2013-01-31 15:01:23

En el Espíritu de Aparecida


(RV).- (Con Audio) En nuestro espacio semanal “En el Espíritu de Aparecida”, el padre Antonio Grande, de la diócesis de Rafaela (Argentina), actualmente rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, continúa desarrollando temáticas relacionadas con la nueva Evangelización.


Escuchemos el programa de esta semana (Audio): RealAudioMP3

Toda la Iglesia, animada por el Espíritu Santo, es el agente responsable de la nueva evangelización

Quiero destacar y presentar algunos núcleos de temas, que aportan a la comprensión de la nueva evangelización, y motivan a seguir profundizándola en una perspectiva integradora y dinámica.
La Iglesia recibe la responsabilidad evangelizadora de Jesús, el primero y más grande evangelizador (EN 7), enviado por el Padre a desarrollar su designio de salvación de los hombres. Él por la donación del Espíritu Santo en un Pentecostés permanente anima a su Iglesia (cf. EN 75) a continuar en su nombre esta misión hasta el día que el Señor Jesús vuelva en su gloria a llevar a su término la historia (cf. Hch 1,8-11).
La evangelización dio sentido a la manifestación del misterio de Jesús desplegado durante su vida terrena. Siguiendo sus huellas, el Pueblo de Dios ha profundizado la autoconciencia de su ser y de su misión: existe para evangelizar renovadamente a los hombres (cf. EN 14). Ésta es una responsabilidad que no se circunscribe a los pastores, sino que le corresponde a toda la Iglesia, a todos los bautizados guiados por sus obispos (cf. EN 59-60), que en su peregrinación terrena buscan escuchar y discernir en la historia los signos de Dios, y, servir a los pueblos que luchan por desarrollar sus propias culturas.
Me parece oportuno destacar la figura de la diócesis como la realización particular o local de la Iglesia y de su misión evangelizadora entre los pueblos, sus culturas y sus proyectos de un destino histórico. Es una presentación que, a mi entender, durante el último Sínodo no se ha explicitado convenientemente. Afirmo que por la acción de la Iglesia diocesana el Evangelio se hace presente a los hombres concretos, en un ámbito humano particular, y les ofrece la opción de creer en Jesucristo e integrarse en su comunidad de salvación.
La revalorización del Episcopado y de las Iglesias particulares es uno de los aportes renovadores del modo de comprender a la Iglesia del Concilio Vaticano II (cf. LG 13,23; CD 11; AG 22, etc.). Se trata, de un aspecto del proceso de “vuelta a la fuentes” del cristianismo, en este caso, a la vida de las comunidades apostólicas. Se hizo clásica la afirmación sobre las “Iglesias particulares... en las cuales y en base de las cuales se constituye la Iglesia católica, una y única” (LG 23).
Aparecida, al presentar “La comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia” enseña que:

“La diócesis, presidida por el obispo, es el primer ámbito de la comunión y de la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio” (DA 169).

Esto es una llamada a que todos los bautizados clarifiquen su pertenencia a la comunidad diocesana, y busquen aportar a la realización del proyecto de comunión y de misión que conduce el obispo, acompañado por los sacerdotes y los agentes pastorales para que la vida de Cristo llegue a los hermanos del propio territorio.


(jGO/RC- Radio Vaticano)














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