El Cura Brochero amó a los pobres con el corazón de Cristo
(RV).- (Con audio) Los obispos argentinos,
cierran su Asamblea 105 con un mensaje dedicado a la beatificación del párroco de
Córdoba José Gabriel Brochero. La alegría mas grande de Brochero es conocer a Jesucristo
y darlo a conocer, dicen los obispos. Brochero es un don de Dios que nos interpela;
es maestro de vida para los sacerdotes, intercede por nosotros.
En este mensaje
los obispos argentinos citan palabras de Papa Francisco: “Al buen sacerdote se lo
reconoce por cómo anda ungido su pueblo; esta es una prueba clara… Nuestra gente agradece
el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega
a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad,
cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está
más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe… Así hay que salir a experimentar
nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento,
hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones”.
Los
obispos afirman después: “Con inmensa alegría y gratitud de corazón, los pastores
de Argentina podemos confesar que hemos conocido un pastor que ha vivido como un ungido
del Señor que ha ido hasta las periferias del mundo a experimentar el poder del Espíritu,
que nos es dado para anunciar a todos el Nombre de Jesús Salvador. Hoy, la Iglesia,
con una decisión de su magisterio confirma lo que el sentido de la fe de los fieles
ha percibido certeramente: el “Señor Brochero” es feliz -beato- porque ha creído y
ha vivido como signo e instrumento del Buen Pastor. Goza en el cielo de la gloria
de la Trinidad con María, los ángeles y los santos, intercede por nosotros y acompaña
nuestro peregrinar en la fe. No nos queda más que dar gracias a Dios y dejarnos evangelizar
por este hermano mayor, uno de nuestra tierra, que honra a la Iglesia de Dios en Argentina.”
jesuita
Guillermo Ortiz Fuente: CEA
Texto completo:
Brochero: hombre
de Dios para su pueblo Mensaje de los obispos a los presbíteros argentinos por
la beatificación del Siervo de Dios José Gabriel del Rosario Brochero
Queridos
hermanos sacerdotes:
1. La beatificación del Siervo de Dios José Gabriel del
Rosario Brochero es un regalo de la Providencia para la Iglesia en nuestra Patria
Argentina. Un verdadero acontecimiento de gracia en el Año de la Fe que estamos celebrando.
Con gratitud podemos decir: Dios ha visitado a su pueblo, ofreciendo en la persona
de Brochero un testigo creíble del Evangelio, un pastor según el corazón de Dios,
que nos inspira y alienta para la nueva evangelización.
2. Su figura ha ido
creciendo, cada vez más, en el alma de nuestro pueblo. La fama de su santidad le ha
permitido a la Iglesia proponerlo como modelo ejemplar de vida cristiana. De manera
especial, la santidad del “Cura Brochero” es un regalo para los pastores que, ungidos
por el mismo Espíritu que selló su alma, queremos servir al Pueblo de Dios en nuestra
Patria.
3. Por eso, los obispos argentinos, ante su inminente beatificación,
hemos pensado en ustedes, muy estimados presbíteros de Argentina, nuestros hermanos
y colaboradores inmediatos. Compartimos con ustedes el don precioso de la caridad
pastoral de Jesucristo. Nos ha surgido así el deseo de hacerles llegar una palabra
de aliento inspirada precisamente en la figura del “Cura Brochero”. Les confiamos
estas reflexiones esperando que sean provechosas, tanto para la reflexión personal
como en común. Pedimos al Señor que renueve en nosotros la pasión por el Evangelio
que animara al Siervo de Dios.
Un don de Dios que nos interpela
4. ¿Qué
nos dice la figura evangélica y sacerdotal de Brochero? ¿Qué luz proyecta sobre nuestra
vida y misión como pastores del Pueblo de Dios en este momento de nuestra historia?
5.
En estos años, y con ocasión del proceso de beatificación, hemos podido conocer mejor
los rasgos distintivos de su alma sacerdotal: su vida radicada en Dios, su amor a
Jesucristo, a la Palabra y a la Eucaristía; su celo apostólico, especialmente por
los más alejados y necesitados; la fortaleza y creatividad de un sacerdote que vivía
intensamente su vocación de párroco; la originalidad con que unió evangelización y
promoción humana; su tierna devoción a la Purísima; el testimonio elocuente de su
vida pobre y entregada; su capacidad de amistad con grandes y pequeños; su configuración
con Cristo paciente, sobre todo al final de sus días. Celebramos las iniciativas que
nos están ayudando a apreciar cada vez más la riqueza de su persona. Las agradecemos
y promovemos.
