(RV).- (Con audio) El obispo de Roma
lavo los pies de 12 menores carcelados el jueves santo. Al inicio de su pontificado
habló de no tenerle miedo a la ternura. Y antes y después insistió en la necesidad
de salir a las periferias existenciales, como en la misa crismal de la mañana del
jueves con los sacerdotes en el santuario de san Pedro.
Coherente con su propia
invitación salió por la tarde hasta la cárcel de menores de Casal de Marmo, para celebrar
con ellos la Cena de Jesús. Cuando explicó a los menores internos el significado
de lo que Jesús quiere enseñar a sus discípulos cuando les lava los pies en la última
cena, Francisco les dijo: “¿Que significa esto? Que tenemos que ayudarnos uno a otro…
Me enojé con uno o con otra, pero dejo que pase. Olvídalo. Y si te pide un favor,
se lo haces… Esto lo hago yo ahora. Me gusta hacerlo porque así me lo ha enseñado
Jesús…”.
Es claro ya que se trata de un magisterio del gesto, del salir al
encuentro del otro en las periferias existenciales. Este magisterio se podría sintetizar
así: Jesús me enseña esto y por eso yo lo hago de corazón. Es un magisterio con palabras
sencillas y claras, que se reafirma, ratifica, confirma, explica con el testimonio
personal, con el gesto de ternura, con la caricia de amor, de servicio de Francisco.