(RV).- Mis queridos hermanos y amigos en
Cristo, después de una semana de encuentros entre cardenales, conocemos la fecha del
inicio del Cónclave, 12 de marzo. A simple vista, a nadie se le pasaría por la cabeza
que tal día tenga un significado especial, ni buscado ni intencionado, pero, más aún,
me atrevería a decir que nada casual. Lo digo porque cuando eres dócil al Espíritu,
puedes ir más allá de la superficie, de las meras coincidencias, de lo puramente racional.
Indagando en esta cuestión, recorriendo a forma de flashback la Historia de la Iglesia,
me encontré con 8 grandes acontecimientos que ocurrieron ese mismo día, 12 de marzo.
Pero como os decía, la fuerza del Espíritu me impulsaba a detenerme un instante para
fijarme en estos 8 grandes momentos de la historia de la Iglesia que paso a describir
brevemente.
En primer lugar, el 12 de marzo de 1878 vino al mundo una gran
santa italiana, muy querida, santa Gema Galgani, una de las primeras mujeres estigmatizadas
del siglo XX. Ella acostumbraba a decir: “Denme a Jesús…y verán qué buena seré. Tendré
un gran cambio. Nunca más cometeré un pecado. Dénmelo. Lo anhelo tanto, no puedo vivir
sin Él”. Como todos los santos, Gema fue probada en el sufrimiento hasta el final
de su vida, a los 25 años.
De una santa italiana mística pasamos a un santo
doctor de la Iglesia, no menos místico, el Papa san Gregorio I Magno, quien regresó
a la casa del Padre un 12 de marzo del año 604. Uno de los grandes Padres de la Iglesia
junto a san Jerónimo, san Agustín y san Ambrosio. No sólo es autor de la famosa Regla
Pastoral, sino que contribuyó a la evolución del canto gregoriano. Como nuestro querido
Papa emérito Benedicto XVI, gustaba de retirarse al monasterio; de hecho, se convirtió
en el primer monje de la orden de San Benito en alcanzar el papado al cual, por su
ejemplo de vida y su fortaleza espiritual, daría celebridad en todo Occidente.
No podemos olvidar que el 12 de marzo del 417, el Papa Inocencio I entregó su
alma al Padre. Gran amigo de san Juan Crisóstomo, se enfrentó al pelagianismo con
tanta autoridad y decisión que S. Agustín pronunció aquello de: Roma locuta, causa
finita (cuando Roma ha hablado, la causa está terminada).
Un cuarto acontecimiento
nos remite a una de las canonizaciones quizás más famosa de la Historia de la Iglesia,
la de los cinco magníficos. Cuatro españoles y un italiano: Ignacio de Loyola, Francisco
Javier, Teresa de Ávila, Isidro Labrador y Felipe Neri. Todos santos al mismo tiempo,
canonizados por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622. ¡Tres grandes fundadores!
San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús; Santa Teresa de Ávila, mística
doctora de la Iglesia, fundadora de la Orden de las Carmelitas descalzas; y san Felipe
Neri, fundador de la Congregación del Oratorio.
Por otro lado, recordemos aquella
memorable coronación papal que fue la primera en la que se realizó una filmación y
la primera coronación difundida en vivo por radio: la del Papa Pío XII, celebrada
el 12 de marzo de 1939. El Papa del Cuerpo Místico que nunca dejó de rezar el Rosario
cada día a la misma hora, tuvo el privilegio de promulgar el último dogma mariano,
la Asunción de María a los cielos, el 1 de noviembre de 1950.
Como músico,
no podía dejar de mencionar al gran organista y compositor francés, conocido por sus
sinfonías, Charles-Marie Widor. Falleció el 12 de marzo de 1937. Muy relacionado
con las ceremonias del Papa, pues su Toccata de la Sinfonía nº 5 es una de las más
sonadas al final de la ceremonia papal.
Y todavía restan dos grandes acontecimientos:
por un lado, la renuncia de Madre Teresa de Calcuta y, por otro lado, la Jornada del
Perdón con Juan Pablo II.
Fue el 12 de marzo de 1997, el último día que la
beata Madre Teresa de Calcuta estuvo como guía de la Congregación de las Hermanas
de la Caridad, pues al día siguiente presentó su renuncia. Fue reemplazada por sor
Nirmala.
Y he dejado para el final, por su sentido cuaresmal, la Jornada
del Perdón, celebrada el 12 de marzo de 2000, con nuestro querido Papa Magno, el beato
Juan Pablo II. De todas las ceremonias que nos regaló la Iglesia guiada por el Santo
Padre Juan Pablo II durante ese Gran Jubileo del Año 2000 que había iniciado la noche
de Navidad de 1999, con la apertura de la puerta santa de la Basílica de San Pedro,
una de las que tuvo mayor repercusión, dentro y fuera de la Iglesia, fue la Jornada
del Perdón. De ella destaco estas palabras del beato en su homilía memorable: “Como
Sucesor de Pedro, he pedido que "en este año de misericordia la Iglesia, persuadida
de la santidad que recibe de su Señor, se postre ante Dios e implore perdón por los
pecados pasados y presentes de sus hijos" (ib.). Este primer domingo de Cuaresma me
ha parecido la ocasión propicia para que la Iglesia, reunida espiritualmente en torno
al Sucesor de Pedro, implore el perdón divino por las culpas de todos los creyentes.
¡Perdonemos y pidamos perdón!”.
En conclusión, el Cónclave no puede tener
mejor comienzo. Que el Señor ilumine a todos los cardenales para la elección del nuevo
pontífice, según la voluntad de Dios. Amén.