Unidad en Cristo para que el mundo crea: conversión, reconciliación y oración, alienta
el Papa
(RV).- Este viernes por la tarde Benedicto XVI reiteró que los cristianos «deben ser
los primeros en brindar un luminoso ejemplo en la búsqueda de la reconciliación y
de la comunión en Cristo», que supere todo tipo de división, odio, racismo y discriminación
religiosa y social. En su homilía, presidiendo las segundas vísperas de la Conversión
de San Pablo Apóstol, el Papa señaló que reza por los cristianos de la India, a menudo
llamados al testimonio de la fe en situaciones difíciles.
También este año,
el Santo Padre salió del Vaticano, para presidir esta solemne celebración con la que
culmina la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la Basílica papal
de San Pablo extramuros, y haciendo hincapié precisamente en el Año de la Fe e invitando
una vez más a confiar en Dios, y a caminar humildemente con Dios, Benedicto XVI destacó
que «nuestra búsqueda de la unidad en la verdad y en el amor, nunca debe perder de
vista la percepción de que la unidad de los cristianos es obra y don del Espíritu
Santo, y va mucho más allá de nuestros propios esfuerzos. Por lo tanto, el ecumenismo
espiritual, especialmente la oración, es el corazón del movimiento ecuménico».
El
Santo Padre señaló el desafío de anunciar el mensaje de Cristo al mundo de hoy: «En la sociedad
actual, parece que el mensaje cristiano incide cada vez menos en la vida personal
y comunitaria; y ello representa un desafío para todas las Iglesias y Comunidades
eclesiales. La unidad es en sí misma un supuesto privilegiado - casi un requisito
previo - para anunciar de forma más creíble la fe a los que todavía no conocen al
Salvador, o que, aun habiendo recibido el anuncio del Evangelio, casi se han olvidado
de este don precioso».
El escándalo de la división que afectaba la actividad
misionera fue el impulso que dio comienzo al movimiento ecuménico que conocemos hoy
en día, recordó asimismo Benedicto XVI, añadiendo luego que «la comunión plena y visible
entre los cristianos ha de entenderse, de hecho, como una característica fundamental
para un testimonio aún más claro»:
«Mientras
estamos en camino hacia la unidad plena, es necesario perseguir una colaboración concreta
entre los discípulos de Cristo, en favor de la transmisión de la fe al mundo contemporáneo.
Hoy en día existe una gran necesidad de reconciliación, de diálogo y de comprensión
mutua, en una perspectiva no moralista, sino en nombre de la autenticidad cristiana
para una presencia más incisiva en la realidad de nuestro tiempo»,
El Papa,
señaló asimismo, que «la verdadera fe en Dios es inseparable de la santidad personal,
así como de la búsqueda de la justicia».
Con el tema ofrecido a nuestra meditación
en esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos - "Lo que el Señor exige
de nosotros", inspirado en las palabras del profeta Miqueas (cf. 6,6-8) – el Santo
Padre recordó que ha sido propuesto por el Movimiento Estudiantil Cristiano de la
India, en colaboración con la Federación Universitaria Católica de la India y el Consejo
Nacional de Iglesias de la India, que han preparado también los subsidios para la
reflexión y la oración, y agradeció profundamente a todos, asegurando sus rezos y
exhortando a superar odios y divisiones:
«A todos los
que han colaborado les quiero expresar mi profunda gratitud y con gran afecto, aseguro
mi oración a todos los cristianos de la India, que a veces están llamados a dar testimonio
de su fe en condiciones difíciles. "Caminar humildemente con Dios" significa, en primer
lugar, caminar en la radicalidad de la fe, como Abraham, confiando en Dios, aun más
encomendándole a Él todas nuestras esperanzas y aspiraciones, pero también significa
caminar más allá de las barreras, más allá del odio, el racismo y la discriminación
social y religiosa, que dividen y perjudican a toda la sociedad en su conjunto. Como
afirma San Pablo, los cristianos deben ser los primeros en brindar un luminoso ejemplo
en la búsqueda de la reconciliación y de la comunión en Cristo, que supere todo tipo
de división».
Una vez más, el Papa reiteró la importancia de la conversión
auténtica para el ecumenismo, comprensión, respeto y amor, para que el mundo crea
e invitó a invocar a María para impulsar la evangelización de la familia humana:
«La renovación
de la vida interior de nuestro corazón y de nuestra mente, que se refleja en la vida
cotidiana, es crucial en cualquier proceso de diálogo y de reconciliación, haciendo
que el ecumenismo sea un compromiso mutuo de comprensión, respeto y amor, "para que
el mundo crea" (Jn 17:21). Queridos hermanos y hermanas, invoquemos con confianza
a la Virgen María, modelo incomparable de evangelización, para que la Iglesia "sea
signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano"
(Lumen gentium, 1), anuncie con franqueza, también en nuestro tiempo, a Cristo Salvador.
Amén».
Texto completo de la homilía del Santo Padre:
¡Queridos
hermanos y hermanas!
