Carta pastoral para la Semana Santa 2013 del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, ahora
Papa Francisco
(RV).- Salir, compartir y anunciar, el interés por los desvalidos, su preocupación
por los pobres, son solamente algunos de los conceptos que en la carta pastoral dirigió
el pasado 25 de febrero Papa Francisco, cuando todavía era el cardenal Jorge Mario
Bergoglio Arzobispo de Buenos Aires, escrita con motivo de la celebración de la
Semana Santa está dirigida a los párrocos y a todos los responsables de las comunidades
educativas. "La Semana Santa se nos presenta como una nueva oportunidad para desinstalar
un modelo cerrado de experiencia evangelizadora que se reduce a “más de lo mismo”
para instalar la Iglesia que es de “puertas abiertas” no porque sólo las abre para
recibir sino que las tiene abiertas para salir y celebrar, ayudando a aquellos que
no se acercan".
PLJR - @pjuregui - Radio Vaticano
TEXTO: A
los párrocos y responsables de comunidades educativas: Hace años que todos
trabajamos por lograr que la Iglesia esté en la calle tratando que se manifieste más
la presencia de Jesús vivo. Es el esfuerzo de vivir aquello que rezamos tantas veces
en la Misa “que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los
tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir
en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los
hombres, y así les mostremos el camino de la salvación”[1] En mayor o menor medida
muchas comunidades aceptaron ese desafío. Aparecida confirmó el camino y nos mostró
que, para que no sea un chispazo, necesitábamos una conversión pastoral. La necesitamos
continuamente porque muchas veces tenemos la tentación de volver a las cebollitas
de Egipto. Todos sabemos que la realidad de nuestras parroquias resulta acotada en
relación a la cantidad de personas que hay y a las que no llegamos. La Iglesia que
nos llama constantemente a una nueva evangelización nos pide poner gestos concretos
que manifiesten la unción que hemos recibido. La permanencia en la unción se define
en el caminar y en el hacer. Un hacer que no sólo son hechos sino un estilo que busca
y desea poder participar del estilo de Jesús. El “hacerse todo para todos para ganar
a algunos para Cristo” va por este lado.[2] Salir, compartir y anunciar,
sin lugar a dudas, exigen una ascesis de renuncia que es parte de la conversión pastoral.
El miedo o el cansancio nos pueden jugar una mala pasada llevándonos a que nos quedemos
con lo ya conocido que no ofrece dificultades, nos da una escenografía parcial de
la realidad y nos deja tranquilos. Otras veces podemos caer en el encierro perfeccionista
que nos aísla de los otros con excusas tales como: “Tengo mucho trabajo”, “no tengo
gente”, “si hacemos esto o aquello ¿quién hace las cosas de la parroquia?”, etc. Igual
que en el año 2000 quisiera decirles: Los tiempos nos urgen. No tenemos derecho a
quedarnos acariciándonos el alma. A quedarnos encerrados en nuestra cosita… chiquitita.
No tenemos derecho a estar tranquilos y a querernos a nosotros mismos… Tenemos que
salir a hablarle a esta gente de la ciudad a quien vimos en los balcones. Tenemos
que salir de nuestra cáscara y decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él,
para ella, y decírselo con alegría… aunque uno a veces parezca un poco loco. Cuántos
viejitos están con la vida aburrida, que no les alcanza, a veces, el dinero ni para
comprar remedios. A cuántos nenes les están metiendo en la cabeza ideas que nosotros
recogemos como gran novedad, cuando hace diez años las tiraron a la basura en Europa
y en los Estados Unidos, y nosotros se las damos como gran progreso educativo. Cuántos
jóvenes pasan sus vidas aturdiéndose desde las drogas y el ruido, porque no tienen
un sentido, porque nadie les contó que había algo grande. Cuántos nostálgicos, también
los hay en nuestra ciudad, que necesitan un mostrador de estaño para ir saboreando
grapa tras grapa y así ir olvidando. Cuánta gente buena pero vanidosa que
vive de la apariencia, y corre el peligro de caer en la soberbia y en el orgullo. ¿Y
nosotros nos vamos a quedar en casa? ¿Nos vamos a quedar en la parroquia, encerrados?
¿Nos vamos a quedar en el chimenterío parroquial, o del colegio, en las internas eclesiales?
¡Cuando toda esta gente nos está esperando! ¡La gente de nuestra ciudad! Una ciudad
que tiene reservas religiosas, que tiene reservas culturales, una ciudad preciosa,
hermosa, pero que está muy tentada por Satanás. No podemos quedarnos nosotros solos,
no podemos quedarnos aislados en la parroquia y en el colegio.[3] La Semana
Santa se nos presenta como una nueva oportunidad para desinstalar un modelo cerrado
de experiencia evangelizadora que se reduce a “más de lo mismo” para instalar la Iglesia
que es de “puertas abiertas” no porque sólo las abre para recibir sino que las tiene
abiertas para salir y celebrar, ayudando a aquellos que no se acercan. Con
estos pensamientos miro la próxima celebración de Ramos, es la fiesta del andar de
Jesús en medio de su pueblo siendo bendición para todos los que se encontraban a su
paso. Les ruego que no privaticemos la fiesta que es para todos y no para algunos.
La Arquidiócesis ha hecho la opción de celebrarla misioneramente el sábado por la
tarde, desde las columnas y puestos misioneros en las distintas Vicarías. Sin embargo
la adhesión es todavía muy pobre. Por eso les pido a los Párrocos y a los responsables
de los Colegios que convoquen y movilicen sus comunidades para ese momento fuerte
de fe y anuncio con la certeza de que la vida de nuestros fieles se renueva cuando
experimentan la belleza y alegría de acercarse a los hermanos para compartir la fe:
“es imposible que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin
convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia”.[4] Les agradezco
desde ya todo lo que hagan en este sentido. Con paternal afecto Card.
Jorge Mario Bergoglio s.j. 25 de febrero de 2013
Fuente:
P. Claudio Barriga Dominguez, director del Movimiento Eucarístico Juvenil MEJ