2013-02-26 18:59:37

Como otro Cristo, el Papa


REFLEXIONES EN FRONTERA
Jesuita Guillermo Ortiz sj

Como otro Cristo, el Papa

(RV).- (Audio) RealAudioMP3 “Pasó haciendo el bien” dice de Jesús el evangelio. Y como Vicario de Jesús, podemos decir igual de Benedicto XVI durante su pontificado.

Jesús en el evangelio advierte a sus discípulos que serán perseguidos, apresados, llevados a los tribunales a causa de su nombre. Y que incluso habrá quienes matándolos por ser sus discípulos dan gloria a Dios.

Veo al Papa Benedicto, desde el inicio de su papado, perseguido por medios de difusión que lo apresaron en imágenes distorsionadas, que pretendieron matarlo con slogans y desinformación, a tal punto, que me viene la imagen que el profeta Isaías describe del servidor sufriente que da la vida por sus amigos y que después resulta clave para comprender el núcleo del Evangelio de Jesús de Nazaret.

Allí el profeta escribe: “no tenía apariencia ni presencia… Un hombre habituado al sufrimiento, varón de dolores. Lo consideramos abandonado de Dios…” Y afirma: sin embargo el cargó con los pecados de muchos y en sus llagas fuimos curados”.

Benedicto, sin apariencia ni presencia -mediática ciertamente- cargó sobre sí tantos graves pecados y errores de la Iglesia misma. Y asumió con claridad y valentía la defensa de la dignidad de la persona y el bien de la familia humana toda, sin otras armas que la verdad humilde de la fe.

Jesús en su momento afirma: “Cuando sea levantado en alto, es decir en la cruz, atraeré a todos hacia mí”, y vemos hoy al Papa Benedicto expuesto ante todas las miradas del mundo; ante las ávidas cámaras y micrófonos, especialmente en las vísperas de su renuncia al Pontificado.
Hoy la decisión coherente, sabia, valiente, humilde del bueno y gran Benedicto nos transparenta a Jesús crucificado. Por eso, aquello que para los ojos del mundo sin fe, parece un rotundo fracaso, para la fe de nuestro Papa y de la Iglesia, es el camino de la cruz de Jesús, conocido y aceptado libre y voluntariamente, que Jesús hace hacia la victoria de la resurrección. Pero no solamente para la propia resurrección, sino también para la resurrección de la Iglesia. Es indudablemente una cuestión de fe.








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