Brochero: maestro de vida para los sacerdotes
6. Un lugar
destacado en este camino lo ocupan los Encuentros Nacionales de Sacerdotes y de Seminaristas
teólogos que, cada tres años, se han realizado en Villa Cura Brochero. De esta manera,
los lugares brocherianos, el paisaje de Traslasierra y su gente se han vuelto familiares
para el clero argentino, incorporándose a su itinerario formativo. Para muchos de
nosotros, peregrinar a Brochero se ha convertido en una fuerte experiencia espiritual
en la que hemos podido reavivar el don recibido en la ordenación. El “Cura Brochero”
ha llegado a ser así un verdadero maestro de vida que sigue compartiendo con nosotros
lo que ha constituido el centro unificante de toda su vida: la persona de Jesucristo
y la unión transformante con Él. Brochero nos ha enseñado a permanecer en la contemplación
de Jesús, experimentándolo como Amigo, Maestro y Señor. La vida de oración de este
santo cura nos interpela a nosotros que, como él, hemos sido llamados para estar con
Jesús y predicar su Evangelio.
7. Estos encuentros nos han permitido también
tener una experiencia gozosa de la fraternidad que brota del sacramento del Orden.
El “Cura Brochero” ha sabido atraer y unir en torno a un mismo ideal a obispos y presbíteros
argentinos, tan diversos por procedencia, temperamento y situaciones culturales. En
Brochero hemos podido comprender mejor que el ministerio ordenado tiene una radical
forma comunitaria y sólo puede ser ejercido como una tarea colectiva. Brochero ha
sido un hombre de comunión, que ha vivido intensamente los múltiples vínculos que
definen la identidad presbiteral en la Iglesia y en el mundo. Ha sido un hombre de
obediencia apostólica, atento a la voz de Dios en las mediaciones eclesiales: en primer
lugar, su obispo y la Iglesia diocesana; pero también los demás presbíteros, los laicos,
los consagrados, incluso las concretas situaciones de vida. Como pastores sabemos
bien lo que esto significa para nuestras iglesias particulares: la misión apostólica
es una tarea compartida que nos involucra en primera persona a obispos y presbíteros
en el único Presbiterio diocesano. En Brochero, nos hemos sentido llamados a una profunda
conversión personal y pastoral para vivir decididamente la espiritualidad de la comunión.
Su
alegría más grande: conocer a Cristo y darlo a conocer
8. Pocas obras revelan
tan claramente el alma sacerdotal de Brochero como los Ejercicios Espirituales. Allí
está la Casa de Ejercicios, cuyas paredes siguen hablándonos del encuentro con Cristo
que el Siervo de Dios había experimentado y quería que los suyos vivieran como el
momento más importante de la vida. En el lenguaje de Aparecida: “Conocer a Jesús es
el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es
lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras
es nuestro gozo”. Un encuentro con Cristo que transforma la vida y hace de cada ejercitante
un “discípulo misionero” para sus hermanos. Conocemos bien los testimonios que nos
han llegado de esta opción evangelizadora del “Cura Brochero”. Conocemos también la
huella profunda que ha dejado en el alma religiosa de Traslasierra. De esa pasión
brotó una inagotable creatividad pastoral que, unida al ingenio criollo y a la perseverancia
del apóstol, fue el canal a través del cual el amor primero de Dios tocó y convirtió
los corazones más duros y cerrados.
Un párroco santo entre su gente
9.
Al tener noticia de su vida y recorrer los lugares brocherianos, no deja de sorprendernos
la elocuencia evangélica de este simple hecho: Brochero llegó a configurarse con Jesucristo
como cura párroco. En las condiciones ordinarias de la vida de un párroco de nuestra
tierra encontró la fuente de su santificación: una parroquia extensa, la confesión,
la Misa y la predicación, la visita a las familias y a los enfermos, la educación
de las nuevas generaciones, el servicio a los pobres, el trabajo codo a codo con laicos,
consagrados y otros presbíteros, etc. En lo cotidiano de su parroquia ha vivido la
caridad pastoral como “concentración de cada instante y de cada gesto en torno a la
opción fundamental y determinante de «dar la vida por la grey»”. Para Brochero, ser
párroco y ser misionero ha constituido una misma realidad. Ha vivido sencillamente
la esencial dimensión misionera del ministerio presbiteral. Este ardor apostólico
nos interpela. Hoy, anhelamos para nuestra Iglesia una fuerte conmoción que nos desinstale
y nos convierta en misioneros.
“Necesitamos que cada comunidad cristiana se
convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo”. Inspirados por
Brochero, y ante los complejos desafíos de hoy, los pastores de Argentina experimentamos
ese impulso evangelizador que viene del Espíritu. Nos sentimos llamados a salir, como
él lo hizo, a proclamar la gran esperanza que es Jesucristo, sobre todo, a los más
alejados.
10. La configuración con Jesús el Buen Pastor lo ha llevado a encarnarse
profundamente en los valores de la cultura de la gente serrana. Ha sabido así anunciar
a Jesucristo, la novedad de su Evangelio y de la vida cristiana con ese estilo pastoral
de alegría, entusiasmo y cercanía que nosotros anhelamos para nuestra evangelización.
También nosotros, como pastores, sentimos el desafío de una inserción profética en
nuestra cultura, “para sembrar en ella la semilla del Evangelio, es decir, para que
el mensaje de Jesús llegue a ser una interpelación válida, comprensible, esperanzadora
y relevante para la vida del hombre y de la mujer de hoy, especialmente para los jóvenes”.
Brochero, también en esto, ha abierto camino para nosotros.
