(RV).- (Audio)
Como la denuncia de
Juan Bautista en el desierto es tan fuerte y grande, es un profeta gigante, sin embargo
cuando habla de Jesús dice: “es necesario que yo disminuya para que él crezca”, con
plena conciencia de que él es solamente un testigo, la voz de aquel que bautiza con
el fuego del Espíritu.
Cuando Juan está encarcelado por enrostrar la verdad
a los que viven mal y hacen daño a la gente, Jesús dijo a sus discípulos que Juan
es el más grande en el reino de los cielos. Entiendo que la grandeza de Juan Bautista
es la conciencia en la fe de lo que él es, porque sabe que el verdaderamente grande
es Dios.
Esta conciencia y afecto que están en el núcleo del mandamiento principal,
se percibe en la decisión de Benedicto XVI de renunciar el ministerio Petrino el 28
de febrero.
Lejos de ser una derrota, la renuncia del bueno y gran Papa Benedicto,
es una victoria más de la fe humilde; de la conciencia, en la fe, de que Dios es verdaderamente
el más grande; de que el verdadero protagonista de la transformación del mundo roto
es Jesús, que bautiza en el fuego del Espíritu de amor y perdón; una victoria de la
conciencia de que la fe de Pedro en Jesús hijo de Dios es el corazón de la familia
católica y que la misión del Sucesor de Pedro es guiar a la familia católica según
esta fe, como una misión recibida y no como un poder acaparado.
Benedicto acepta
haber disminuido en sus fuerzas físicas y pasa la herencia a tiempo, para que Cristo
siga creciendo en la fe de la familia católica con un nuevo Papa con más vigor.