Es siempre una alegría y una gracia especial el que nos
volvamos a encontrar reunidos, en torno a la tumba del Apóstol Pablo, para concluir
la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Saludo con afecto a los señores
Cardenales presentes, en primer lugar al Cardenal Harvey, Arcipreste de esta Basílica,
y con él al Abad y a la Comunidad de monjes que nos acogen. Saludo al Cardenal Koch,
presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos,
y a todos los colaboradores del Dicasterio.
Dirijo mi saludo cordial y fraterno
a Su Eminencia el Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico de
Constantinopla, al Reverendo Canónigo Richardson, representante personal en Roma del
Arzobispo de Canterbury, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades
eclesiales, reunidos aquí esta tarde. Además, me complace especialmente saludar a
los miembros de la Comisión mixta para el diálogo teológico entre la Iglesia católica
y las Iglesias ortodoxas orientales, a quienes deseo un trabajo fructífero para la
sesión plenaria que se celebra estos días en Roma, así como a los alumnos del Instituto
Ecuménico de Bossey, que visitan Roma para profundizar en su conocimiento de la Iglesia
católica, y los jóvenes ortodoxos y ortodoxos orientales que estudian aquí. Saludo
en fin a todos los presentes que han acudido para orar por la unidad de todos los
discípulos de Cristo.
Esta celebración se inserta en el Año de la Fe, que comenzó
el pasado 11 de octubre, quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano
II. La comunión en la misma fe es la base para el ecumenismo. En efecto, la unidad
es donada por Dios como inseparable de la fe; lo expresa eficazmente San Pablo: "Hay
un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes
han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola
fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo
penetra todo y está en todos."(Efesios 4, 4-6). La profesión de la fe bautismal en
Dios, Padre y Creador, que se ha revelado en su Hijo Jesucristo, derramando el Espíritu
que vivifica y santifica, ya une a los cristianos. Sin la fe - que es ante todo un
don de Dios, pero también respuesta del hombre – todo el movimiento ecuménico quedaría
reducido a una forma de "contrato", al que se adhieren por un interés común. El Concilio
Vaticano II recuerda que los cristianos "cuanto más se unan en estrecha comunión con
el Padre, con el Verbo y con el Espíritu, tanto más íntima y fácilmente podrán acrecentar
la mutua hermandad. (Decreto Unitatis redintegratio, 7). Las cuestiones doctrinales
que aún nos dividen no deben ser descuidadas o minimizadas. Más bien, deben ser afrontadas
con valentía, en un espíritu de fraternidad y de respeto mutuo. El diálogo, cuando
refleja la prioridad de la fe, permite abrirse a la acción de Dios con la firme confianza
en que nosotros solos no podemos construir la unidad, sino que es el Espíritu Santo
el que nos guía hacia la comunión plena, y hace percibir la riqueza espiritual presente
en las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales.
En la sociedad actual, parece
que el mensaje cristiano incide cada vez menos en la vida personal y comunitaria;
y ello representa un desafío para todas las Iglesias y Comunidades eclesiales. La
unidad es en sí misma un supuesto privilegiado - casi un requisito previo - para
anunciar de forma más creíble la fe a los que todavía no conocen al Salvador, o que,
aun habiendo recibido el anuncio del Evangelio, casi se han olvidado de este don precioso.
El escándalo de la división que afectaba la actividad misionera fue el impulso
que dio comienzo al movimiento ecuménico que conocemos hoy en día. La comunión plena
y visible entre los cristianos ha de entenderse, de hecho, como una característica
fundamental para un testimonio aún más claro. Mientras estamos en camino hacia la
unidad plena, es necesario perseguir una colaboración concreta entre los discípulos
de Cristo, en favor de la transmisión de la fe al mundo contemporáneo. Hoy en día
existe una gran necesidad de reconciliación, de diálogo y de comprensión mutua, en
una perspectiva no moralista, sino en nombre de la autenticidad cristiana para una
presencia más incisiva en la realidad de nuestro tiempo.
Asimismo, la verdadera
fe en Dios es inseparable de la santidad personal, así como de la búsqueda de la justicia.
En la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que concluye hoy, el tema
ofrecido a nuestra meditación era: "Lo que el Señor exige de nosotros", inspirado
en las palabras del profeta Miqueas (cf. 6,6-8). Ha sido propuesto por el Movimiento
Estudiantil Cristiano de la India, en colaboración con la Federación Universitaria
Católica de la India y el Consejo Nacional de Iglesias de la India, que han preparado
también los subsidios para la reflexión y la oración. A todos los que han colaborado
les quiero expresar mi profunda gratitud y con gran afecto, aseguro mi oración a todos
los cristianos de la India, que a veces están llamados a dar testimonio de su fe en
condiciones difíciles.
