El estupor del encuentro con Cristo genera la verdadera paz, Francisco en su homilía
(RV).- El estupor del encuentro con Cristo fue el tema central de la breve homilía
del Papa durante la Misa que presidió ayer por la mañana en la capilla de la Casa
de Santa Marta donde reside, en la que participaron los empleados de la Tipografía
vaticana. Al término de la celebración, como es su costumbre, Francisco se recogió
en oración entre los últimos bancos de la capilla.
Teniendo en cuenta que
las lecturas del Jueves de la Octava de Pascua nos hablan del estupor: el estupor
de la gente por la curación del lisiado que realiza San Pedro en nombre de Cristo
y el estupor de los discípulos frente a la aparición de Jesús resucitado, el Papa
afirmó en su homilía:
“El estupor es una gracia grande, es la gracia que Dios
nos da en el encuentro con Jesucristo. Es algo que hace que nosotros estemos un poco
fuera de nosotros por la alegría… no es un mero entusiasmo”, como el de los partidarios
cuando gana su equipo deportivo”, sino que es “algo más profundo”. Es experimentar
el encuentro interior con Jesús vivo y pensar que no es posible: “Pero el Señor –
dijo el Papa – nos hace comprender que es la realidad. ¡Es bellísimo!”.
“Quizá
– prosiguió diciendo el Pontífice – es más común la experiencia contraria, aquella
que la debilidad humana y también las enfermedades mentales, o el diablo, hacen creer
que los fantasmas, las fantasías, sean la realidad: eso no es de Dios. De Dios es
esta alegría tan grande que uno no lo puede creer. Y nosotros pensamos: ‘¡No, esto
no es real!’. Esto es del Señor. Este estupor es el inicio del estado habitual del
cristiano”.
Y observó que ciertamente “no podemos vivir siempre en el estupor.
No, verdaderamente, no se puede. Pero es el inicio. Después, este estupor deja una
huella en el alma y el consuelo espiritual”. Es el consuelo de quien ha encontrado
a Jesucristo.
Por tanto, prosiguió el Santo Padre, después del estupor está
el consuelo espiritual y al final, “último escalón”, está la paz. “Siempre, un cristiano
– subrayó el Papa – incluso en las pruebas más dolorosas, no pierde la paz y la presencia
de Jesús” y “con un poco de valor” puede rezar: “Señor, dame esta gracia que es la
huella del encuentro contigo: el consuelo espiritual” y la paz. Una paz que no se
puede perder porque “no es nuestra”, es del Señor: la verdadera paz “no se vende ni
se compra. Es un don de Dios”, por tanto – concluyó Francisco – “pidamos la gracia
del consuelo espiritual y de la paz espiritual, que comienza con este estupor de alegría
en el encuentro con Jesucristo. Así sea”.