REFLEXIONES EN FRONTERA Jesuita Guillermo Ortiz sj
Como otro Cristo,
el Papa
(RV).- (Audio) “Pasó haciendo el
bien” dice de Jesús el evangelio. Y como Vicario de Jesús, podemos decir igual de
Benedicto XVI durante su pontificado.
Jesús en el evangelio advierte a sus
discípulos que serán perseguidos, apresados, llevados a los tribunales a causa de
su nombre. Y que incluso habrá quienes matándolos por ser sus discípulos dan gloria
a Dios.
Veo al Papa Benedicto, desde el inicio de su papado, perseguido por
medios de difusión que lo apresaron en imágenes distorsionadas, que pretendieron matarlo
con slogans y desinformación, a tal punto, que me viene la imagen que el profeta Isaías
describe del servidor sufriente que da la vida por sus amigos y que después resulta
clave para comprender el núcleo del Evangelio de Jesús de Nazaret.
Allí el
profeta escribe: “no tenía apariencia ni presencia… Un hombre habituado al sufrimiento,
varón de dolores. Lo consideramos abandonado de Dios…” Y afirma: sin embargo el cargó
con los pecados de muchos y en sus llagas fuimos curados”.
Benedicto, sin apariencia
ni presencia -mediática ciertamente- cargó sobre sí tantos graves pecados y errores
de la Iglesia misma. Y asumió con claridad y valentía la defensa de la dignidad de
la persona y el bien de la familia humana toda, sin otras armas que la verdad humilde
de la fe.
Jesús en su momento afirma: “Cuando sea levantado en alto, es decir
en la cruz, atraeré a todos hacia mí”, y vemos hoy al Papa Benedicto expuesto ante
todas las miradas del mundo; ante las ávidas cámaras y micrófonos, especialmente en
las vísperas de su renuncia al Pontificado. Hoy la decisión coherente, sabia, valiente,
humilde del bueno y gran Benedicto nos transparenta a Jesús crucificado. Por eso,
aquello que para los ojos del mundo sin fe, parece un rotundo fracaso, para la fe
de nuestro Papa y de la Iglesia, es el camino de la cruz de Jesús, conocido y aceptado
libre y voluntariamente, que Jesús hace hacia la victoria de la resurrección. Pero
no solamente para la propia resurrección, sino también para la resurrección de la
Iglesia. Es indudablemente una cuestión de fe.