Amó a los pobres
con el corazón de Cristo
11. Estas reflexiones sobre Brochero no pueden pasar
por alto un aspecto fundamental: su opción por los pobres sólidamente radicada en
Jesucristo. Por Él abrazó la pobreza como forma de vida. Por Él sirvió a los pobres,
la inmensa mayoría de sus feligreses, llevándoles el Evangelio que promueve la plena
dignidad del ser humano. Lo hizo sin resentimientos ni actitudes ideológicas o dialécticas.
Supo así interpelar oportunamente la conciencia de los poderosos desde Evangelio y
el bien común. Con ingenio y perseverancia procuró para los suyos aquel progreso que,
por entonces, estaba cambiando el rostro de la joven nación Argentina. Pero, sobre
todo, trató a los pobres como sujetos libres y responsables. Los promovió en su dignidad
de personas. Por eso, su servicio fundamental fue llevarlos al encuentro con Cristo,
para que delante de Él orientaran libremente su vida. Su ministerio pastoral entre
los encarcelados, por ejemplo, nos conmueve, edifica y provoca. Brochero nos marca
un camino: “Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo
lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo”. Como pastores compartimos el
anhelo del Concilio Vaticano II y de la Iglesia que peregrina en América latina y
el Caribe, recientemente expresado por el Santo Padre Francisco: comprometernos con
“una Iglesia pobre para los pobres”.
Transfigurado por la Pascua
12.
Hay un último aspecto que quisiéramos destacar contemplando la figura del “Cura Brochero”:
su identificación con la pascua de Jesucristo. La vida de todo bautizado y, de manera
particular la de un sacerdote, encuentra su sello de autenticidad en el sufrimiento
que es necesario padecer por el Evangelio. Lo sabemos muy bien por nuestra propia
experiencia: la misión es fecunda si es transformada por la Pascua. Así lo vivió Brochero,
que no solo experimentó diversas contrariedades en su ministerio, sino que, en la
enfermedad y el retiro de los últimos años, llegó a participar consciente y libremente
en la pasión de Cristo. Son conocidas las palabras que dirige a su condiscípulo, el
obispo Yañiz Martín: “Pero es un grandísimo favor el que me ha hecho Dios Nuestro
Señor en desocuparme por completo de la vida activa y dejarme con la vida pasiva,
quiero decir que Dios me da la ocupación de buscar mi último fin y de orar por los
hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo”.
Beato
Cura Brochero: intercede por nosotros
13. Los obispos de América latina y el
Caribe, en el Documento de Aparecida, han expresado uno de los anhelos más profundos
de la Iglesia del continente: “El Pueblo de Dios siente la necesidad de presbíteros-discípulos:
que tengan una profunda experiencia de Dios, configurados con el corazón del Buen
Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la Palabra de Dios,
de la Eucaristía y de la oración; de presbíteros-misioneros, movidos por la caridad
pastoral: que los lleve a cuidar del rebaño a ellos confiados y a buscar a los más
alejados predicando la Palabra de Dios, siempre en profunda comunión con su Obispo,
los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas y laicos; de presbíteros-servidores
de la vida: que estén atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en
la defensa de los derechos de los más débiles y promotores de la cultura de la solidaridad.
También de presbíteros llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento
de la reconciliación.”
14. El Siervo de Dios José Gabriel de Rosario Brochero
ha sido uno de esos buenos pastores, cuyo perfil ha sabido trazar con palabras incisivas
el Santo Padre Francisco: “Al buen sacerdote -decía- se lo reconoce por cómo anda
ungido su pueblo; esta es una prueba clara… Nuestra gente agradece el evangelio predicado
con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana,
cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina
las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a
la invasión de los que quieren saquear su fe… Así hay que salir a experimentar nuestra
unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento,
hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones.”
15.
Queridos hermanos presbíteros: con inmensa alegría y gratitud de corazón, los pastores
de Argentina podemos confesar que hemos conocido un pastor que ha vivido precisamente
así, como un ungido del Señor que ha ido hasta las periferias del mundo a experimentar
el poder del Espíritu, que nos es dado para anunciar a todos el Nombre de Jesús Salvador.
Hoy, la Iglesia, con una decisión de su magisterio confirma lo que el sentido de la
fe de los fieles ha percibido certeramente: el “Señor Brochero” es feliz -beato- porque
ha creído y ha vivido como signo e instrumento del Buen Pastor. Goza en el cielo de
la gloria de la Trinidad con María, los ángeles y los santos, intercede por nosotros
y acompaña nuestro peregrinar en la fe. No nos queda más que dar gracias a Dios y
dejarnos evangelizar por este hermano mayor, uno de nuestra tierra, que honra a la
Iglesia de Dios en Argentina.
Un saludo cordial a todos ustedes en este gozoso
tiempo de Pascua, encomendándonos unos a otros en la oración, la Eucaristía cotidiana,
la protección de la Purísima y la intercesión del nuevo beato.
Los obispos
argentinos 105º Asamblea plenaria de la CEA Pilar, 20 de abril de 2013