El Señor cuida al justo, los malvados son paja que se lleva el viento
(RV).- «¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en
el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se
complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!». Ante la presencia de
Benedicto XVI y de sus colaboradores de la Curia Romana, el Cardenal Gianfranco Ravasi,
reflexionó, este jueves por la tarde, con el Salmo 1, sobre «el sabor de la felicidad»,
«luz del amanecer», que ilumina, después de las «noches» del pecado y de la ausencia
de Dios.
El purpurado señaló que tantas veces quedamos envueltos por la necia
estupidez y vulgaridad, que el mundo de los medios masivos de comunicación prefiere,
como en estos días, intentando que las ‘habladurías’ prevalezcan sobre la verdad,
mientras que el hombre sabio encuentra su alegría en la ley del Señor. Es como un
árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas
hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien:
«Este árbol,
que nos permite enriquecernos de frutos, es el árbol de la Cruz. Y el Sabio que está
en él y que nos alimenta es Cristo. Por lo que, nosotros con el bautismo, con las
aguas del arroyo del Bautismo, somos partícipes - idealmente – de esa Sabiduría y
de esa Cruz».
Sapiencia y belleza, el Cardenal Ravasi meditó sobre estas dos
palabras importantes para la teología y la filosofía. Y destacó que el corazón de
la sabiduría no se debe identificar simplemente con la inteligencia, sino con una
auténtica densidad de humanidad, al tiempo que la belleza, como vemos en los Salmos,
es un camino para rezar y hablar con Dios. La belleza no deja indiferentes, es una
hendija abierta sobre lo Absoluto y lo trascendente, recordó el purpurado citando
las palabras que el entonces Cardenal Joseph Ratzinger pronunció en 2002:
«La belleza
hiere, abre una hendija, es así como recuerda al hombre su destino último»