Solidaridad y paz para los cristianos de Tierra Santa
Actividades de la Santa Sede
(RV).- (Con audio) Hace algunos días
el cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales,
dirigió una carta a todos los obispos del mundo con vistas a la colecta en favor de
Tierra Santa que tradicionalmente tiene lugar el Viernes Santo. La carta está firmada
también por el secretario del dicasterio, el arzobispo Cyril Vasil, S.I., y tiene
como finalidad sensibilizar a toda la Iglesia en favor de Tierra Santa para que se
promuevan iniciativas especiales de oración y caridad fraterna en favor de los cristianos
de Jerusalén, Israel y Palestina, así como de los países circunstantes.
“La
compasión evangélica -escribe el cardenal- ayuda a comprender la necesidad de la Colecta
del Viernes Santo para sostener a los hermanos y hermanas que en los Lugares de la
Redención, junto a sus pastores, viven el misterio de Cristo, el Crucificado que ha
resucitado para la salvación de la humanidad. Es un deber antiguo que siempre satisface
cumplir por su singular connotación eclesial. Este deber, mientras se acerca la Pascua,
cobra particular actualidad y se hace expresión de la fe que la Iglesia, hoy guiada
por Benedicto XVI, revive intensamente en el 50 aniversario del Concilio Vaticano
II. Este Concilio la ha abierto aún más al mundo, arraigándola con mayor profundidad
en la tradición que parte de los orígenes del cristianismo. De estos orígenes la Tierra
Santa es testigo silencioso y custodio vivo gracias a las comunidades latinas de la
Diócesis Patriarcal de Jerusalén y de la Custodia Franciscana, como también gracias
a las comunidades Melquita, Maronita, Siria, Armenia, Caldea y Copta allí radicadas.
Pero, al mismo tiempo, es testigo de cómo pueblos enteros, hambrientos de dignidad
y justicia, han dado alas al sueño de una primavera de la que queríamos ver de inmediato
sus frutos, como si la esperada gran transformación fuese posible sin una renovación
de los corazones y sin asumir la responsabilidad hacia los pobres del mundo, en cuya
importancia todos nosotros concordamos.
Entre los primeros frutos de la sensibilidad
conciliar encontramos la Encíclica Pacem in terris del Beato Juan XXIII, la
cual suscita en este Año de la Fe una apremiante invocación de la paz, especialmente
para Siria, cuyos destinos se vierten en modo amenazador sobre el Próximo Oriente.
La
situación del Medio Oriente parece exigir cuanto propone la Encíclica Populorum
progressio, del Siervo de Dios Pablo VI. Ante la denuncia de las “carencias materiales
de los que están privados del mínimo vital” y de las “carencias morales de los que
están mutilados por el egoísmo”, el Romano Pontífice sugería no sólo *el aumento en
la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de
pobreza, la cooperación en el bien común, la voluntad de paz”, sino también “el reconocimiento,
por parte del hombre, de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente
y el fin . El Papa a tal objeto no dudaba en resaltar especialmente “la fe, don de
Dios acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad de la caridad de Cristo”.
Con la visión de la fe él cumplió en Tierra Santa, en 1964, el primero de sus viajes
apostólicos. El Beato Juan Pablo II se puso tras sus huellas en el año 2000, definiendo
su peregrinación como “un momento de fraternidad y de paz, que me gusta considerar
como uno de los dones más hermosos del acontecimiento jubilar y expresando “el sincero
augurio de una pronta y justa solución de los problemas aún abiertos en aquellos lugares
santos, tan queridos a la vez por los judíos, los cristianos y los musulmanes” (Novo
millennio ineunte, 13).
El Papa Benedicto nos ofrece ejemplos admirables
de esa misma mirada llena de compasión. Son prueba de ello la confortadora Visita
pastoral al Líbano del pasado septiembre para la publicación de la Exhortación Apostólica
Ecclesia in Medio Oriente; el constante recuerdo en sus mensajes al rezar el
Ángelus, en las audiencias, en sus discursos ante personalidades e instituciones;
la intención de la oración indicada a toda la Iglesia en enero de 2013: Para que las
comunidades cristianas de Medio Oriente, frecuentemente discriminadas, reciban del
Espíritu Santo la fuerza de la fidelidad y de la perseverancia; la invitación a dos
jóvenes libaneses maronitas para que escriban los textos del Vía Crucis del próximo
Viernes Santo.
Los cristianos que viven en Israel y Palestina, Chipre, Líbano,
Jordania, Siria, Egipto, formando en el sentido más amplio la Tierra de Jesús, deben
encontrar en nosotros esa misma mirada de fe.
Con agradecimiento y admiración
reconocemos todo lo que la generosa solicitud de los católicos ha realizado hasta
ahora, que ha permitido mantener los Lugares Santos y las comunidades que se reúnen
en ellos. Estas comunidades, junto a los institutos religiosos masculinos y femeninos,
ofrecen las primeras ayudas ante las catastróficas consecuencias causadas por la guerra
y ante cualquier otra emergencia. Las mismas, con una cualificada red pastoral, escolar
y sanitaria, se distinguen por su asistencia a las familias especialmente para salvar
la vida rechazada, acudiendo al cuidado de los ancianos, los enfermos y las personas
con discapacidad, a la atención de quien está sin trabajo y de los jóvenes que buscan
un futuro, obrando siempre en defensa de los derechos humanos, comprendida la libertad
religiosa. Si a esto se une el encomiable esfuerzo ecuménico e interreligioso, como
el puesto en obra para detener el incesante éxodo de los fieles desde su madre patria
oriental y la cercanía a los prófugos y a los refugiados, se comprende lo “específico
cristiano” que hace de aquella Región, más allá de todos sus sufrimientos, un Lugar
donde Dios es sin pausa glorificado para que bendiga a la humanidad.
La Congregación
para las Iglesias Orientales dirige, por tanto, con plena convicción, la llamada a
confirmar la caridad eclesial a favor de la Tierra Santa. Junto con el Papa, agradece
a los Pastores y a los fieles la oración y la fraterna solidaridad que querrán dar
a esta intención, unidos a la Cruz del Señor y participando del agradecimiento del
mismo Supremo Pastor a la Iglesia que en esa Región da prueba de un tan esforzado
testimonio y cuya fidelidad recuerda a todos las palabras del Resucitado: “Esto os
lo digo para que yo me goce en vosotros y vuestro gozo sea cumplido”, concluye el
texto.
El pasado 26 de febrero se hizo público un informe, elaborado por la
Custodia de Tierra Santa (provincia de la Orden de los Frailes Menores, encargados
de cuidar los Santos Lugares), en el que se detallan las obras realizadas gracias
a la colecta de 2012. Se han ejecutado numerosos trabajos de restauración y mantenimiento
de santuarios, iglesias y conventos de los Santos Lugares, por ejemplo en Belén, Jerusalén,
Nazaret, Magdala, Cafarnaúm, Monte Tabor y Monte Nebo. Otros trabajos han tenido como
finalidad mejorar la acogida a los peregrinos.
Una parte importante de los
fondos se ha destinado a obras en favor de los jóvenes en forma de becas para estudios
universitarios, ayudas a pequeñas empresas, construcción de viviendas, escuelas y
espacios deportivos para los niños. Las familias, las comunidades parroquiales y los
pobres constituyen otros destinatarios de las subvenciones, que también favorecen
instituciones culturales.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El
espacio “Actividades de la Santa Sede”, se transmite los martes en las emisiones informativas
de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.