(RV).- (Con Audio) El padre Antonio Grande, de la diócesis de Rafaela (Argentina),
rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, colabora con nuestra
emisora. Este miércoles, en el espacio “En el Espíritu de Aparecida” , el p.Grande
continúa desarrollando temáticas relacionadas con la nueva Evangelización. Escuchemos
(Audio):
Una comprensión
dinámica e integradora de la acción evangelizadora.
Pablo VI en su Exhortación
apostólica Evangelii nuntiandi, en 1975, presentó una comprensión integradora y dinámica
de los componentes esenciales y permanentes de la acción y del proceso evangelizador
(EN 17 y 24), y convocó a una nueva etapa evangelizadora (EN 81).
Juan Pablo
II actualizó esta comprensión llamando a una nueva evangelización en su ardor, en
sus métodos y en su expresión desde 1983/1984 en América Latina, y, luego la fue recreando
en el contexto europeo y universal en los años siguientes.
Benedicto
XVI creó el Consejo Pontificio para promover la nueva evangelización, en 2010, para
pensar la evangelización de los pueblos cristianos que han recibido la fe pero vacilan
su adhesión a Jesucristo. Percibo que inició un camino sinodal de reflexión teológico-pastoral
que busca profundizar las convicciones de la fe que animan la esperanza y la caridad
evangelizadora. El reciente Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión
de la fe, que él presidió, y el Año de la Fe que estamos celebrando, son una expresión
destacada y movilizadora de su enseñanza y animación pastorales.
Estoy convencido
que es importante presentar una comprensión sistemática de la evangelización y de
su proceso histórico que nuestras Iglesias desarrollan en circunstancias situadas
a lo largo del tiempo. Es un instrumento que ofrece luz para reflexionar, evaluar
y renovar la vida cristiana de de las comunidades diocesanas guiadas por su obispo,
como el compromiso de fe de cada bautizado.
Entiendo la nueva evangelización
como una acción y un proceso de comunicación que relaciona a los pastores y a los
agentes pastorales (es decir, a los bautizados conscientes de su responsabilidad)
como sujetos agentes -que necesitan seguir siendo evangelizados- con los miembros
del Pueblo de Dios poco participantes, y, con los demás integrantes de la realidad
social, como los sujetos destinatarios o interlocutores -llamados a ser evangelizadores-,
mediante la comunicación del Evangelio (una Persona, que es una experiencia-un contenido)
que incultura el anuncio del kerigma, y promueve la fe que dignifica a los hombres
(particularmente a los pobres y excludíos), mediante el testimonio personal y eclesial
animado por la Palabra de Dios escuchada y transmitida con la guía del magisterio
eclesial, y, que celebra al Señor Resucitado y la fe del Pueblo de Dios en la Eucaristía
dominical.
En la escucha de la Palabra y en el encuentro renovado con el Señor
Jesús, se dona a los creyentes nuevas perspectivas de sabiduría y de vida guiadas
por el Evangelio. Esta experiencia sostiene y capacita el diálogo con las personas,
la comprensión de las nuevas preguntas y los desafíos de los hombres de nuestro tiempo
y de las formas culturales que generan en nuestros días.
Esta actitud de amor
y de diálogo nos anima y mueve a una tarea de nueva evangelización, que continúa la
que la Iglesia viene desplegando durante siglos, ahora, buscando aportar a los dinamismos
que suscitan las personas en los nuevos ambientes y realidades humanos.
Este
camino renovado de evangelización animado por el Espíritu Santo guiará a la Iglesia
en su fidelidad creativa al Evangelio y en su tarea de seguir aportando vida a los
hombres y a los pueblos de hoy en su camino de búsqueda de la verdad, de la libertad,
de la justicia y la solidaridad que dignifican su vida.