El Papa asistió al Concierto por el aniversario de Pactos Lateranenses
(RV).- Esta tarde a las cinco y media, el Sucesor de Pedro recibió en audiencia, al
Sr. Giorgio Napolitano, Presidente de la República Italiana. Y a las 17,50, en el
Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa asistió al concierto que con ocasión del 84° aniversario
de la firma de los Pactos Lateranenses, ofrecieron en honor de Su Santidad la Embajada
de Italia ante la Santa Sede y el Presidente italiano. El celebre director indio
Zubin Metha subió al podio de la Orquesta Mayo Musical Florentino para ejecutar la
Ouverture “La fuerza del destino”, de Giuseppe Verdi, de quien este año se celebra
el bicentenario de su nacimiento, y la Tercera Sinfonía de Ludwig van Beethoven, inicialmente
dedicada a Bonaparte, una dedicación que fue desconocida después de que Napoleón
se hizo coronar emperador. Precisamente por este hecho, la pieza fue titulada definitivamente
“Sinfonía Heroica compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre”.
(María
Fernanda Bernasconi – RV).
Palabras del Papa al final del concierto
¡Señor
Presidente de la República, Señores Cardenales, Honorables Ministros y distinguidas
Autoridades, venerables Hermanos, gentiles Señores y Señoras!
Antes
que nada saludo al Señor Presidente de la República Italiana, Honorable Giorgio Napolitano,
y le agradezco por las intensas expresiones que me ha dirigido; en estos siete años
- como ha recordado – nos hemos encontrado varias veces y hemos compartido experiencias
y reflexiones. Saludo a su gentil consorte, las Autoridades italianas, así como también
a los Señores Embajadores y a las numerosas Personalidades presentes. Un gracias de
todo corazón a los promotores y a los organizadores de esta velada, en particular
a la “Flying Angels Foundation”, empeñada en el campo de la solidaridad. La Orquesta
Mayo Musical Florentino y su Director, Zubin Metha, no necesitan presentación: ambos
ocupan un lugar importante en el panorama musical internacional y esta tarde lo han
demostrado regalándonos un momento de profunda elevación del espíritu con la notable
ejecución de la Sinfonía verdiana y de la Tercera de Beethoven. Giuseppe Verdi,
La Fuerza del Destino: un debido homenaje al gran músico italiano en el año en el
que celebramos 200 de su nacimiento. En sus obras sorprende siempre cómo él haya sabido
captar y tratar musicalmente las situaciones de la vida, sobre todo los dramas del
alma humana, de manera así inmediata, incisiva y esencial como raramente se puede
encontrar en el panorama musical. Es un destino siempre trágico aquel de los personajes
verdianos al que no hacen excepción los protagonistas de La Fuerza del Destino: la
Sinfonía que hemos escuchado, desde los primeros acordes, nos lo ha hecho intuir.
Pero afrontando el tema del destino, Verdi se encuentra a afrontar directamente el
tema religioso, a confrontarse con Dios, con la fe, con la Iglesia; y emerge una vez
más el ánimo de este músico, su inquietud, su búsqueda religiosa. En La Fuerza del
Destino no sólo una de las arias más famosas, “La Virgen de los Ángeles”, es una entrañable
oración, sino que encontramos también dos historias de conversión y acercamiento a
Dios: aquella de Leonora, que reconoce dramáticamente sus culpas y decide de retirarse
a una vida eremítica, y aquella de don Alvaro, que lucha entre el mundo y una vida
en soledad con Dios. Es interesante notar cómo en las dos versiones de esta opera,
aquella de 1862 para San Petersburgo y en la de 1869 para “La Scala” de Milán, los
finales cambien: en la primera don Alvaro termina la vida suicidándose, rechazando
el hábito religioso e invocando el infierno; en la segunda, en cambio, él acoge las
palabras del Padre Guardiano a confiar en el perdón de Dios y la opera termina con
las palabras “Subida a Dios”. Aquí está diseñado el drama de la existencia humana
marcada por un trágico destino y de la nostalgia de Dios, de su misericordia y de
su amor, que ofrecen luz, sentido y esperanza también en la oscuridad. La fe nos ofrece
esta perspectiva que no es ilusoria, sino real; como afirma san Pablo «ni la muerte
ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los
poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos
jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rm 8,38-39).
Esta es la fuerza del cristiano, que nace de la muerte y resurrección de Cristo, del
acto supremo de un Dios que ha entrado en la historia del hombre no sólo con las palabras,
sino encarnándose. Una palabra también sobre la Tercera Sinfonía de Beethoven,
una obra compleja que marca de manera clara el desapego del sinfonismo clásico de
Haydn y Mozart. Como es sabido, estaba dedicada a Napoleón, pero el gran compositor
alemán cambió de idea luego de que Bonaparte se proclamó emperador, cambiando el título
en: “compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre”. Beethoven expresa musicalmente
el ideal del héroe portador de libertad y de igualdad, que se encuentra ante la decisión
de la resignación o de la lucha, de la muerte o de la vida, del rendirse o de la victoria;
y la Sinfonía describe estos estados de ánimo con una riqueza de colorido y temática
hasta ese entonces desconocida. No entro en la lectura de los cuatro tiempos, pero
señalo sólo el segundo, la celebre Marcha fúnebre, una detallada meditación sobre
la muerte, que inicia con una primera sección de tonos dramáticos y desolados, pero
que contiene, en la parte central, un episodio sereno entonado por el oboe y luego
la doble fuga y los toques de tromba: el pensamiento sobre la muerte invita a reflexionar
sobre el más allá, sobre el infinito. En aquellos años, Beethoven, en el testamento
de Heiligenstadt de octubre de 1802 escribía: «Oh Dios, Tú desde lo alto miras en
mi interior, lo conoces y sabes que está lleno de amor por la humanidad y de deseo
de obrar el bien». La búsqueda de sentido que abra a una esperanza sólida para el
futuro forma parte del camino de la humanidad. ¡Gracias, Señor Presidente, por
su presencia. Gracias al Director y a los Profesores de la Orquesta Mayo Musical Florentino.
Gracias a los promotores y a los organizadores y a todos vosotros! ¡Buenas noches!
(Traducción
del italiano, Raúl Cabrera -Radio Vaticano)