tal como decía
este sacerdote nacido en Santa Rosa de Río Primero en 1840.
“Pastor dotado
de gran espíritu de sacrificio y extraordinaria caridad pastoral y social – escriben
los Obispos argentinos – sirvió a la gente más pobre del campo, compartió su vida
y promovió en ella la elevación humana y religiosa, especialmente a través de los
Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola”.
Y concluyen su mensaje a
los argentinos recordándoles que los tiempos los urgen, para que siguiendo el ejemplo
de los santos, experimenten “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
Mensaje de los obispos al santo pueblo
de Dios por la Beatificación del Cura Brochero
Queridos hermanos y hermanas:
Estamos
viviendo tiempos muy especiales como Iglesia y como argentinos. El próximo 14 de septiembre,
y en el marco del Año de la fe, viviremos la alegría de la beatificación del Padre
Brochero. Además, tuvimos gracia de la beatificación de la Hna. María Crescencia Pérez,
religiosa argentina, y el gozo de que un hermano nuestro fuera elegido por Dios como
Obispo de Roma y Pastor Universal.
José Gabriel del Rosario Brochero, un "Pastor
según el corazón de Dios…quien fue… ungido para ungir al pueblo fiel, un verdadero
Pastor con olor a oveja, al decir del Papa Francisco, nació en Santa Rosa de Río Primero
en 1840. Se formó en el Seminario de Córdoba y en 1869 fue destinado como cura párroco
a Traslasierra. Desde las Altas Cumbres, divisando el valle, vio que estaba todo por
hacer. Pastor dotado de gran espíritu de sacrificio y extraordinaria caridad pastoral
y social, sirvió a la gente más pobre del campo, compartió su vida y promovió en ella
la elevación humana y religiosa, especialmente a través de los Ejercicios Espirituales
de San Ignacio de Loyola.
La devoción del cura Brochero a la Virgen María,
con el profundo y cálido título de “Mi Purísima”, nos abre a su amor hondo y concreto,
muy atento a las necesidades de cada persona. Como la Virgen en las Bodas de Caná,
también Brochero supo decir a Jesús: “no tienen agua”, “no tienen educación”, “no
tienen caminos”, “no tienen medios acordes para encontrarse como hermanos y comercializar
sus productos...”. Y él hizo lo que Jesús dijo: ayudó a todos sus contemporáneos a
escuchar esa misma voz que abre las cataratas del amor de Dios y que se vuelca en
el amor concreto al hermano: abrió escuelas, fue pionero en abrir un colegio para
niñas, proyectó el ferrocarril, y entre todos hicieron caminos, acequias, diques,
telégrafos, y la misma Casa de Ejercicios. Durante su breve período en la ciudad de
Córdoba, nombrado capellán de la cárcel, veló con amor de padre por las necesidades
físicas y espirituales de sus hermanos privados de libertad.
Él no fue un cristiano
triste. Sabía de la alegría que da Jesús y la quería contagiar. Por eso al visitar
a la gente en sus casas, les decía: “Aquí vengo a darles música”. La música de saberse
amados por Dios. Hoy la alegría del cielo que nos transmite la beatificación del Padre
Brochero, le permite multiplicar sus brazos, sus pies, su corazón, a través de cada
uno de nosotros, y nos invita a ser discípulos misioneros de Jesucristo: “Si en mi
corazón no llevo la caridad, ni a cristiano llego”, decía él.
Brochero nos
anima, como bautizados, a salir a las fronteras, “de tal manera que la unción llegue
a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera
y valora”. A ir hacia los que no conocen el amor de Dios porque no se les ha anunciado
o porque la cruda realidad que les toca vivir les habla de que Dios pareciera estar
ausente de sus vidas. Nos invita a compartir con ellos que Dios los ama.
Por
eso, los obispos argentinos expresamos nuestro gozo y gratitud por el don de la vida
sacerdotal del Padre Brochero, modelo e intercesor, que reconocemos como una gracia
singular para la Iglesia en nuestra Patria. En una carta a su condiscípulo y amigo
obispo Yaniz, estando enfermo y con sus fuerzas físicas desgastadas, le decía: “Es
un grandísimo favor el que me hecho Dios Nuestro Señor en desocuparme por completo
de la vida activa y dejarme la ocupación de buscar mi fin, y de orar por los hombres
pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo”. ¡Cómo
no acudir a él con confianza!
Esta beatificación es una nueva llamada de Dios
para responder a la vocación a la santidad que todos recibimos en el bautismo. El
beato Juan Pablo II, al comienzo del nuevo milenio, expresó: “Preguntar quieres recibir
el bautismo es lo mismo que preguntar si quieres ser santo”. Y el Papa Benedicto XVI
nos recordaba que “Los santos no son representantes del pasado sino que constituyen
el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad. Son como las caras de un prisma,
sobre las cuales con matices distintos, se refleja la única luz que es Cristo”.
Queridos
hermanos, los tiempos nos urgen, para que siguiendo el ejemplo de los santos, experimentemos
la dulce y confortadora alegría de evangelizar.
Los Obispos de La Argentina 105ª
Asamblea plenaria de la CEA Pilar, 20 de abril de 2013.