"Camina humildemente con Dios" significa, en primer
lugar, caminar en la radicalidad de la fe, como Abraham, confiando en Dios, aun más
encomendándole a Él todas nuestras esperanzas y aspiraciones, pero también significa
caminar más allá de las barreras, más allá del odio, el racismo y la discriminación
social y religiosa, que dividen y perjudican a toda la sociedad en su conjunto. Como
afirma San Pablo, los cristianos deben ser los primeros en brindar un luminoso ejemplo
en la búsqueda de la reconciliación y de la comunión en Cristo, que supere todo tipo
de división. En la Carta a los Gálatas, el Apóstol de los gentiles, afirma: "Todos
ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron
bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío
ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más
que uno en Cristo Jesús. "(Ga 3,27-28).
Nuestra búsqueda de la unidad en la
verdad y en el amor, en fin, nunca debe perder de vista la percepción de que la unidad
de los cristianos es obra y don del Espíritu Santo, y va mucho más allá de nuestros
propios esfuerzos. Por lo tanto, el ecumenismo espiritual, especialmente la oración
es el corazón del movimiento ecuménico (cf. Decr. UR, 8). Sin embargo, el ecumenismo
no dará frutos duraderos si no se acompaña de gestos concretos de conversión, que
muevan las conciencias y favorezcan la sanación de los recuerdos y de las relaciones.
Como afirma el Decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, "no hay verdadero
ecumenismo sin conversión interior" (n. 7). Una conversión auténtica, como la que
sugiere el profeta Miqueas y de la que el apóstol Pablo es un ejemplo significativo,
nos acercará a Dios, al centro de nuestras vidas, de forma que nos acerquemos cada
vez más también los unos a los otros. Éste es un elemento fundamental de nuestro compromiso
ecuménico. La renovación de la vida interior de nuestro corazón y de nuestra mente,
que se refleja en la vida cotidiana, es crucial en cualquier proceso de diálogo y
de reconciliación, haciendo que el ecumenismo sea un compromiso mutuo de comprensión,
respeto y amor, "para que el mundo crea" (Jn 17:21).
Queridos hermanos y hermanas,
invoquemos con confianza a la Virgen María, modelo incomparable de evangelización,
para que la Iglesia "sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad
de todo el género humano" (Lumen gentium, 1), anuncie con franqueza, también en nuestro
tiempo, a Cristo Salvador. Amén.
Al comienzo de la celebración el Cardenal
Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos, dirigió a Benedicto XVI un saludo lleno de gratitud.
Saludo
del cardenal Koch al Papa:
Santo Padre:
En la celebración de
las Vísperas que marcan la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los
Cristianos, le dirijo un saludo cordial en nombre de todos los que están reunidos
en oración en la Basílica. Deseo mencionar en particular la presencia de los representantes
de las Iglesias y de las Comunidades eclesiales de Roma, del representante del Patriarca
Ecuménico de Constantinopla, del representante del Arzobispo de Canterbury en Roma,
de los docentes y estudiantes del Instituto Ecuménico de Bossey, de los estudiantes
ortodoxos y ortodoxos orientales, becarios del Comité de Cooperación Cultural con
las Iglesias ortodoxas. Aquí con nosotros están también los miembros de la Comisión
Mixta del diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales,
que se reunió en Roma para su sesión plenaria. La presencia de tantos bautizados en
esta liturgia de las Vísperas testimonia que su invitación a orar por la unidad ha
sido recibida con mucho agrado.
Estamos profundamente agradecidos con usted,
Santo Padre, por querer presidir esta celebración, manifestando así, una vez más,
su gran y profundo anhelo de avanzar en el camino ecuménico, que muestra al mismo
tiempo Su responsabilidad como sucesor de Pedro - también y sobre todo - como servicio
a la unidad de los cristianos. En el Año de la Fe, que estamos viviendo, la Oración
por la Unidad de los Cristianos adquiere un matiz especial. Nos invita y nos anima
a hacer nuestra la tarea de volver a verificar y profundizar en los fundamentos de
la fe de la responsabilidad ecuménica: la búsqueda de la unidad de los cristianos
no es simplemente una aspiración humana, sino que corresponde a la voluntad de nuestro
Señor. Es la unidad "que el Señor nos exige" (Miqueas 6, 8).
El hecho de que
se celebre la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos,
en la fiesta de la Conversión de San Pablo nos ofrece un camino importante, señalando
que sin la conversión del corazón, no puede haber ecumenismo verdadero y que el elixir
del ecumenismo consiste en la oración, el ayuno y la conversión. Al igual que Pablo
experimentó la transformación fundamental de su vida en su encuentro personal con
Cristo resucitado, también nosotros, como cristianos divididos y como Iglesias divididas,
podemos acercarnos los unos a los otros si nos convertimos juntos en Jesucristo.
Hacia
esta conversión a Cristo, usted, Padre Santo, nos impulsa constantemente. Por lo que
le agradecemos por la oportunidad de orar junto con Usted esta tarde por la unidad
de los cristianos, fortaleciéndonos en nuestro en nuestro compromiso ecuménico. Le
rogamos de corazón que nos conceda Su bendición apostólica